domingo, 18 de octubre de 2009

Arte de vanguardia

La compañía británica 1157: performance group estrenará el doce de mayo la pieza "Muerto: así estarás", cuyo protagonista ha de ser nada menos que un cadáver. Los integrantes del grupo, olvidando la historia del siglo XX (y Loot de Joe Orton), han decidido que la muerte debe dejar de ser un tabú social, y tomaron la macabra iniciativa de recorrer hospitales ofreciendo a los enfermos en las diez de últimas que donen sus cuerpos para el escenario, previo paso por el gabinete de un embalsamador.
El emprendimiento vanguardista inglés está emparentado con la muestra itinerante de Helford Hennington, que bajo el título Kama Sutra del más allá, exhibía cadáveres en alrededor de 40 posiciones eróticas del libro de marras; Hennington fue condenado por profanación de tumbas y robo de cadáveres en los pueblos que tocaba su exposición (y calificado, curiosamente, como "moralista" por un diario de provincias).
En la misma tradición se ubicó la colección de ataúdes eróticos de Helène Dumois y la galería pornográfica de Louis Mériel, compuesta exclusivamente por esqueletos -que el autor definía alegremente como "un grupo de personas sólo en huesos"- practicando rituales de sexo en grupo. El esqueleto como última frontera de la desnudez fue, más allá de la representación tradicional de la muerte, utilizado en una obra de violenta raigambre antirreligiosa, como el retablo en el que San José, María y el niño aparecen "sólo en esqueleto", rodeados por las correspondientes osamentas del asno y el buey; ubicada al lado de Violación de la virgen, que siguiendo más o menos la escenografía de la Muerte de la Virgen del Caravaggio, presentaba un cadáver desnudo y embalsamado siendo violado por otro cadáver.
La irreverencia de estas obras era tal que despertó las iras de la Iglesia Católica (más si se tiene en cuenta que fueron inauguradas en Semana Santa). Sin llegar tan lejos, las instalaciones de Alfred Raçat incluían un corralito infantil, dentro del cual se ubicaban doce maniquíes perfectamente vestidos: la obra se llamaba Políticos en su salsa y el corralito estaba lleno de pescado fresco y real que se iba pudriendo con el correr de los días hasta que el olor se volvía por completo insoportable.
León Ferrari incluyó, para horror de los espectadores, y de la Sociedad Protectora de Animales, ejemplares vivos en sus obras, y algo similar pudo verse en una exposición de Juan Fresán, en la que un pescadito mínimo oscilaba en el agua oscura que ocupaba un torso de mujer transformado en insólita pecera. El transcurso del tiempo era aquí el protagonista, ya que el agua, al principio límpida, había sido transformada por el pez en una turbiedad culpable, transcurrida sólo una semana de la inauguración. Un espectáculo que puede verse en miles de peceras, además, y en innumerables jaulas en que canarios infelices no pueden volar.
Fue la razón por la que el artista plástico Naum Fischbak optó por no exponer y llevar adelante tours de recorrida mirando jaulas de pájaros (que incluían veterinarias y pajarerías). En ocasiones, Fischbak se aventuró por el zoológico de La Plata, donde, cuentan, había un tigre que se había vuelto completamente loco de tanto dar vueltas por una jaula siniestra de apenas seis metros cuadrados (en Thames y Corrientes vi a un pájaro aprisionado por una jaula increíble, apenas más grande que su propio cuerpo).
Albert Franza mostró fotografías de madres haitianas dándoles a sus hijos sopa de papel (y los espectadores debían beber un jarro de la que se cocinaba ahí mismo); artistas venezolanos obligaban a los espectadores a presenciar la crueldad del faenamiento de un chancho e ingerir luego embutidos; un escultor brasileño abandonó el cincel y organizó tours por los frigoríficos ("Presenciar el arte es presenciar el sufrimiento" era el lema).
Más inmersos en el hiperrealismo positivo, un grupo mexicano llevaba a grupos selectos (que pagaban una jugosa tarifa) a ver a los niños cuasi esqueléticos del fondo de las minas, a recorrer los hospitales de provincias donde miserables morían llenos de gusanos y sin poder donarsu cuerpo para las tablas; villas miseria donde chicos y chicas desnudos revoloteaban en la basura cubiertos de mugre y de moscas, villas miseria donde la sarna hace presa de familias enteras que se consumen en la mierda, y en fin, a visitar a tanta gente que nace y muere sin haber vivido.

2 comentarios:

Cine Braille dijo...

"En 1971 preparó una protesta contra el hambre en África. Para Mannheim, el hambre en el Tercer Mundo era la contracara de la abundancia de la sociedad de consumo. A partir de este aserto montó, en un campo de refugiados de lo que alguna vez se conoció como Biafra, una pirámide de latas de alimentos de 15 metros de altura y los dejó descomponerse al impiadoso sol africano, a la vista de miles de famélicos. La pirámide estaba guardada por unos mercenarios belgas y franceses, veteranos de las guerras de Argelia y Zaire, que tenían orden de disparar contra cualquiera que intentase tomar alguna de las latas. Mannheim fue invitado a montar su obra en varias ciudades de Estados Unidos, Europa y Japón".
http://www.quintadimension.com/televicio/index.php?id=97

Carlos dijo...

Dejemos a parte lo del "hiperrealismo". El resto me conduce a Feinmann (su libro, canal Encuentro, internet) en sus comentarios sobre el "posmodernismo": No existen más los grandes relatos. Sólo los pequeños, o los que no dicen nada.
Buen ejemplo lo leído.