miércoles, 30 de diciembre de 2009

La Dama de la Torre: Capítulo 3


Una torre maldita, el asesinato de un lógico prestigioso en pleno barrio de Almagro y una extraña sociedad: SOLOG.
En el capítulo anterior, nuestro narrador y el Inspector Díaz Cornejo recorrieron los pasajes de la Sociedad Argentina de Lógica. Revisaron la biblioteca y, entre los tratados de filosofía y matemática, un extraño descubrimiento: best-sellers. The Lady in the Tower, una novela inglesa, moderna pero gótica, exótica, que el azar o el destino llevó hasta esa biblioteca, una novela  conocida para nuestro narrador.
¿Tendrá alguna lógica?


CAPITULO 3

A media cuadra encontramos un café bastante pasable. En una mesa cercana, los tres alumnos hablaban en voz baja, como conspirando. -  Permítame que se lo resuma en dos palabras antes de que vuelvan a interrumpirnos -  dijo el Comisario Inspector  - Faltan ataúdes.

-  Faltan ataúdes?

-  Efectivamente. No se consiguen más. Nadie sabe qué pasa. Las fábricas cerraron repentinamente ya que no pueden seguir trabajando. Eso dicen, al menos.

-  Y por qué?
 - Misterio.Todavía las casas de pompas fúnebres están operando con los que quedaron en stock. Usted sabe, los usan, luego sacan el cadáver y los vuelven a usar. Pero no todos aceptan esa práctica y pronto van a faltar por completo. Y el Departamento de Policía pretende que yo investigue el problema! Por eso le pedí su ayuda. Porque lo más grave es que, como ocurre siempre en estos casos, al faltar ataúdes se muere más gente que nunca.

-  Vayamos de a poco. Ya habló con los empresarios de pompas fúnebres?

- Por teléfono.

- Y que le dijeron?

-  Que cuando reclaman ataúdes a las fábricas, les contestan que no tienen, o no contestan el teléfono, o contestan que ya van y no aparecen más. El caso es que no hay, lo cual es insólitamente peligroso en un país con una necrofilia tan desarrollada.

-  Y no probó dirigirse directamente a las fábricas? Me parece que este es un caso típico de piratería funeraria. No será una vulgar especulación para que aumenten de precio?

El Comisario Inspector sacudió la cabeza. - Ojalá fuera eso, o por lo menos ojalá fuera sólo eso. Sospecho que hay algo más grande detrás. Y ahora me encajan este asesinato. Y de un lógico, nada menos. Qué sabe usted de lógica?

-  Poco y nada.La lógica no es mi fuerte. Sólo lo que estudié en la facultad, y con eso apenas me alcanza para vivir.

-  La lógica no sirve para vivir - dijo el Comisario Inspector -. Más bien es un obstáculo permanente.

Me dí cuenta de que los alumnos nos estaban mirando. Quizás hasta escucharan lo que hablábamos. Se asombraban, sin duda.
-  Las dos cosas podrían estar conectadas - dije.

- Qué dos cosas?

-  El problema de los ataúdes y del lógico.

-  Es un disparate. Por qué van a estar conectadas?

-  No hay ninguna razón precisa, pero no cuesta nada conectarlas. Ahorra trabajo y establece relaciones causales interesantes.

-  Déjese de divagar y ayúdeme,que para eso lo llamé. Qué le parece que hagamos?-   dijo el Comisario Inspector   Porque la verdad es que me siento perdido.

-  Me gustaría ir a ver personalmente esas fábricas de ataúdes cerradas. En cuanto al lógico, bueno. Creo que primero habría que hacer toda esa serie de interrogatorios y tratar de resolverlo como un asesinato cualquiera, como si se tratara de un anátomo patólogo.

-  Si se tratara de un anátomo patólogo haría falta una solución anátomo patológica. Pero ahora necesitamos una solución lógica, ni más ni menos.

-  No necesariamente.

-  Imperativamente.Porque la gente toma la muerte de un lógico como un fenómeno natural. Voy a mandar a un par de policías para que hagan todas las averiguaciones del caso y mañana, si le parece bien, vamos a visitar las fábricas funerarias. Qué le parece?
-   Me parece bien.- dije.Y era cierto.No hay nada como la mañana para la muerte. La construcción de un ataúd es el primer paso hacia el más allá. Es dar a la muerte un sentido concreto, es convocar anticipadamente a las lloronas para un cadáver abstracto, que todavía no es. Montones de gente se están muriendo en estos precisos momentos, en los hospitales, en los hospicios y en las casas. Y el fabricante de ataúdes puede preguntarse: para quién será esta madera que cepillo amorosamente, mientras canturreo el último hit? Quién ocupara este dulce espacio que fabrico? Quién rellenará este ámbito tibio que contribuyo a crear?

-  Usted tiene una visión romántica de los fabricantes de ataúdes.

-  Todo el mundo la tiene. No estarán en huelga?

-  La huelga es incompatible con ese tipo de profesión  - dijo el Comisario Inspector -.  La huelga es un esfuerzo vital, regido por la lucha de clases, que arruinaría por completo esta industria.De hecho, creo que un obrero funerario que se declarase en huelga, ya no podría volver a un trabajo cuya única razón de ser es la continuidad. Tendría que instalarse por su cuenta y dedicarse a la encuadernación, o a la cerámica.

-  O a la lógica.

- O a la lógica. En verdad, la lógica me parece la mejor ocupación para un funebrero frustrado.

martes, 29 de diciembre de 2009

Nagasaki y Kokura

1- Nagasaki
A menudo, Nagasaki es olvidada en el catálogo del horror; la sombra de Hiroshima eclipsa una sombra casi igual. Como Hiroshima, Nagasaki estaba desde el principio en la lista de blancos posibles, que fueron cuidadosamente mantenidas aparte de los bombardeos. Se entiende: para probar los efectos de una bomba atómica, hacía falta una ciudad intacta. El 6 de agosto de 1945, Little Boy, la bomba de uranio con una potencia equivalente a 12.500 toneladas de TNT, arrasó Hiroshima.


El gobierno japonés tardó en reaccionar: la destrucción de la ciudad había sido tan completa que las noticias tardaron un día entero en llegar al gobierno, donde se reanudó la lucha entre quienes querían la rendición y quienes proponían una resistencia prolongada. Los norteamericanos decidieron ensayar la bomba de plutonio.
A las 10 de la noche del 8 de agosto, en el aeropuerto de Tinian (en el extremo norte de las Islas Marianas), Fat Man, una segunda bomba atómica, fue cargada en un bombardeo B-29, llamado Bock’s Car, que levantó vuelo a las 4 menos cuarto de la mañana del 9 de agosto y a las 11 y dos minutos dejó caer la bomba sobre Nagasaki. Fat Man explotó sobre las suaves colinas que rodean la ciudad, con una potencia de 22.000 toneladas de TNT. Las colinas atenuaron la explosión, que causó menos víctimas que las de Hiroshima. Pero setenta mil personas murieron en Nagasaki antes del fin de ese año, y ciento cuarenta mil a lo largo de los cinco años siguientes: una tasa de mortalidad (para el arma) del 54 por ciento (idéntica a la de Hiroshima) y de la cual se enorgulleció el alto mando norteamericano.

Pero hay una historia más sobre Nagasaki. Y es que el objetivo de la bomba de plutonio, en principio, no había sido Nagasaki sino Kokura.

2- Kokura
¿Quién conoce el nombre de Kokura?
Kokura está en el noroeste de la prefectura de Fukuoka, en la isla de Kyushu. En 1933 se construyó un arsenal, y desde entonces la ciudad se volvió un punto estratégico.

Nadie oyó hablar de Kokura, donde la gente vivió como hizo siempre, y los días amanecieron y terminaron, como siempre, y el tiempo pasó y la gente nació y murió, como fue siempre.

En 1963 Kokura se fusionó en una nueva ciudad que se llamó Kitakyushu. El nombre de Kokura dejó de figurar en los mapas. Kitakyushu es ahora un gran centro de comercio con más de un millón de habitantes.
Nadie habla hoy de Kokura y, sin embargo, la segunda bomba atómica, la que hizo estallar en pedazos Nagasaki, no estaba destinada a Nagasaki sino a Kokura.

El avión se llamaba Bock’s Car, y a bordo viajaba la bomba de plutonio. Bock’s Car alzó vuelo el nueve de agosto, a las cuatro de la mañana de un amanecer de Tinian, navegando hacia el Sol. Bock’s Car alzó vuelo hacia Kokura.

Entre las ocho y las nueve menos diez dio vueltas sobre Yakoshima aguardando a sus aviones escolta, uno de los cuales no llegó y, sin esperarlo, siguió vuelo hacia Kokura. ¿Cómo sería ese día, qué destino tenía en el almanaque del tiempo? ¿Quién decidió que sobre Kokura hubiera nubes bajas?

El avión llegó a las diez menos diez, y voló en círculos, esperando que el cielo se despejara. Ese día, seguramente, los habitantes de Kokura habrán mirado el cielo, y dicho, ¡qué día gris sobre el fondo gris de la guerra! Algunos habrán dicho: “aquellas nubes no nos dan tregua, ¿no podrían mostrarnos un poco el sol sobre el fondo gris de la guerra?”

Y por encima de esas nubes, el Bock’s Car, con una bomba atómica ya lista, volaba dando vueltas circulares, esperando que las nubes se abrieran. ¿Cuántos habitantes de Kokura habrán mirado al cielo esperando que el cielo se despejara, deseando lo mismo que el piloto?

Pero no, para tristeza de los habitantes de Kokura, el tiempo no mejoró y como el parte meteorológico no daba esperanzas ni noticias de un cielo despejado, y se empezaba a agotar el combustible, el Bock’s Car dejó de dar vueltas en círculo y enfiló hacia Nagasaki.

Los habitantes de Kokura vivieron porque ese día estaba nublado.

domingo, 27 de diciembre de 2009

"El evangelismo está llegando a las clases medias" (Parte II)

SEGUNDA PARTE DE LA ENTREVISTA A CESAR CERIANI CERNADAS, ANTROPOLOGO DE LAS RELIGIONES



–Ahora volvemos sobre esto, que me interesa mucho. Pero antes de seguir: ¿qué es la Iglesia Pentecostal?
–Es una corriente de evangelismo que hace énfasis en los dones del Espíritu Santo y que surgió en los principios del siglo XX en las comunidades negras de Los Angeles. Se hizo muy fuerte a partir de los años ’60. Muchas iglesias de tradición protestante empezaron a tener ramas más pentecostalizadas. Eso es algo muy interesante, porque es un movimiento que ha tenido tanta fuerza que incluso la Iglesia Católica tiene su costado pentecostalizado. Es esta dimensión con énfasis en el baile, el canto, la presencia de la divinidad...
–La Iglesia Católica ofrece redención frente al pecado. ¿Hay redención en la Iglesia Protestante o uno debe cargar con el pecado toda su vida?
–En los calvinistas no hay redención: la predestinación es muy fuerte y uno debe hacerse cargo de sus pecados. Pero en general los protestantes (bautistas, luteranos), incluso las ramas más evangélicas pentecostales, u otras ramas heterodoxas como los mormones o los Testigos de Jehová, sí creen en la redención y en la posibilidad de perdonar los pecados.
–¿Cómo sabe uno que fue perdonado?
–Eso es clave para pensar la noción de individuo. Max Weber ha visto que el protestantismo fue muy importante para configurar el lugar del individuo moderno. Muchos creen que todas las luchas protestantes terminaron por crear el individualismo moderno. Toda la cultura protestante tiene la idea de que en el fondo de la conciencia de uno está Dios. ¿Cómo hacen para saber que fueron perdonados? Bueno, a través de sus propias convicciones. Ellos creen tener una certeza que la pueden distinguir a nivel de la paz espiritual, una sensación de que se ha “nacido de vuelta” o de haber sido bautizado por el Espíritu Santo. Hay algo curioso en el pentecostalismo, que es que hace mucho hincapié en el valor de la emoción. Si uno habla con un pentecostal le va a decir, por ejemplo, que caminaba por el monte y pensando en su vida se puso a llorar muy fuerte, y no podía parar, y ése fue su contacto con Dios, que le dio su perdón. Otras ramas tienden más a la palabra: por ahí un religioso de estas otras ramas no va a hablar de esas sensaciones tan físicas sino de una charla que tuvo con un pastor, o con Dios, y que lo ayudó a darse cuenta de que sus pecados habían sido perdonados, o de que debía entregar su vida a Jesús.
–Antes de esta digresión estábamos hablando de las clases sociales que se convierten a estas religiones.
–Sí, y le decía que es un fenómeno que, creo, está atravesando las fronteras de las clases populares. Pienso en el caso de Bernardo Stamateas, que es pastor de la Iglesia Bautista, escritor de libros de autoayuda y que está muy en boga ahora. Es un caso muy interesante: es de clase media, de familia de griegos, es sexólogo, psicólogo deportivo y pastor. La que dirige es una Iglesia muy de clase media, centrada en las posibilidades de crecimiento individual. Esto sirve para ver cómo se tornan porosas las fronteras de la religión, la autoayuda, la psicología. El evangelismo, aquí, no se limita para nada a las clases populares. De todos modos, en general, hay correspondencia entre las iglesias en las que se da más rienda suelta al éxtasis popular y las clases empobrecidas. Eso, sociológicamente, no es extraño.
–El siglo XX vivió un fenómeno de laicización de las clases medias y altas. El Evangelismo creciente, ¿hace retroceder ese fenómeno? ¿O simplemente es una transferencia de gente de la Iglesia Católica al evangelismo? Digamos: ¿la religión le está ganando lugar al laicismo?
–Creo que habría que estudiarlo. Es interesante ver cómo la Iglesia Católica tuvo todo un conflicto con la laicización. Creo que no es azaroso este cambio de pertenencia religiosa a iglesias que son, en general, absolutamente laicas. ¿Qué quiero decir con esto? Bueno, la Iglesia mormona, por ejemplo, permite que todos los varones a partir de los 12 años sean sacerdotes. Salvo muy pocos cargos, los de las más altas cúspides de la Iglesia, son sin sueldo alguno, dependen de la propia voluntad del miembro. Creo que eso demuestra cómo estas iglesias intentan generar un compromiso más fuerte con la institución...
–Pero también se puede pensar al revés, que la Iglesia Católica es más laica. Por empezar, la interpretación de la Biblia por los evangelistas es mucho más literal. Y me parece que la religión es más invasiva en todos los aspectos de la vida. En el catolicismo, si uno no es muy creyente, va a misa y ahí se acaba todo. Digamos que el ritual está más confinado: se termina en el momento en que el cura dice “yo te absuelvo”, o con la comunión.
–Bueno, yo creo que lo que decía es que la Iglesia Evangelista es más democrática, que en general los propios miembros llevan adelante la institución. Pero lo que dice usted es verdad también: en la Iglesia Católica uno hace su vida de manera mucho más independiente. Los grupos evangelistas piensan la religión de manera mucho más holística, como era la Iglesia antes de que naciera el Estado-nación moderno. Por eso Marx hablaba de la religión como la “teoría de este mundo”.
–¿Y la relación entre la Iglesia y el Estado? ¿Las Iglesias evangelistas intervienen en las decisiones del Estado?
–Acá, si bien ha habido estudios sobre eso, no aparece de modo tan fuerte como en Brasil. En Brasil, una de las patas importantísimas para el triunfo de Lula fue una alianza evangélica capitaneada por la Iglesia Universal del Reino de Dios, que es una corporación tremenda. La derecha evangélica brasileña en su momento se alió al PT para que Lula ganara. En Estados Unidos también es conocida la injerencia de la derecha evangélica. En Argentina creo que todavía está un poco más verde el asunto.
–Hay una historia muy curiosa. Durante la época del nazismo, los evangelistas (especialmente los Testigos de Jehová) no se callaban para nada. De hecho, iban a parar a los campos de concentración.
–Acá mismo, desde el ’76 en adelante, también tuvieron muchísimos problemas por ese anabaptismo de la vieja escuela de no creer en la legitimidad de los símbolos patrios, de los símbolos asociados a la pertenencia nacional.
–Y los Testigos tenían cierta jerarquía en los campos de concentración. Los jerarcas nazis se dejaban afeitar por ellos... ¿Pero qué pasó con los otros grupos frente el Proceso?
–En Argentina, durante la época del Proceso Militar, hubo corrientes del metodismo que fueron muy activas, grandes defensoras de los derechos humanos. Probablemente sea la rama más progresista del protestantismo, que es muy heterogéneo. Los mormones me atrevería a decir que no tienen un costado progresista; tienen una alianza muy fuerte, en Estados Unidos, con el Partido Republicano desde hace mucho tiempo; han sido fervorosos abanderados contra el comunismo en los años ’50. Ellos siempre buscan tener un trato cordial con el gobierno de turno, para poder difundir su fe. Cómo sean los gobiernos, es una cuestión aparte. Los más progresistas, los más liberales, los más intelectuales, en general, se congregan en el Isedet (Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos). Es una especie de federación de facultades de teología.
–¿Hay estadísticas en las que se pueda confiar sobre la cantidad de gente asociada a movimientos evangelistas? Porque yo sé que en uno de los censos la Iglesia presionó para que no se preguntara la religión, porque tenía miedo de que se notara el fenómeno evangélico.
–La verdad es que no estoy muy al tanto de las cifras reales.
–¿Pero más o menos qué proporción cree que hay de evangelistas? ¿El 1 por ciento, el 20 por ciento?
–Yo calcularía, hipotéticamente, que habrá unos seis millones de personas.
–Ahora me gustaría preguntarle cuestiones históricas.
–Adelante.
–Cuénteme un poco de dónde surgen las diferentes ramas del protestantismo. Empecemos por los anabaptistas...
–Los anabaptistas surgen un poco después de la revolución campesina de 1530 de Thomas Muntzer, la primera revolución comunista de la era moderna. Es la que va más allá de la reforma de Lutero: propone la propiedad en común, la inexistencia de riquezas, la idea de que la heredad de los pobres ha llegado. Consistió en una serie de revueltas muy importantes lideradas por Muntzer, un teólogo muy radical que llevó demasiado lejos los razonamientos luteranos. tan lejos que el propio Lutero dio el visto bueno para la represión de esas movilizaciones. Su doctrina había sido deformada demasiado peligrosamente...
–¿Y los baptistas?
–Son el costado inglés, generado por Enrique VIII de una manera muy instrumental (porque se desafilió de la Iglesia Católica solamente para poder divorciarse). Como vio que Lutero y Calvino estaban haciendo una teología interesante, se plegó parcialmente a la Reforma. Pero la Iglesia Anglicana, ya para 1600 (la época cercana a la época de Cromwell), era muy criticada por no haberse plegado realmente a la Reforma. De ahí surgen dos grupos: los metodistas de John Wesley (un gran teólogo anglicano) y los bautistas.
–¿En qué se diferencian?
–La Iglesia Baptista prescribía el bautismo adulto, lo cual implicaba la libre decisión y no la herencia. El metodismo fue llamado así por el énfasis en el trabajo incesante, en la honestidad en los intercambios comerciales... La verdad es que las diferencias teológicas no son muchas, ni tampoco son demasiado diferentes en la organización.
–Me hace acordar un poco a La vida de Brian, esa película tan increíblemente divertida de Monthy Pyton.
–No es demasiado diferente.

sábado, 26 de diciembre de 2009

"El evangelismo está llegando a las clases medias" (Parte I)

 CESAR CERIANI CERNADAS, ANTROPOLOGO DE LAS RELIGIONES



Las diversas ramas del protestantismo fueron ganando millones de adeptos en todo el mundo, a veces escudadas en el vínculo directo con la divinidad y otras en el más puro marketing. César Ceriani Cernadas, doctor en Antropología por la Universidad de Buenos Aires y especialista en religiones, traza un arco que va desde los mormones hasta la Iglesia Universal del Reino de Dios y analiza un fenómeno que, en Argentina, ya está comenzando a echar raíces en la clase media.


Por Leonardo Moledo y Nicolás Olszevicki

–¿Por qué no nos cuenta un poco de qué se trata todo esto que se cuenta arriba?
–Toda mi carrera ha estado un poco ligada a lo que podríamos llamar el costado heterodoxo del protestantismo norteamericano y las unidades religiosas como los mormones, que tienen una trayectoria bastante amplia y que se han caracterizado por un fuerte énfasis en la evangelización.
–¿Hay muchos mormones acá?
–En Argentina, más o menos. Ese es un tema del que habría que hablar: las estadísticas. Anotados como miembros de la Iglesia, bautizados, hay algo más de 300 mil.
–Los mormones son la Iglesia de los Ultimos Días, ¿verdad?
–Exacto. Siempre estuve vinculado a ese campo de las heterodoxias religiosas del protestantismo, su difusión en Argentina, en Latinoamérica (especialmente la mormona). Pero también trabajé con otros proyectos dentro del campo de la antropología-sociología de la religión con grupos llamados esotéricos...
–Bueno, cuénteme qué pasa con los evangélicos en la Argentina. ¿Crecieron? ¿La Iglesia Católica está alarmada?
–Eso es muy interesante, porque es evidente para todos los analistas que de 20 años a esta parte ha habido cierta reestructuración en el campo religioso nacional. Es decir, muchas congregaciones que ya estaban presentes en el país en los años ’50 y ’60 (evangélicos, pentecostales) comienzan a hacerse más visibles, a adquirir más notoriedad y también a tener más gente en sus cultos. Eso cambió un poco el panorama. Estudios sobre Latinoamérica, más regionales, también parecen evidenciar esta especie de cambio religioso, aunque se mantenga una presencia de la Iglesia Católica muy fuerte en el plano institucional. La incidencia de la Iglesia Católica en la arena nacional, en las cuestiones que tienen que ver con la política y la sociedad, sigue estando muy presente, mientras que lo que está más relacionado con lo espiritual, con la profesión de fe, decrece bastante.
–¿Y a qué se debe?
–Como todo fenómeno social, hay muchos factores. Podemos pensar en cierta anomia social, sobre todo en los contextos donde se difunde tanto el evangelismo, como en las comunidades andinas o preandinas (en Catamarca, por ejemplo). Una alumna mía hizo un trabajo en Antofagasta de la Sierra sobre la difusión del evangelismo, y encontró que mucha gente que se convierte está a la espera de tener una participación cada vez más activa en su religión, teniendo en cuenta las vidas rutinarias y duras que llevan. La llegada de estas iglesias les permitió, en un contexto donde el catolicismo llegaba muy poco, tener una participación más activa, un contacto con la divinidad más cercano.
–¿La anomia lleva al evangelismo por esa razón?
–Bueno, al haber muy poca estructuración (ya sea en lo laboral, en lo emocional) se genera una falta de contención que puede ser llenada por muchas cosas. El evangelismo es una...
–Ante la falta de estructuración social la gente se siente un poco perdida. Podría buscar la estructuración en la Iglesia Católica, pero no lo hace. Opta por el evangelismo, que tiene una estructura mucho más directa, no tiene una jerarquía, no tiene un Vaticano... ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no buscan eso en la Iglesia Católica, que parece más estructurada?
–Bueno, ahora la Iglesia Católica está buscando recrear esa presencia activa del fiel, del creyente. Yo creo que, en muchos casos, ante la sensación de vacío, la Iglesia Católica no da respuestas. Muchos prefieren un tipo de religiosidad distinta, con más expresividad corporal, sin mediación ante la divinidad, con un contacto directo con el Espíritu Santo. También tiene mucho que ver la cuestión de la autonomía: las Iglesias protestantes a lo sumo están en alguna red de federaciones, o de alianzas bastante inconsistentes, pero cada congregación es autónoma. De ahí que sean tan cismáticas, que haya tantos procesos de escisión. Esos pequeños liderazgos locales tienen su propia dinámica.
–¿La teología de todas esas iglesias es la misma o varía mucho?
–Hay cierta teología que se comparte: el contacto abierto con la Divinidad para recibir salud, tener prosperidad material, cierta dimensión estética (el baile, la danza, el canto). Una dimensión estética que no es para nada menor. Fíjese que también fue muy importante en el catolicismo y en el período barroco. Recuerde el catolicismo popular y las nuevas devociones que tienen una carga estética fuertísima.
–¿Por ejemplo?
–El Gauchito Gil.
–Esas devociones al Gauchito Gil, o a San Cayetano, ¿no son también una forma de contacto directo? ¿No son una forma de protestantismo?
–En el sentido del contacto directo, sin duda alguna. Si uno va y habla con un devoto, éste le va a decir: “Yo voy, le pido algo al Gauchito y él me cumple”. Hay algo muy personal allí. Pero hay que tener en cuenta que la teología protestante diría que tanto el Gauchito como San Cayetano son mediadores y que el diálogo debe darse directamente con el “patrón”. De todos modos, ésa es una sutileza teológica; desde el punto de vista de la vivencia subjetiva, son iguales.
–¿Qué clases sociales son las que se están convirtiendo al evangelismo?
–Desde los años ’60, con los primeros estudios sobre el pentecostalismo evangélico en América latina, se lo vinculaba mucho con los sectores populares y con el cambio estructural económico (el empobrecimiento, la migración del campo a la ciudad) que generaba una suerte de anomia. La teología de la prosperidad, de la posibilidad de recibir bendiciones divinas de manera directa, atrajeron las esperanzas utópicas de los sectores más pobres. En general, no es difícil advertir que el pentecostalismo efectivamente crece con más ímpetu en las clases populares. Pero también es necesario admitir que hay variaciones: el evangelismo tal vez menos pentecostal...

viernes, 25 de diciembre de 2009

Club del chiste

Agradecemos a "Pequeña Alesita" por sus colaboraciones que iremos publicando en este Club del Chiste. Les recordamos a todos que pueden enviarnos sus chistes sobre ciencia a leonardomoledoblog@gmail.com


Navidad. Fiesta de funciones. Están todas las funciones bailando, tomando alcohol, contando chistes, salvo e^x que está sentada en un costadito con cara de aburrida. Se le acerca x^2, anfitriona de la fiesta, y le dice:
-Vamos, che!! Integrate!!
- ... Para qué? si total da lo mismo...

miércoles, 23 de diciembre de 2009

La Dama de la Torre: Capítulo 2



En el inicio vimos delinearse la figura de Lady Chevesley, habitante en tiempos oscuros y perdidos de la Torre maldita. Una primera pincelada gótica, apenas una iluminación parda. Después, el capítulo uno nos recibió con un asesinato: cruel y macabro, un cuchillo atravesaba a sangre fría al afamado lógico Gregorio Klimosvky a metros de la plaza de Almagro. Nuestro narrador y el Comisario Inspector Díaz Cornejo interrogaron a un grupo de alumnos que se apiñaban para ver el cadáver de su profesor. En busca de la verdad, vimos a estos dos nobles personajes sumergirse en el oscuro interior de la Sociedad Argentina de Lógica, SOLOG.
Hasta allí nos llevó esta atrapante historia de misterio, ¿qué más nos deparará? Hoy, la segunda entrega de La Dama de la Torre.

CAPITULO 2

Era un caserón enorme. Los policías ya habían estado allí; todas las luces estaban encendidas. Se ajustaba perfectamente a cierto gusto arquitectónico pasado de moda ; una pared de vitral separaba el patio del hall central. Durante muchos años los techos fueron avanzando sobre los patios: ocuparon primero una parte del patio colonial, luego esa misma parte fue cerrada por medio de una pared de vidrios, alrededor de la cual se desarrollaban las habitaciones. SOLOG no había escapado a la regla. Sin embargo, era un lugar plausible, lo cual es decir bastante.

Sobre una de las paredes, una cartelera de corcho anunciaba cursos, conferencias y seminarios: la prueba fáctica en Hegel, el empirismo en Russell, la lógica polivalente en Whitehead. Husserl y la prueba ontológica. Lógica poscartesiana. Lógica y sociedad. Los nombres de los lógicos se alineaban prolijamente debajo de los seminarios a dictar, como si fueran alumnos.

Las habitaciones se habían transformado en aulas y comunicaban todas entre sí. En el centro del hall, un escritorio, más que apoyado sobre el piso, parecía suspendido entre las paredes y el vitral. Sobre él, un teléfono negro, sutilmente, brillaba. En el patio, una hilera de columnas delgadas y probablemente innecesarias, confería volumen al conjunto. Las paredes estaban pintadas de rosa pálido. Al fondo, un baño y una cocina rebosaban simplicidad. Una caja de fósforos, depositada junto a las hornallas, insinuaba desprecio por la tecnología. Los fósforos estaban húmedos, inservibles.

-Mire esto- dijo el Comisario Inspector desde el patio.

La pared medianera estaba separada en tres partes claramente demarcadas por gruesos trazos verticales de pintura blanca. Los paneles de los costados carecían de importancia, pero en la parte central casi fosforecía un fresco monumental. Era una pintura tétrica y desgarbada: figuras humanas que se apretujaban inconexamente junto a una fosa común. Pero casi todo el cuadro estaba ocupado por el mar, un mar que producía desconfianza y que golpeaba sin concesiones un altísimo promontorio coronado por una fortaleza de piedra.Contra el fondo abstracto se recortaba con sus casi doce pisos de altura, la Torre. Desde una flota primitiva un grupo de lógicos, con pesadas armaduras, intentaba escalar mediante sogas, la roca impenetrable. En otro lugar, epistemólogos inflexibles acechaban. Se trataba de una guerra muy particular y muy antigua, que nunca había terminado de resolverse, porque era una guerra sin bandos donde todos eran enemigos, pero que respondía a una invisible organización. Era un torrente gótico que asustaba: ¿qué hacía allí en SOLOG, un lugar iluminado por la luz de la razón?

-Madre mía- dijo el Comisario Inspector- qué extravagancia. La verdad es que da miedo. Nunca esperé tanto de los lógicos.

Yo tampoco, en verdad, y propuse registrar la biblioteca. ¿Dónde puede encontrarse algún indicio en la casa de los lógicos?

-  Esta bien -  dijo el Comisario Inspector  -. Registremos la biblioteca.Tiene sus antecedentes literarios, aunque resulta pretencioso. Lo único malo es que debe ser por completo interminable.

Sin embargo, no era así. La biblioteca estaba instalada en un cuarto al fondo que muy probablemente en otras pocas había sido usado como cuarto de servicio. Dos armarios cerrados con llave contenían los libros. Cuando abrimos las puertas, las pilas encimadas se desparramaron por el suelo. Alcé al azar los Principia de Russell. Afanosamente recorrí las páginas buscando alguna hoja marchita, alguna flor de papel, guardada por lógicos del pasado, pero no. No había nada. La filosofía flotaba sobre el maderámen del piso como un líquido que ningún trapo húmedo podría erradicar. La Lógica del Descubrimiento de Popper se abrazaba con la Ideología Alemana de Marx, gruesos volúmenes de Schlick competían con Nagel y Hempel. Lógicos de dudoso origen se amontonaban sobre el piso como cosas viejas. La Crítica de la Razón Pura, en una edición in quarto, ofrecía un aspecto miserable y los textos de Filosofía habían perdido casi toda su solemnidad, nada de aura quedaba en ellos, nada de esa pretensión de un conocimiento perfecto, o aún semiabsoluto. El empirismo lógico ocupaba un lugar apreciable, sobre el que se acumulaban carpetas con refutaciones de la escuela de Frankfurt.
El segundo armario estaba ocupado por una solitaria pila de best sellers que nos produjeron una sorpresa notable. ¿Agregaban átomos de vida, de acción, en ese frío transcurrir de la Filosofía? El Pecado sin Final, El Collar sin Sentido, La Fuerza de las Cosas, Rehenes en la Catedral. Detectives atrevidos atravesaban aquellas páginas en castellano, en inglés, en francés, e incluso algunas en un idioma nórdico que no reconocí. Eotvos Sierkmaas, rezaba, ininteligible, una tapa donde una mujer muy bella se precipitaba en una fosa marítima.

-  Mire - dije de pronto - qué curioso: The Lady in the Tower, La Dama de la Torre, la novela que estoy traduciendo. ¿No es una casualidad?

-  Por supuesto que no  - dijo el Comisario Inspector. -  Todas estas novelas se parecen entre sí. ¿Qué tiene de raro que aparezca una de ellas en un lugar cualquiera?

-  Este no es un lugar cualquiera. No veo que puede hacer La Dama de la Torre entre estos libros de Filosofía.

-  Yo tampoco. Pero no creo que ganemos demasiado tratando de averiguarlo. Y en cuanto a los best sellers, cierto que ahora usted se dedica a ese tipo de traducciones. Me había olvidado. Debe ser un trabajo espantoso.

-  Más o menos. Con treinta páginas por día me alcanza para vivir, y además, como en esas novelas ni el argumento ni los detalles tienen la más mínima importancia, si uno se equivoca y mezcla el vampiro del más allá con la condesa desesperada, nadie se va a dar cuenta.
-   Salvo el vampiro y la condesa. Pero tampoco nadie se daría cuenta si usted introduce una página de la Lógica Simbólica de Nagel en la Tradición Empírica de Hempel. Estamos ante la vanidad de todo. Aunque si quiere que le diga la verdad, pienso que aquí perdemos el tiempo. De estos libros no vamos a sacar nada en limpio, aunque solo sea porque ni siquiera están de acuerdo los unos con los otros. En cambio los best sellers forman una unidad monstruosa, pero tan redundante que tampoco significa nada. Este es un lugar vacío de ideas y de sentido. ¡Y ese panel! Me quiere decir qué significa ese panel?

Volvimos al patio a mirarlo, pero no sacamos ninguna conclusión. Salvo que, pese a la pesada estática del conjunto, el tiempo transcurría ahí adentro, eso era totalmente evidente. ¿Y afuera? No, afuera parecía no transcurrir. Toda la decoración, por su misma austeridad, casi colindante con la nada, tendía a lo intemporal. Cuando empezó a sonar el teléfono sobre el escritorio del hall, puso en marcha un mecanismo de sonido que hasta ahora había permanecido oculto. Los ecos rebotaban por todas partes en las paredes, salvo en el panel, que los absorbía. De la energía acústica parecía vivir.

El Comisario Inspector se apresuró a atender. Pude verlo farfullar abyectamente en el tubo, y desgranarse en adioses que más bien parecían súplicas.

-  El Jefe de Policía -  dijo cuando colgó -  Exige la inmediata resolución del caso, argumentando que es imprescindible que la muerte de un lógico sea esclarecida al instante. Y cuando se pone así, es muy peligroso, ya que se trata de una persona increíblemente autoritaria y arbitraria hasta lo vejatorio.

-  ¿Y usted lo soporta?

-  No. Por supuesto que no lo soporto, pero qué quiere. Uno está condenado a ser atropellado por sus superiores, y, lo que es peor, esto termina por producirnos placer. El Jefe de Policía es un ser por completo infantil, en cuerpo y alma. Además, es redondo.

No entendí lo que quería decir esto último. El teléfono sonó nuevamente. El Comisario Inspector atendió con resignación, y volvió a deshacerse en adulaciones.
-  ¿Otra vez?

-  Otra vez. Me sigue a donde vaya, vigila mi trabajo y es capaz de controlarme llamando hasta a los teléfonos públicos. Cada uno tiene su cruz.

-  Yo tengo mis novelitas que traducir.

-  Es una cruz más liviana. Debo admitir que lo envidio. Cada vez que el Jefe de Policía tiene suficiente público, cuenta una anécdota sobre su carrera policial, con lo cual todo se vuelve más insoportable de lo que es.

-  ¿Y por qué se interesa tanto en este asunto? Se deben cometer miles de asesinatos por día en la ciudad.

-  No se si miles. Pero rara vez, o mejor, nunca, de lógicos.
-   Tampoco hay tantos lógicos.
-  Cierto. Pero en este caso, la situación es critica. El Jefe de Policía , además de todo, se considera un filósofo, y la lógica, por lo tanto, le toca muy de cerca. Lo único que me faltaba, con el problema que tengo entre manos.

-  ¿Qué problema?

-  ¿No le parece mejor que vayamos a un café? Este lugar ya se está enrareciendo. Demasiados espectros de la filosofía. Además, si nos quedamos cinco minutos más, el Jefe de Policía va a llamar de nuevo.

Y en efecto, mientras salíamos, el teléfono volvió a sonar. Nos apresuramos y cruzamos la puerta de SOLOG, hacia la libertad de afuera, esperando no tener que volver nunca más.

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martes, 22 de diciembre de 2009

Ronda de las galaxias (copla)

Galaxias por aquí
galaxias por allá
mi galaxia favorita
¿dónde andará?.

Mil millones de mundos
apilados
en islas de luz
abrazados.

Galaxias lejanas
luces en el cielo
no trates de alcanzarlas
con tu pañuelo.

Entre tantas galaxias,
¿qué será de mí?
¿cómo me encontraré
si me perdí?


Millones de galaxias
brillando en lo oscuro
cruzando el universo
vacío y duro.


Galaxias aquí
galaxias allá
Mi galaxia favorita
¿dónde estará?

Galaxias espirales
flor de mi flor
muchos miles de estrellas
en tu fulgor.

Galaxias espirales
papel de arroz
donde haya una galaxia
estoy con vos.




Galaxias a millones
en la espesura
en la vastedad del cosmos
negra y oscura


que siga la ronda
que la rueda ruede
en el cielo vacío
todo se mueve.

caminito de galaxias
del universo
caminito del cielo
pulido y terso.

Hay una galaxia
espiralada
que desde ayer me tiene
enamorada.

Hay una galaxia
aquí al costado
que siempre me tuvo
enamorado.

Millones de estrellas
en cada una
y de ellas no tengo
casi ninguna.

domingo, 20 de diciembre de 2009

"El intelectual debe estar entre el laboratorio y la plaza pública" (Parte II)

 SEGUNDA PARTE DE LA ENTREVISTA A FRANÇOIS DOSSE, DE LA UNIVERSIDAD PARIS 12, HISTORIADOR Y FILOSOFO DE LA HISTORIA


–Usted mencionó hace un rato la relación entre memoria e historia. ¿Qué pasa allí? ¿Puede existir una sociedad que recuerde todo? ¿O una que olvide todo?
–Bueno, para empezar a responder debería citar un pensamiento de Ernest Renan, del siglo XIX. En su conferencia “Qu’est-ce qu’une nation?”, él maneja y desecha una serie de hipótesis: que la nación es una lengua, que la nación es una religión, que la nación es una geografía. Lo que termina diciendo es que una nación es la memoria común que tenemos para vivir juntos. Pero al mismo tiempo (y esto es una paradoja de la memoria y de la nación), si revisamos esa memoria común, nos apercibimos de que la unidad que hemos logrado se asienta sobre las guerras fratricidas y sobre la opresión. Entonces, si la nación está fundada sobre la memoria, también debe estar fundada, y acá está la paradoja, sobre el olvido de esa memoria. Desde este punto de vista, todas las naciones, todos los Estados, son el producto de este equilibrio difícil, muy difícil, entre olvido y memoria. Es allí donde Ricoeur trata de “hacer obra” de saber filosófico, diciendo que hay que evitar la demasiada-memoria al mismo tiempo que evitar la muy-poca-memoria. Les pongo un ejemplo de Francia: la época nefasta de la ocupación nazi, la Francia de Vichy. Si tras ese período los historiadores hubiesen dicho “bueno, ya se terminó, ahora cerramos el paréntesis, hacemos de cuenta que todo pasó y no nos ocupamos de eso”, lo que probablemente hubiese pasado es lo que Freud denomina el retorno de lo siniestro. Esta muy-poca-memoria probablemente habría llevado a lo que denomino patologías memoriales. De la misma manera, es necesario evitar la demasiada-memoria. Un gran historiador francés hablaba de “tiranía de la memoria”, término que se puede aplicar a esas sociedades que no cesan de conmemorar, de ocuparse de su patrimonio, de reciclar su pasado. En una entrevista, decía que dentro de poco vamos a estar conmemorando las conmemoraciones, celebrando los veinte años del bicentenario de la Revolución Francesa. Eso tampoco es bueno...
–Nosotros tenemos un problema aquí, tanto o más grave. Usted sabe que tuvimos una dictadura militar terrible. Y es un poco difícil pensar cómo se puede resolver la tensión entre memoria y olvido cuando los asesinos están libres. Y cuando hay tantos desaparecidos.
–Resolver es un horizonte inaccesible. Para sociedades que tienen un pasado tan traumático como el de Argentina es interesante pensar en la categoría freudiana, retomada por Ricoeur, de “trabajo de memoria”. Para entender el concepto, podría ponerle otro ejemplo: tenemos en Francia, hoy en día, una multiplicación de leyes de la memoria, de regulaciones estatales de la memoria. Para que se den una idea: hoy una persona que niega que el crimen contra los armenios entre 1915 y 1917 fue un genocidio es candidata a la prisión. Muchos historiadores estamos en contra de estas leyes: consideramos que el trabajo de la memoria es indefinido y que no se debe fijar ni regular mediante una ley, que hay que dejar que se desarrolle y que ande su propio camino. Nosotros creemos que es necesario dejar trabajar a los historiadores y a la memoria: el trabajo de memoria debe ser hecho, dentro de la sociedad, en esa relación tensa y enriquecedora entre historia y memoria. Porque la historia y la memoria no son la misma cosa, y no podemos seguir pensando hoy la historia sin la memoria ni la memoria sin la historia. La historia se hace cargo de la cuestión de la verdad, de lo que es cierto. La memoria se ocupa de la fidelidad. ¿Qué sería de una sin la otra? Hace falta articularlas en una historia social de la memoria; enriquecer el discurso de los historiadores con las memorias de las víctimas, de las mujeres, de los presos.
–¿Qué hacemos con este problema de la memoria que tenemos los argentinos? ¿Cómo conjuramos estos miedos que vuelven permanentemente?
–No podría contestar eso. Lo que sí puedo decirle es que es necesario llevar a cabo hasta el final los trabajos de memoria, la búsqueda de la verdad. El historiador puede contribuir a ese trabajo de memoria diciendo lo que es mentira y lo que es verdad, lo que pasó y lo que no pasó, mediante un trabajo veritativo. Eso debe acompañar la expresión de la memoria de las propias familias de los chicos desaparecidos, de los que murieron por sus ideas políticas. Ahí, evidentemente, es necesario hacer un cruce entre la memoria y la corporación histórica. El trabajo del historiador, en ese sentido, es un trabajo tranquilizador, ya que el mismo discurso, la misma narración, tiene una función tranquilizadora. La función del historiador, para decirlo con términos de Michel de Certeau, es construir tumbas para los muertos. Honrar a los muertos y darles un lugar donde puedan conservarse.
–Hoy en día una persona va por la vida sin preocuparse demasiado por la memoria, forcluyéndola. La sociedad, se podría pensar, hace lo mismo. En la Alemania de posguerra, los niños no sabían ni siquiera lo que había ocurrido. Incluso hubo una polémica en torno de la serie Holocausto, que hacía visibles los horrores del nazismo. Según algunos pecaba de exceso de sentimentalismo, pero lo interesante es que algunos intelectuales sostienen que esa serie, por más adaptada a los mass-media que estuviera, funcionó como el primer envión para hablar del Holocausto en esa sociedad.
–Claro. Y tomemos el ejemplo de Primo Levi: un intelectual que denuncia todo eso en libros verdaderamente magníficos y que tiene miles de dificultades para hacer conocer su obra.
–Hay capítulos de su libro Los hundidos y los salvados en los que denuncia explícitamente esa falsa ceguera que se impusieron los alemanes. Lo curioso es que Natalia Guinzburg rechaza la obra de Primo Levi. ¿Se puede explicar eso?
–Creo que de alguna manera sí, pensando que hay algo en el dolor que no es comunicable, que está tan atravesado por un horror que se trona difícilmente audible. Y reconozcamos que es difícil comunicar lo incomunicable.

sábado, 19 de diciembre de 2009

"El intelectual debe estar entre el laboratorio y la plaza pública" (Parte I)

FRANÇOIS DOSSE, DE LA UNIVERSIDAD PARIS 12, HISTORIADOR Y FILOSOFO DE LA HISTORIA


¿Cómo definir una figura que corre, mudando sus elásticos contornos, entre Sócrates y Nietzsche, entre Zola y Sartre, entre Foucault y Voltaire? ¿Y cuál es la función, en una sociedad tecnificada, de aquellos que se dedican al pensamiento? Un diálogo que deriva hacia los horrores de la última dictadura militar argentina y a la tensión entre historia y memoria.






Por Leonardo Moledo y Nicolás Olszevicki


–La primera pregunta es muy obvia: ¿qué es un intelectual?
–Es como que me pregunten: ¿Qué es la vida?
–Bueno... ¿qué es la vida?... ¿Qué es un intelectual en la vida?
–Bueno, aunque a simple vista parece fácil decirlo... obviamente no lo es. Porque un intelectual no es una cosa que tenga un valor o una función transhistórica, sino que hay que contextualizarlo. Lo que habría que decir, en primer lugar, es que es una construcción social y que no hay una manera de definirlo que corra inmodificable desde la antigüedad hasta hoy en día. Podemos, sí, decir que lo intelectual se opone a lo manual: ésa sería una definición de corte sociológico. Pero es fácil darse cuenta de que esa definición no es suficiente en una sociedad moderna donde la mayor parte de la población sabe leer y escribir. A partir de allí se puede hablar de una profusión de lo intelectual: casi se podría decir que todas las funciones sociales son dominantemente intelectuales. O sea que al mismo tiempo que la definición sociológica habría que buscar otra matriz para decir qué es un intelectual. Un punto importante es que el intelectual debe salir de la competencia de su saber específico, particular, para tomar partido dentro de la sociedad, de la ciudad, de los asuntos públicos: debe utilizar su propia competencia, pero también debe salir de su especialidad. A partir de allí se da la figura del “intelectuel engagé” (intelectual comprometido), que puede estar comprometido con la derecha o con la izquierda, no importa, pero que toma partido en los asuntos de actualidad. En Francia, por ejemplo, tenemos un modelo, que es un modelo que viene del siglo XIX, que es el del intelectual dreyfusiano.
–Zolá.
–Exactamente. Un intelectual que, más allá de sus trabajos literarios, es capaz de dejar la pluma para tomar partido en la plaza pública, para encarnar los valores de la justicia, para defender la inocencia del Capitán Dreyfus en contradicción con la razón de Estado. Es esa función la que va a hacerse emblemática, más tarde, con la figura de Sartre en los años ’50 y ’60. Sartre, en tanto que hombre de teatro, en tanto que escritor, en tanto que filósofo, va a encarnar la figura del intelectual que defiende lo universal, que corporiza la justicia. Es el modelo paradigmático, tal vez, del intelectual dreyfusiano. Había un historiador, Pierre Vidal Naquet, que hablaba de sus propios “affaires Dreyfus”: uno de ellos fue involucrarse en la guerra de Argelia y, por ejemplo, demostrar la inocencia de Maurice Audin, un joven matemático comunista militante de la causa anticolonialista que fue torturado y desaparecido por la armada francesa...
–O sea que un intelectual viene a ser aquel que se involucra “en la plaza pública”...
–No solamente. Ese es apenas un modelo de intelectual, el intelectual dreyfusiano. También está el intelectual mediático: aquel que, sobre todo, produce libros y artículos y que sale en la televisión y en la radio disertando sobre temas de actualidad. En Francia hay muchos: un ejemplo es André Glucksmann. Además, hoy en día, creo que está construyéndose un nuevo modelo de intelectual: el intelectual democrático, que es aquel que trata de conjugar lo que Max Weber llamó ética de la convicción y ética de la responsabilidad. Evidentemente, son los intelectuales que hacen menos escándalo, menos ruido, pero que son de todos modos esenciales para abordar los temas cada vez más complejos de la sociedad moderna. Aquí es central la idea de hacer jugar la controversia, de darle lugar al debate. Hay todavía otra figura del intelectual, que fue descripta por Michel Foucault, que es la del intelectual específico. El intelectual específico es aquel que destruye las evidencias y las universalidades, que adquiere su legitimidad a partir de su lugar parcial y fragmentario. Foucault propone como modelo al físico atómico Oppenheimer, “el padre de la bomba atómica”, que si bien tenía una especialización en las ciencias duras, manifestó su disconformidad sobre el peligro que conllevaba su descubrimiento. Hay evidentemente intelectuales de todos estos tipos, y todos estos tipos aparecen mezclados muchas veces: pienso ahora en Paul Ricoeur y la importancia que tuvo tanto como filósofo y como ciudadano.
–Usted habla también de los intelectuales como máquinas de la sospecha. ¿Qué es eso?
–Efectivamente, hay una figura netamente dominante en la crítica e hipercrítica de los años ’60, que es la que Ricoeur llamó “pensadores de la sospecha”, cuya armadura estaba formada por Marx, Freud y Nietzsche. La sospecha es un momento solamente, pero hace falta ir más allá de eso. Los análisis marxistas, freudianos, nietzscheanos tienen un inconveniente: si bien revelan mecanismos ocultos, no toman jamás en cuenta al actor, al discurso. Lo que piense el actor, su intencionalidad, su discurso, no tienen ningún interés porque la lógica de la realidad está por detrás y es necesario desenmascararla. La gran transformación actual, el gran cambio de paradigma, que se está dando desde mediados de los años ’80, es el interés que se pone en la parte explícita y reflexiva de la acción del sujeto, del actor. La sospecha tiene su lugar, pero no es un lugar que deba poner en cuestión todo el tiempo el discurso del otro: los propios actores también le otorgan inteligibilidad a lo que hacen, a lo que piensan, a lo que dicen.
–¿Usted se considera un intelectual?
–No lo sé. La figura del intelectual es un poco especular: son los otros quienes deben decir si uno lo es o no. Es la imagen que nos devuelven los otros la que nos determina como intelectuales o no. Pero si tuviera que situarme en esta taxonomía que acabo de describirles, les diría que soy un intelectual eminentemente crítico, que trata de unir las figuras del intelectual dreyfusiano y el intelectual democrático. Creo, por el lado democrático, que las cosas son más complejas que blanco y negro y que hay que tratar de desenredar la maraña de la realidad mediante la discusión. Pero también, en ciertas circunstancias, me reconozco con el intelectual dreyfusiano que se ofusca con las decisiones políticas y jurídicas y que sale a la plaza pública a gritar su verdad. Todo depende de la situación: no es necesario que una figura deba adscribir exactamente a uno de los modelos. Pero es verdad también que si tomamos la evolución del siglo XIX al siglo XX vemos crecer la figura del intelectual que entiende el discurso del otro. Para definir al intelectual democrático, me gusta pensarlo como una figura a mitad de camino entre el laboratorio y la divulgación.
–¿Cómo es eso?
–El trabajo del intelectual debe ser un trabajo instersticial. Veamos. El intelectual está enfrentado, hoy en día, a la parcelización del saber, a la tecnicización del discurso, al contrario de lo que ocurría en el siglo XVIII, con la Enciclopedia y con esos intelectuales que eran a la vez físicos, botánicos, hombres de letras. El compromiso con la sociedad de esos intelectuales parcelizados, hoy en día, no se agota en el laboratorio, en su trabajo específico, en las ciencias duras. Es necesario poner en circulación ese saber. La tarea del intelectual democrático es tratar de aclarar las cosas que están pasando, pero no desde una posición elevada, sino desde una posición más modesta: la de un individuo que está a la escucha del laboratorio de los sentimientos y que lo traduce de tal manera que sea inteligible. Para eso, el intelectual debe salir de su propia competencia particular.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Club del chiste

Agradecemos a "Pequeña Alesita" por sus colaboraciones que iremos publicando en este Club del Chiste. Les recordamos a todos que pueden enviarnos sus chistes sobre ciencia a leonardomoledoblog@gmail.com


Un ingeniero, un físico y un matemático duermen en la misma habitación. En eso, un cigarrillo prendido antes de que se quedaran dormidos prende fuego el cesto de basura. El ingeniero se despierta, ve el incendio, busca un matafuegos y lo usa. Creyendo que apagó el fuego, vuelve a dormir.
El físico, que había visto la escena, se da cuenta de que el fuego vuelve a brotar. Piensa: "las altas temperaturas podrian matar a alguien. Deberia apagar este fuego. Como puedo hacerlo ? Vamos a ver... podria hacer descender la temperatura del tacho por debajo del punto de ignicion del papel, o quizas aislar el combustible del oxigeno... podria conseguir esto echando agua.". Lo hace y se va a dormir. Pero las brasas vuelven a encender el fuego.
El matemático, que lo vio, ve que el fuego vuelve a brotar. Se levanta y piensa: "el físico vio el fuego, le tiro un vaso de agua y se fue a dormir. Por lo tanto, ya existe una solucion al problema". Y vuelve a dormir.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La dama de la torre (Prólogo y capítulo 1)


A partir de hoy, todos los miércoles se publicará en este mismísimo blog un capítulo de la inédita novela por entregas La dama de la torre, una historia de misterio, intrigas, amores, ciencia y asesinatos; un relato sobre la literatura, lo siniestro y la lógica; una novela donde convive lo gótico y lo luminoso, el thriller policial y el espíritu decimonónico; una historia atrapante que esperamos que disfruten.






PROLOGO
 

Solitaria, con sus doce pisos de altura,la Torre se elevaba en medio del páramo casi como una amenaza. Había sido construída en un período indefinido; ningún habitante de las aldeas que se amontonaban al pie de la fortaleza conservaba la memoria de su erección. Sin embargo, circulaba una leyenda según la cual había sido edificada por el Thane de Cawdor, en la época de la lucha entre los clanes y el Arzobispo de Canterbury había lanzado sobre cada una de sus piedras grises, con la rústica forma de adoquines, una sombría y hermética maldición; nadie, de los que nacieran allí, alcanzaría la felicidad de la memoria. De ahí en más, todo se tornaba confuso.

Lady Chevesley se despertó de repente; había sido atenaceada por sueños farragosos como un trámite, que irrumpieron de pronto con la energía de una pesadilla feudal. Dos doncellas la vistieron
apresuradamente, y descendió la empinada escalera rechazando a los criados que se esforzaron por retenerla. Atravesó dormitorios y mazmorras como una exhalación, despreciando las ráfagas que barrían los patios múltiples. En los portones, el Gran Mayordomo hizo una última tentativa por detenerla; pero ante su obstinación, mandó que le prepararan el carruaje.

En las diversas aldeas que rodeaban el páramo se tejieron complicadas versiones sobre su probable destino. Pero nadie mencionó la Plataforma de Elsinore.

Esto, no obstante, ocurría en épocas tan remotas que sólo mencionarlas daba miedo, y nadie lo recordaba más que como una leyenda. Pero todos repetían, que, como toda leyenda, reflejaba puntualmente la verdad.




CAPITULO 1

Debí habérmelo imaginado; la noche había estado poblada de errores insignificantes: un grito algo estentóreo
aquí o allá, corrientes de aire sutilmente frías, que discordaban con el deslizarse del verano, resplandores de mercurio que, de tanto en tanto, interrumpían el fluir de la oscuridad. La plaza Almagro, contundentemente vacía a esa hora, evocaba los tiempos más terribles del gobierno militar.Palpitaba como un escenario ansioso, a la espera de acontecimientos que colmen su capacidad y le den vida. Hasta allí, todo resultaba normal, pero la calle Bulnes era más un oscilante decorado que un lugar concreto; las casas bajas,chatas y alineadas parecían un ejército que adivinara de antemano su derrota. Sobre ellas, los árboles se cernían como oficiales de alta graduación.

La gente se amontonaba sobre la vereda, donde merodeaban los policías.Me acerqué al Comisario Inspector Díaz Cornejo, que movía las manos nerviosamente.

-Aquí estoy   le dije.   Como ve, no tardé mucho.

Pero no me prestó atención  -Un lógico! - dijo.  Ni más ni menos.  En la voz se mezclaban la rabia, el fastidio y alguna otra cosa no muy bien definida.  -A quién se le ocurre asesinar a un lógico?

-Un lógico?

-Allí lo tiene.

Sobre las baldosas de la calle Bulnes, el lógico estaba muerto y bien muerto. Un enorme cuchillo de carnicería penetraba cruelmente por la espalda y asomaba por el pecho, atravesándolo de parte a parte. En la punta acerada aún oscilaba un delgado hilo de proteínas. Era un cadáver pequeñito, encorvado. Cualquiera hubiera dicho que la muerte no hacía más que disimular lo que, de otra manera, hubiera sido una joroba. Parecía no tener huesos, ser carne pura, el proyecto o el borrador de un fantasma. Una vez que la envoltura se evaporara, sería completamente incorpóreo. Un cierto clima de amenaza se propagaba por el ambiente.

- Y cómo sabe que se trata de un lógico?

- Me lo acaban de decir.

Miré alrededor. Estábamos rodeados de personas a medio vestir, vecinos y curiosos que paseaban a la noche en busca de un espectáculo y que esta vez habían obtenido el mejor de los premios. Entre ellos, como peces, pululaban los policías. Pero el público, como siempre, tomaba la muerte del lógico como un fenómeno natural, un accidente que destruye parcialmente la coherencia de todos los objetos, devolviendo cualquier escenario a un estado fragmentario, pero salvando la arquitectura de fondo. Lo cual, naturalmente, es un error; la coherencia, como la perspectiva, no es mas que una ilusión óptica; basta un microscopio, o en su defecto una lupa, para reducir a cenizas a las dos. De una manera u otra, la noche era viva y oscura, como un animal voluminoso.

Un grupo de alumnos, agrupados como al azar, pero deliberadamente formaban círculo, a unos metros. Se habían alejado del cadáver como si el vínculo docente que alguna vez los había amarrado al lógico se estuviera esfumando a ojos vista. La docencia rara vez sobrevive a la muerte, ya que es una cualidad de la carne, que se descompone fácilmente. Nunca alcanza a los huesos. Los alumnos, por lo tanto, contemplaban el cadáver con cierta indiferencia.


El Comisario Inspector no se decidía a intervenir. Los policías interrogaban con desgano a los espectadores, pero no pasaban de eso. Quién era, qué había pasado, qué habían visto, y así.

Tres alumnos se arrodillaron junto al cuerpo y lo examinaron minuciosamente, rompiendo esa tenue solución de continuidad (tantas veces invisible) entre un hombre y su cadáver. Trataban de encontrar ese punto impreciso que tantos filósofos han buscado en vano,ignorando que se trata apenas de un artificio, que varía de poca en poca, al compás de los usos y costumbres. Un grupo de campanas,lejanamente, emitió un quejido metálico.

- Salíamos de un seminario   dijo uno de los alumnos

-  Lo perdimos de vista un instante   dijo otro.

-  Y de pronto, estaba así.  completó el tercero.

-  De lo cual se deduce que no debe perderse de vista a la gente - dijeron los tres a coro. Afinaban perfectamente.

 - Eso es todo lo que vieron?

Los alumnos se consultaron en voz baja durante un tiempo que me pareció interminable.

 - Por la esquina de Sarmiento nos pareció ver que se alejaba un auto- dijeron al fin.

 - Qué auto? Lo recuerdan?

Pero no lo recordaban. Como todos los alumnos, tenían una vaga tendencia hacia lo abstracto, y entonces superpusieron descripciones totalmente discordantes, aunque al final consiguieron sintetizar un Peugeot azul. Era un detalle pobrísimo, pero los alumnos no habían visto nada más.

  Se llamaba Gregorio Klimovsky y era uno de los lógicos más conocidos de aquí.  ahora hablaba un alumno excelente, de cualidades excelsas. Delgado y carcomido por la ansiedad, en sus ojos relumbraban antiguas universidades, que la calle despojaba de color. Universidades enjoyadas, arquitectónicamente adorables, sostenidas por delgadas columnas de hormigón y luchas estudiantiles. Sin embargo, lo rodeaba un aura de desolación.

 - Era uno de los lógicos más conocidos de aquí  -canturreaba-  era uno de los lógicos más conocidos de aquí.

- Aquí dónde?

 -En SOLOG.

 -SOLOG? Y que es SOLOG?

 - No saben lo que es SOLOG? -de repente, el asombro sobrepasó cualquier límite. Obviamente, no podían creer en la pregunta. Cómo podrían entonces, elaborar una respuesta?

Fuí cauteloso.   Creo que no.   Los alumnos no contestaron. Probablemente, tenían miedo. La ignorancia los desorientaba aún más que la muerte. Para ellos, la realidad se dividía solamente en dos categorías, las de seminario y examen, y esta situación los inquietaba, como si estuvieran a punto de atravesar fronteras algo borrosas. Felizmente, se recuperaron.

- SOLOG : Sociedad Argentina de Lógica- lo dijeron con bastante aplomo. Las mayúsculas sonaban nítidamente en la estructura casi ósea de la calle Bulnes. -La sociedad que agrupa a todos los lógicos de Buenos Aires.

 -Ah- contesté yo, como si supiera. Se trataba, seguramente, de algo lo suficientemente importante como para haber podido reducirse a una sigla.-No me pueden decir algo más?

El Comisario Inspector me detuvo poniéndome una mano en el hombro. -No pregunte- me dijo. Las preguntas no sirven para nada, ni creo que saquemos nada en limpio aquí. En vez de pedir una explicación teórica, le propongo que visitemos esta honorable sociedad, a ver si vale la pena.

Y lo hicimos. Las mismas campanas de antes, repitieron el ángelus.

>>Ir al Capítulo 2

lunes, 14 de diciembre de 2009

El golpe final

Hay un cuento del memorable y hoy muy poco leído Dino Buzatti (1906-1972), en el que se describe el aterrizaje de un plato volador marciano en la terraza de una iglesia. Se había publicado en la colección grandes novelistas, de Emecé, junto con algunas otras piezas que valdría la pena recuperar, bajo el título genérico de El derrumbe. Lo cierto es que en este relato, el párroco, o el cura de turno, atiende a dos hombrecitos verdes que bajan del plato volador (Buzatti respeta puntillosamente la iconografía de la ciencia ficción). Los hombrecitos le dicen que en Marte saben todo sobre la Tierra, puesto que la han estudiado durante siglos. Pero hay una sola cosa que no lograron comprender: qué son esos "esos objetos" (las cruces) que se ven en la cima de las iglesias. Engolosinado por la perspectiva de una conversión extraplanetaria, el párroco entonces empieza a desgranar los pasos bíblicos del dogma: les habla del Génesis, del Jardín del Edén, del Arbol del Bien y del Mal, del inevitable traspié. Allí es donde los marcianos interrumpen el relato: "Pero entonces ellos comieron la manzana"; ante lo cual el párroco lo admite "¿acaso ustedes no habrían hecho lo mismo?". Y los marcianos responden: No. El Arbol del Bien y del Mal creció también en Marte, pero todavía está intacto; nadie ha probado jamás uno de sus frutos. El cuento sigue; Dino Buzatti, infinitamente más hábil en el planteo de los cuentos que en su solución, se embarca en un discurso no muy interesante (decide que es mejor haber pecado y adorar a Dios que no haber pecado nunca y vivir despreocupado, como, según parece o recuerdo, viven los marcianos de este cuento).

Naturalmente, no hay marcianos que hayan venido o vayan a venir jamás en un plato volador, ni en ninguna otra nave, pero sí en estos momentos sobre la superficie desierta y triste de Marte hay una nave terrestre buscando agua, y pronto llegará otra que tratará de encontrar rastros de vida primitiva. Si finalmente resulta que los hay, aunque se trate de microbios y no de "verdaderos extraterrestres", al estilo de los que nos acostumbraron la televisión y la imaginación (notar que ambos items se señalan por separado), quedará probado que la vida no es un fenómeno exclusivamente local; será sin duda una verdadera revolución conceptual, que pondrá en entredicho los supuestos más arraigados de las religiones monoteístas, fuertemente antropocéntricas, nacidas, de paso, en un momento en que la Tierra se imaginaba inmóvil en el centro del mundo, y los cielos a sólo poco kilómetros de distancia.

Hoy en día hay multitud de teólogos dedicados a resolver con las armas de su disciplina el problema que plantearía el recibir señales de una civilización extraterrestre avanzada, si es que llega la ocasión, o si se tiene algún atisbo de su existencia y de conciliarlos con conceptos tan centrales como la "salvación" a través de un hijo de dios humano, o la predilección de los credos monoteístas por la humanidad en un mar de civilizaciones inteligentes. Algunos imaginan una "salvación permanente" en los distintos lugares donde la vida haya evolucionado hasta dar seres inteligentes capaces de ser crucificados. De hecho, el párroco de Buzatti debería haber pensado en eso: las religiones monoteístas son funcionales a la creación única de la vida y aquí: la soledad cósmica.

El ateísmo es, desde ya, mucho más consistente con cualquier rastro de vida fuera de la tierra y al revés que la religión con cualquier superpoblación galáctica. No es que las religiones no se puedan adaptar a la aparición de microorganismos en Marte o en cualquier otro lado, pero seguramente al costo de numerosas operaciones ad hoc. Uno podría preguntarse qué importancia tienen los microorganismos, pero la existencia de microbios en un planeta que quizás haya sido muy distinto en el pasado, tal vez indique que hubo vida más compleja; y por otra parte, la existencia de vida fuera de la Tierra, probaría que ésta es un fenómeno natural y no casual, resultante de la química (como sostiene la ciencia) y no creado por un ser sobrenatural, como defiende la religión. Y hay más: si la vida es pan cósmica, no hay por qué pensar que los mecanismos de la evolución no lo son, y que cualquier atisbo vital puede terminar en vida inteligente y consciente. La adaptación de las religiones, que se han adaptado a cualquier cosa, será nuevamente, compleja.

Pero además la presencia de vida en Marte asestará el golpe final al biocentrismo humano, y por reflejo, al maltrecho antropocentrismo, que desde Copérnico en adelante no ha dejado de sufrir golpes y heridas narcisistas. El Spirit enviado a Marte tiene en sus manos (o mejor dicho, en sus ruedas) la capacidad de golpear puntos centrales de nuestra cosmovisión. Vale preguntarse si los que critican estas misiones por su alto costo, de todas maneras mucho menores que los presupuestos armamentistas de los países opulentos, tienen en cuenta estas variantes.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Club del chiste

Guía de bolsillo de la ciencia moderna:

    1. Si es verde o repta, es biología
    2. Si huele mal, es química
    3. Si no funciona, es física.
    4. Si no se entiende es matemáticas
    5. Si no tiene sentido, es economía o psicología.



 Recuerden que pueden enviar sus chistes sobre ciencia a leonardomoledoblog@gmail.com, así sumamos al repertorio.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Reelección y eternidad en el municipio de Miriápolis

En el municipio de Miriápolis, que como todos saben, queda lejos del mar, la tradición era perpetuarse. Así, el intendente José Raúl Fonseca pudo gobernar seis períodos seguidos, totalizando treinta y siete años. Angel Cabanillas reinó ininterrumpidamente desde su advenimiento, ocurrido a la temprana edad de veintitrés hasta su muerte acaecida a los noventa y cuatro, y el Intendente Horacio González Mariesco, mediante prótesis y sucesivos trasplantes de órganos logró el récord de ciento sesenta y un años, tres meses y cuatro días continuos al frente de la Intendencia Municipal.

Preciso es decir que, cuando el intendente requirió los últimos trasplantes necesarios para prolongar su vida, escasearon los donantes y fue preciso arrancar por la fuerza hígados, riñones, y aún brazos enteros a los despavoridos ciudadanos. No debe extrañar entonces que, cuando finalmente González Mariesco murió, el municipio entero diera un suspiro de alivio. No tanto porque la intendencia fuera mala. Si se exceptuaban los últimos cincuenta años de exacciones y sustracción forzosa de órganos, el largo gobierno supo llevar a cabo iniciativas interesantes, como la instalación de tres nuevos faroles de alumbrado público. No, no fue eso. Ocurría que, tras un siglo y medio de ver al mismo personaje, la población había terminado por aburrirse. El cambio es necesario, decían, la renovación es progreso, susurraban, sustituir es vivir, rezaban en las catacumbas. Por eso, y durante el período de fiesta que siguió al velorio, un movimiento popular impuso una cláusula que limitaba la ocupación del más alto sitial del municipio a cuarenta y tres años sin excepción. El nuevo intendente, Mario Ezequiel de los Ríos juró ceñirse estrictamente a ese mandato "más allá de lo cual" -fueron sus textuales palabras- "un gobierno se prolongaría demasiado".

Pero el poder tiene un tufillo, amigos, que enloquece más que el olor de un asado al atardecer o el perfume de una chica que pasa, dispuesta, por nuestra puerta y revolotea las calles de Miriápolis. A sólo seis días de asumir, Ríos pidió una prórroga de un mes, que logró imponer mediante artilugios parlamentarios. Nadie dio mucha importancia a un mes más, frente a los cuarenta y tres años que faltaban. Pero cuando al abrirse la siguiente Asamblea Municipal, el intendente argumentó que quienes limitaron su período a cuarenta y tres años en realidad habían querido decir "ciento cuarenta y tres", la Asamblea opuso una rotunda negativa: muchos de los redactores originales estaban presentes, y sabían muy bien lo que habían querido decir.

El Intendente aceptó la decisión "como el más humilde de los ciudadanos -fueron sus textuales palabras- que se inclina ante la sabia decisión de sus vecinos", pero al día siguiente mandó decapitar al presidente de la Asamblea y ordenó a los miembros restantes que revocaran la cláusula de los cuarenta y tres años sin reelección que "a todas luces -fueron sus textuales palabras-era arbitraria, injusta y disparatada al limitar el ejercicio del servicio público muy por debajo de las posibilidades biológicas aseguradas por la medicina moderna". La Asamblea, atemorizada, cedió.

Pero el intendente no estaba dispuesto a conformarse. Pidió que la reelección no sólo fuera posible, sino que además fuera obligatoria. Un pequeño conato de resistencia de los concejales terminó en una horrorosa masacre: el nuevo Concejo Municipal, totalmente domesticado, votó obsecuentemente que la reelección fuera obligatoria por doce períodos consecutivos, lo cual sumaba un total de quinientos dieciséis años, que a la población le pareció exagerado, pero al intendente demasiado exiguo,  "y propio -fueron sus textuales palabras- de quienes movidos por la mezquindad y la envidia son incapaces de ver y planificar más allá de períodos ridículamente cortos comparados con la historia de la Humanidad". Después de seis ejecuciones y no sabiendo cómo conformarlo, la Asamblea tuvo una idea: implantar la reelección obligatoria "mientras durara el Sol". La gente se consoló pensando que entre los 516 años de marras y los cinco mil millones de años que ha de brillar aún nuestra estrella central no había, al fin de cuentas, tanta diferencia.

Pero el Intendente se enfureció. No se resignó a ser efímero como los astros, y envió un ultimátum exigiendo que se revisara tan mezquina decisión. Y esta vez, sí, nadie se engañaba: el Intendente pedía la eternidad. Un comunicado municipal lo confirmó con citas de San Agustín: reelección "sub especie eternitatis dunque aparent rari nantes in urguite vasto."

Fue un gran error. Porque el pueblo de Miriápolis, que amaba la astronomía, odiaba las lenguas clásicas, y los latinejos del intendente fueron más de lo que pudo soportar. Un alzamiento popular arrasó con la Asamblea adicta que ya se prestaba a votar sumisamente el dictátum, se deshizo del intendente por métodos poco convencionales y estableció un férreo sistema que exigía el cambio de intendentes y funcionarios cada veinte minutos.

Lo cual, qué duda cabe, creaba muchos problemas. Especialmente de noche.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Navidad, año nuevo y el tiempo

Aunque participan de un mismo clima y son vecinas de calendario, Navidad y Año Nuevo son dos festejos intrínsecamente diferentes y hasta opuestos.

No lo parece a simple vista, ya que tanto una como otro son, en el fondo, fiestas romanas, agrícolas y solares.

La Navidad es un ingenioso artificio: cuando hacia fines del siglo tercero el cristianismo empezó a extenderse de manera sostenida, la Iglesia de Roma, con criterio político, decidió que la fecha del nacimiento de Cristo coincidiera con fiestas que ya se festejaban: el día del nacimiento "del sol inconquistado" (establecido por el emperador Aureliano, en 274, el 25 de diciembre) y especialmente las saturnales romanas, que comenzaban el 21 de diciembre y se prolongaban varios días, en los que Roma, de tradición eminentemente agrícola, celebraba el solsticio de invierno (el momento en que el recorrido anual del sol alcanza su punto más bajo en el cielo del hemisferio norte y empieza a subir). Aunque la primera referencia escrita es de 354, hay evidencias de que ya en el año 336 la Navidad se festejó el 25 de diciembre.

Año Nuevo también es una fiesta romana, agrícola y solar: marca el esfuerzo para que la medida civil del tiempo coincidiera con el ciclo anual solar, tema de vital importancia para las antiguas sociedades agrícolas que debían determinar las fechas de siembra y recolección ajustándose al ciclo de las estaciones astronómicas. Nuestro Año Nuevo, en particular, se remonta al siglo I a de C., cuando Julio César se deshizo del embrollo de los calendarios lunares móviles y estableció en todo el territorio romano el calendario solar de 365 días que, con reformas posteriores, es básicamente el que usamos hoy. La reforma entró en vigencia el 1º de enero del año 45 a. de C., que se convirtió así en el primer Año Nuevo "moderno" en Occidente.

Así, ambas fiestas, agrícolas, romanas y solares, sin embargo, tienen una diferencia fundamental. Navidad es una fiesta circular: como todo ritual, trata de abolir el tiempo y fingir que no existe; a las 12 de la noche del 24 de diciembre, nada cambia (lo cual explica un cierto desasosiego en quienes la festejan y no son religiosos), pero justamente ése es el motivo de la celebración: constatar que después de un tiempo, todo vuelve a ser como era y todo está, más o menos, en su lugar. No es un aniversario, sino una repetición; el tiempo vuelve, tranquilizadoramente, al mismo sitio, a la misma mesa, con similares comidas y bebidas y brindis.

Año Nuevo, en cambio, es resueltamente lineal, se lanza hacia el futuro, presupone el cambio, es propicio al proyecto (y es por eso que se hacen planes y promesas, se enuncian propósitos y se proponen augurios). A las doce de la noche del día de Año Nuevo todo el mundo sabe qué cambia, y sabe también que el tiempo pasa y no hay vuelta atrás, que tal hecho (el número de un año) no se repetirá nunca más. Es una fiesta progresiva y no ritual.

Secularizadas, naturalmente cada festividad se ha contaminado con elementos de la otra, y, a medida que adquieren un parecido perfil comercial, empiezan a confundirse. Pero la transición de la última semana del año sigue, de alguna manera, presentando los dos aspectos de nuestra relación con el tiempo: el 25 de diciembre es una bisagra que pretende olvidarse de él y mantener la ficción de un perpetuo. Seis días más tarde, el 31 se encarga de recordarnos dolorosamente que la cesura que separa el presente, el pasado y el futuro es totalmente irremediable.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Corrupción, investigación y muerte en el municipio de Miriápolis

Cuando Jorge Jaramillo asumió la Intendencia de Miriápolis, una difusa sensación de corruptela prendió en la población e inmediatamente se inició una campaña de difamación. Llamaba la atención que el Secretario de Cultura vendiera drogas en su propia oficina a quien quisiera comprarlas, que el Secretario de Hacienda unificara por decreto el tesoro público con su patrimonio personal, que el Secretario de Cultura demoliera las escuelas y vendiera los escombros a una compañía constructora, que el Secretario de Salud Pública cerrara los hospitales e instalara allí negocios de electrodomésticos invariablemente a nombre de su suegra y su cuñada. Pero eran sólo cosas que pasaban.

Sin embargo, la malevolencia de la población, y su propensión a la maledicencia seguían su curso y cuando se supo que el secretario de Artes y Asuntos Similares había pagado diez millones de dólares del erario público por seis camisas para su uso personal, y que además se los había pagado a su propia esposa, no vacilaron en arremeter y acusar irresponsablemente. Pablo Cassero, editorialista del periódico "La Verdad",sugirió sin ambages que "quizás el precio no se ajustara al valor real de las prendas".

El Secretario de Artes, haciendo gala de la honestidad del municipio, mostró las seis camisas en público, y denunció a aquellos que "ya sea por envidia, ya sea por su desconocimiento de las características de la alta costura, trataban de minimizar el valor de aquellas camisas, basándose en el pago de una ridícula suma".El Intendente Jorge Jaramillo, por su parte, denunció la malévola campaña periodística en su contra,pero anunció que de todas maneras se iniciaría una investigación.

Efectivamente, el periodista Pablo Cassero fue concienzudamente investigado, interrogado por la policía y arrojado a un oscuro calabozo durante siete días,sin alimentación alguna. Y apenas soltado a la calle, cuatro matones con mameluco de la Intendencia le propinaron una brutal paliza.

Nadie podía aducir falta de transparencia, pero el periódico, sin entender la buena predisposición del gobierno, protestó indignado: "El uso de la intimidación enloda al gobierno municipal",sugería. El gobierno contestó por sus voceros "que la campaña de difamación seguía su curso: la prensa confundía un pequeño ejercicio de gimnasia con el uso de métodos repudiables".No obstante, y para mostrar su buena voluntad, prometió una inmediata investigación, que se llevaría a cabo "hasta las últimas consecuencias".

Y en efecto, fue así. Un grupo de técnicos de la Intendencia colocó, a plena luz del día, una carga explosiva en la redacción de "La Verdad",evacuó el edificio, y el propio Intendente se encargó de pulsar el detonador desde un palco levantado al efecto. El edificio del diario, junto a las dos manzanas adyacentes, volaron por los aires.

Ni siquiera esta nueva muestra de buena voluntad convenció al periódico, que volvió a la carga, y en una edición clandestina argumentó, con desfachatez, que "el accidente no había sido del todo casual".El intendente reaccionó inmediatamente, poniendo en evidencia la conspiración de oscuras fuerzas que trataban de obstruir su obra progresista, que incluía la pirotecnia y los fuegos artificiales para entretenimiento de la población. Pero no obstante, y respetuoso de la libertad de prensa prometió una definitiva investigación para identificar a los autores del hecho.

Todos los periodistas de Miriápolis fueron exhaustivamente investigados, apaleados y/o amenazados, lo cual creó una infame solidaridad de los seis periódicos del municipio, que haciendo gala de una increíble mala fe, unificaron sus primeras planas en un solo y vergonzoso titular: "queremos que se investigue".

Fue el colmo. El intendente entendió, con toda justicia, que no tenía por qué tolerar esas muestras de incomprensión.¿Acaso no se había investigado bastante?

Los periódicos fueron cerrados y las redacciones quemadas, nueve periodistas fueron asesinados, y el resto, obligado a abandonar el municipio. Sus bienes fueron confiscados y repartidos entre los funcionarios municipales. El director de la Verdad, que, como se recordará, había iniciado irresponsablemente la campaña de difamación pública, fue ahorcado en la Plaza Central de Miriápolis en un acto oficial, y su cadáver colgado del mástil que presidía el centro de ceremonias de la Intendencia.

Y entonces, sí, al fin, la población comprendió y un enorme silencio descendió sobre el Municipio de Miriápolis. Nadie habló más, ya nadie dijo nada.

Salvo el Intendente Municipal. Ordenó que se reuniera toda la población en un gigantesco acto público, y allí , con la transparencia de siempre, denunció que "el silencio es cómplice",ya que, si bien la campaña de prensa había cesado, no se notaba en las manifestaciones de los ciudadanos el suficiente apoyo y las merecidas loas que los actos progresistas de su administración merecían. Y acto seguido, delante de todos, y bajo el cadáver del periodista ahorcado, que se balanceaba y ya empezaba a pudrirse, prometió una total, rotunda y definitiva investigación.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Club del chiste

Recuerden que pueden enviar sus chistes sobre ciencia a leonardomoledoblog@gmail.com, así sumamos al repertorio. Gracias a Carlos E. Shmerkin por el chiste de hoy, una crítica de la razón.

En un pueblito de Europa central había una pareja desavenida. Todos judíos. El ayudante del rabino intercedió y consiguió que ambos comparecieran ante su maestro. El rabino escuchó atentamente al hombre, quien contó toda su historia. "¿Sabes una cosa, hijo mío? Tú tienes razón", dictaminó. Luego pasó la mujer, quien entre lágrimas dio su versión. "Sabes, hija mía, que tú tienes razón" fue la respuesta. El ayudante estaba furioso. "Los he traído con muchas dificultades y usted le dio la razón a los dos". "¿Sabes una cosa, hijo mío? Tú también tienes razón".



jueves, 3 de diciembre de 2009

El secreto de sus ojos - Juan José Campanella



El secreto de sus ojos - Juan José Campanella
Audio: original
Idioma: español
Formato: rmvb
Contraseña para descomprimir: secreto


miércoles, 2 de diciembre de 2009

Bitácora

Queridos amigos: muy pronto tendrán aquí mismo El secreto de sus ojos.
Mientras tanto, disfruten de Bergman.
¿Vieron La Fuente de la doncella? ¿Qué les pareció?