lunes, 30 de agosto de 2010

Elogio de lo artificial



Una de las cosas que se percibió en uno de los Cafés Científicos, allá por 2005, es la clara preferencia de todo el mundo por los alimentos naturales... y por lo natural en general. Se trata de una característica epocal, cultural, marketinera, que propagandiza un producto cualquiera asegurando que se trata de algo “natural”, con relativo éxito, y así la agricultura orgánica, el rechazo a los alimentos transgénicos, la mayonesa hecha en casa, y una larga cadena de etcéteras no necesariamente alimentarios jalonan el anhelo de una cultura excesivamente tecnificada que debería volver –así reza el slogan– a los viejos tiempos en que el hombre estaba más conectado con la naturaleza y no mediado por infinitos aparatos y pesticidas.

Por supuesto, todo este asunto es una falacia, un pequeño disparate que se basa, justamente, en el hecho de que nuestra civilización olvidó, felizmente, lo que significa lo natural. Empezando por el cianuro, las serpientes y el rayo que te carboniza elegantemente. Son cosas perfectamente naturales, y las protecciones contra ellas, desde ya, no lo son: ni el pararrayos ni el suero antiofídico son productos que se obtengan sin mediación humana. Los amantes de lo natural deberían, antes que nada, desactivar los pararrayos.

Más difícil es librarse de las vacunas: están incorporadas al cuerpo de tal modo que nos convierten en seres artificiales a nosotros mismos, a despecho de naturales bacterias y virus a quienes les impiden llevar a cabo la honorable tarea de matarnos.

Ni hablemos de la agricultura... Lo más probable es que quienes abjuran de pesticidas y herbicidas o de alimentos transgénicos no hayan transpuesto jamás los límites de una ciudad, y que el campo sea para ellos, como decía Max Aub, el lugar donde los pollos se pasean crudos. Es casi seguro que con sólo un par de jornadas campesinas se convirtieran a la agricultura mecanizada y clamaran por procesos industriales.

La civilización, justamente, nos libró de lo natural, del frío, de los desastres continuos, de la hambruna perpetua, del fracaso de cosechas que producían miles de muertos.

Y en cuanto a la mayonesa.... bueno, ya lo aclaró la disertante en aquella ocasión: la mayonesa hecha en casa es ab initio mucho más peligrosa que cualquier producto industrial.

Existe, hoy en día, una poco saludable confusión entre regreso a la naturaleza y salir de campamento, como si una carpa de plástico fuera un producto silvestre, un termo de vidrio una verdura de huerta o el agua caliente que la administración del camping genera en calderas surgiera de un geyser ad hoc.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Cabalgando con la esquizofrenia

ENTREVISTA CON EL BIOLOGO JUAN BELFORTE
 Como todo el mundo, el jinete le teme a la esquizofrenia, aunque una vez se descuidó y casi toma una dosis tremenda de ketamina, que lo hubiera dejado sin poder cabalgar, como siempre en búsqueda de ¿la verdad?



–Cuénteme qué es lo que hace.
–Yo trabajo tratando de entender cuáles son los mecanismos que funcionan mal en el cerebro con relación a la esquizofrenia. El abordaje que tengo para eso no es clínico, sino que es de ciencia básica, y trabajo con modelos animales.
–Usted es...
–Biólogo, de formación. Pero me vine a hacer mi tesis de licenciatura y mi tesis doctoral a la Facultad de Medicina. Porque siempre me interesó pasar de la parte más biológica hacia una parte más orientada a patologías humanas. Y básicamente lo que me interesa desde que hice mi posdoctorado afuera es saber qué es lo que funciona mal en aquellos pacientes psiquiátricos con esquizofrenia.

domingo, 22 de agosto de 2010

La Dama de la Torre: capítulo 31

 >>Ir al capítulo 30

CAPITULO 31


El auto volaba por la Panamericana. Más que moverse,parecía fluir: era un vehículo hiperindustrial, de caja automática y frenos a tracción.La doble vía de la autopista estaba casi libre de tráfico en nuestra dirección.Pero en la dirección contraria,nubes de automóviles se desplazaban casi flotando sobre el asfalto caliente. La autopista transcurría al lado nuestro como una película de protesta,que mostraba sucesivamente villas miseria,lujosas residencias, villas miseria otra vez. Vimos a una mujer que,junto a una pared medio derruída,parecía también ella un montón de escombros.Perros itinerantes olfateaban cada tanto las faldas de señoras muy orondas,pero después de un tiempo empezaron a parecer el mismo perro,la misma señora.Los barrios se sucedían unos a otros sin que nada pareciera cambiar.

-Ese sistema de traslados del Anticuario Mayor me parece muy poco práctico dije,mirando de soslayo a la lógica joven ,que se había adormecido por el miedo.

-Y sin embargo,funciona dijo el Comisario Inspector Según dicen,hace años que lo practica con excelentes resultados y sus lógicas consecuencias : que no sale casi nunca.

- Y puede conducir la comunidad de anticuarios de esa manera?

- Con mano de hierro,créame.Dudo que ocurra algo en el mundo de las antigüedades sin que el Anticuario Mayor se entere ,y eso en el caso de que no sean sucesos planeados con toda intención Dos falcons amarillos y sin chapa salieron de un cruce y empezaron a seguirnos,como si nos escoltaran,unos metros mas atrás.Parecía fortuito,pero tenia su significado.Con una maniobra que despertó a la lógica joven ,logre distanciarme,y colocarme justo delante de uno de ellos,ignorando al otro.Al romperse la simetría de la persecución,los falcons se alejaron.

- Y piensa que podremos manejarlo?- pregunté.

- A quién? Al Anticuario Mayor ? Ni soñando.Con un poco de suerte,podremos pescar algunas de las puntas de la situación,y con un poco mas de suerte lograremos verlo como graficando las puntas de la situación,un transporte de cadáveres se adelanto,silencioso y enorme.

- Quien mata a los lógicos? -pregunté,señalando los cuerpos apilados Asesinaron a uno delante de nuestros ojos,y no podemos decir cómo ocurrió.

-El crimen no tiene sustancia dijo el Comisario Inspector Y por lo tanto no necesita explicación.Seguramente el Jefe de Policía seguirá con su alquimia experimental,y sobre pilas de cadáveres tratará de apresar la esencia destilada del delito.Buscan despojar a la realidad de causas,para que lo buscado quede solo,desnudo,monocausado,o autocausado,y entonces señalar un responsable,arrancado arbitrariamente de una trama que se desdeña.

-Si hubo un asesinato,debió haber un asesino -razoné No podemos tener un muerto incausado,y menos que menos si se trata de un lógico En verdad,hasta yo mismo sentía ahora la necesidad imperiosa de encontrar un culpable.Si no, los lógicos muertos en aras de la furia experimental del Jefe de Policía, se convertirían en una demostración palpable de la futilidad de toda percepción. Nuestra relación con el mundo,pues, estaba en juego.

- Bah dijo el Comisario Inspector señalando una de las salidas de la autopista Doble por aquí,y después siga derecho unas cuadras. Usted sabe que la impotencia explicativa puede disfrazarse de muchas maneras,y no dudo de que lo harán.Pueden inventarse asesinos ad-hoc,puede decirse que el asesino fue muy rápido para nuestra percepción sensorial,que estaba admirablemente camuflado,o,last but not least,se puede condenar a un inocente y asunto arreglado.O si no,en último caso, el experimento puede repetirse hasta que los crímenes se conviertan en rutina y no necesiten explicación.Pero ya estamos llegando. Espero que podamos entrar.

- Puede haber dificultades?

- No lo se.La vigilancia es ultrarredundante.El Anticuario Mayor un ejercito privado.Y privados o no,nadie garantiza que uno pueda entenderse con los militares.

-Esperemos que los militares privados sean más permeables que los públicos

-Me había olvidado de contarle que el Anticuario Mayor tiene un excelente jardín -dijo el comisario inspector Según los anticuarios corrientes, es la octava maravilla del mundo.Claro que puede tratarse de una opinión interesada.

Pero ya desde lejos se percibía el olor árabe y un poco sobrenatural de las especias :la nuez de Milán,el cúrcumo de la India,el sencillo paleque,el shefir y la nuez moscada.Era un olor íntimo,pero grandioso.Las calles adyacentes a la quinta parecían despojadas de gente y habitadas tan solo por variedades elegidas especialmente entre lo natural y formas orgánicas indiscernibles unas de otras,entre las cuales surgían avenidas rectas que penetraban en la quinta sin solución de continuidad.La entrada estaba marcada apenas por un par de piedras blancas que frente a la luz que disminuía implacablemente,cobraban fosforescencia.Y en cuanto a la vigilancia,no había ninguna : todo el aparato de seguridad estaba desactivado.Solo vimos torretas de guardia deshabitadas y troneras vacías.

-Aquí es donde se recluye este extraño personaje dijo el Comisario Inspector Desde aquí rige su imperio con mano de hierro y se dedica a su pasión obsesiva: la flor gitana.

La lógica joven parecía agobiada por esa introducción multiforme a los dominios del Anticuario Mayor.Los caminos que cruzaban el jardín no eran claros.Aun las avenidas delimitadas por limoneros fragantes y arbustos aparatosos estaban imbuídas de una acuciante vaguedad.Nada se encadenaba con nada.Los helechos acerados atravesaban sin dificultades la maraña prehistórica,y modernas y complicadas floraciones aparecían entre arbustos antiquísimos.No había transición entre las especies vegetales,como si alguien hubiera querido subrayar la permanente incoherencia en las cadenas biológicas, sugiriendo que solo una mano superior podía haber producido semejante desorden.


El propósito del Anticuario Mayor era claro : había querido construir un mundo completamente verdadero.Y,en efecto,no había nada engañoso allí : si los colores y los tonos de verde parecían poco firmes,es porque la naturaleza misma era confusa y no se adaptaba a las categorías de la percepción.Cruzamos un serpentario monstruoso y un chalet algo tímido,donde un grupo de copistas pasaban trabajosa y minuciosamente,sobre pergaminos,textos ya editados en millones de ejemplares,restableciendo,por encima de la imprenta, la computadora,y las glorias del best-seller, gracias a la fortuna y la visión del Anticuario Mayor ,la continuidad del palimsesto,reinventando el raro valor del incunable.Una cancha de tenis se extendía solitaria,incongruente.

Debajo de unos arbustos encontré un objeto que brillaba y que me llamo la atención.Lo levanté : era un sacalenguas,idéntico a los que había visto en el Departamento de Policía.Idéntico también al que perteneciera al florido y renacentista Leontino Melazzi.

- Horrible aparatejo dijo el comisario inspector -Mejor,déjelo donde lo encontró.

Al cabo de unos pasos vimos el palacio del Anticuario Mayor : tres pisos que se apilaban como épocas superpuestas, de cualquier manera. Ciertos rasgos del estilo sugerían que se había prestado demasiada atención a los detalles : loritos pequeños,tallados en el estuco de la entrada,la curiosa forma de un llamador,cincelada según los dibujos de un herbolario,caía,redundante e inútil,junto a una mirilla electrónica.La puerta estaba,empero,abierta.

La lógica joven temía entrar : la apariencia general del castillo,por lo visto,la intimidaba . Qué temía? Qué estaría recordando? El Comisario Inspector,indiferente a la apariencia de los fenómenos (y especialmente a los que llevan el sello inconfundible de la factura humana) empujo la puerta con frialdad policial.Yo,entretanto,aunque atento a los posibles desmayos de mi amada,y sin olvidar los precisos objetivos de la misión que nos había traído,tomaba la excursión como un suceso inevitable,como una de esas cosas que nos acechan porque si.Había adoptado una especie de sabiduría del azar,o tal vez el jardín vaya uno a saber me había sugerido la desconexión entre los eventos,la soberbia de prestar atención solamente a lo que subyace bajo ellos.

Sin embargo,el interior era banal : ocupado por pesados muebles de madera y robustos armarios metálicos.Una escalera ascendía,siniestramente.

Pasamos al segundo salón,completamente vacío,si se exceptúa un taburete de piano situado justo a la izquierda del centro geométrico : sobre él,en un vaso de cristal,oscilaba,flotando sobre un pequeño espacio de aire,el máximo hallazgo del Anticuario Mayor : la flor gitana.

Cómo había logrado forzar a la naturaleza para producir semejante artificio? Cómo había logrado sugerir,sin llegar a alcanzar,lo inmortal? Qué jardinería paciente había producido ese hálito,casi verbal,que desprendía? Qué manipulaciones biogenéticas,qué fuerzas,habían arrancado,de lo orgánico,ese fino alambre de metal que cosía los pétalos como labios de algo muy oculto y pecaminoso?

Y no tenia el amaneramiento neurótico de la rosa común,y estaba lejos también de la sofisticación de la orquídea,o del tono neutro y superlativo,pero a la vez inefable de la stacia negra.Ordenada en círculos concéntricos,que emitían una costra de luz, era artificial,era orgánica,y sin embargo,era verdadera.

Era algo como no habíamos visto nunca. Nos quedamos en silencio,admirando el artilugio,la minuciosidad botánica.

-Bien dijo al fin el Comisario Inspector,rompiendo el efecto.- Ya hemos visto la Obra.Ahora busquemos al Arquitecto.

La lógica joven había empezado a mover los brazos en el aire,era su forma de jadeo,su expresión de asombro por hallarse,de alguna manera,en el terreno de lo inverosímil,y de comprobar su palpable posibilidad.Como la mayoría de los lógicos,no creía en los objetos agrupados de manera estrambótica,ni en las situaciones que no remitieran a un mundo preciso,donde la helada geometría tendría siempre la última palabra. Qué hacer ahora con esta revuelta de lo real? Cómo absorber esta aparición,que parecía un retorno? Porque esta intrusión en los dominios del Anticuario Mayor,la falta de vigilancia,el hallazgo de un sacalenguas tan fuera de lugar,y la misma existencia de la flor gitana,respondían a un mecanismo que se nos escapaba por completo, como si la causalidad y la novela hubieran resuelto reconstituirse a cada instante,y siempre en una dirección equivocada.

La lógica se desconcertaba porque las categorías se comportaban en forma inédita :lo fabricado surgía en forma espontánea,natural,y los productos de la naturaleza resultaban concienzudamente artificiales.El Comisario Inspector ponía en juego su sublime indiferencia : la flor gitana no era,para el,sino un eslabón mas de este molesto caso de lógicos y ataúdes.De atrás de las cortinas que cerraban el otro extremo de la habitación,partía una luz pálida : los bordes estaban solapados cuidadosamente,sugiriendo,detrás,la límpida geometría de un misterio.Hasta cierto punto,era una irrupción de lo cotidiano. El Comisario Inspector corrió las cortinas de golpe.

La habitación contigua era amplia,cuadrangular.En el centro,el embajador inglés, vestido de sport y en zapatillas de tenis,jugaba al billar con el tercer secretario de su embajada. A su lado,una computadora marcaba los tantos.El Anticuario Mayor había dedicado el salón al que consideraba el mas noble de los juegos.Los tacos,finos y esbeltos,se alineaban en las paredes como dedos alargados que trataran de captar lo imposible.Las esferas rojas y blancas,los tapetes verdes,los cuadraditos de tiza cuidadosamente apilados, los puntos que cruzaban la pantalla de la computadora lentamente,como penitentes de un culto secretísimo, inducían una curiosa sensación de inmensidad. A los pies del embajador de Inglaterra, descansaba un laúd.

-Señores, dijo el embajador inglés átonamente la situación es grave.El Anticuario Mayor ha desaparecido.

>>Ir al capítulo 32

martes, 17 de agosto de 2010

Ciencia mediterranea: inéditos proyectos de la universidad de Córdoba

Desde Córdoba

En Córdoba, el Ministerio de Ciencia y Tecnología provincial y la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (Famaf) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) pusieron en marcha cuatro proyectos estratégicos destinados a vincular la ciencia con la sociedad. Se trata de la primera carrera de posgrado en periodismo científico y comunicación pública de la ciencia en el país, una serie televisiva de divulgación científica denominado Café del Universo, la primera íntegramente producida en Córdoba, y un centro de divulgación científica que en breve contendrá el primer planetario de la ciudad de Córdoba –donado por la comuna francesa de Nantes– y una agencia de noticias científicas.

También –como si fuera poco– se desarrollará un estudio para el reciclado de neumáticos fuera de uso, tal vez uno de los residuos más complejos en centros urbanos como el de Córdoba.

El ministro de Ciencia y Tecnología cordobés, Tulio Del Bono, hizo entrega de los subsidios que dan inicio a estos programas de trabajo, acompañado por la rectora de la UNC, Carolina Scotto; el decano de Famaf, Daniel Barraco; la directora de la Escuela de Ciencias de la Información, Paulina Emanuelli; el director de Canal 10 de Córdoba, Esteban Falcón, y este cronista.

Se detalló que Café del Universo será un programa de divulgación científica producido íntegramente en Córdoba, con la coproducción de Canal 10 de esa provincia. Abordará algunas de las teorías que se consideran pilares de la ciencia contemporánea.

La Especialización en Comunicación Pública de la Ciencia y Periodismo Científico será un posgrado cogestionado académicamente entre la Famaf y la Escuela de Ciencias de la Información, con el apoyo financiero del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia de Córdoba. La inscripción se iniciará en octubre de este año y comenzará a cursarse el año próximo.

Daniel Barraco, decano de Famaf, señaló que “en el país resulta crítico estimular las vocaciones científicas: en el área de las ciencias duras o tecnológicas, a comienzos de 1970, de cada 100 estudiantes que entraban a la universidad 30 iban a nuestras áreas, actualmente sólo 10”.

En diálogo con Página/12, el ministro Tulio Del Bono detalló las motivaciones de estos proyectos. “Apostamos a incrementar la cultura científica de la sociedad, a formar comunicadores e incrementar el debate público acerca de la ciencia y a despertar vocaciones científicas –dijo el ex titular de la Secretaría de Ciencia y Tecnología Nacional– y nos apoyamos en la fuerte tradición científica de Córdoba. La ciudad de Córdoba es una de las ciudades del mundo que poseen mayor densidad de alumnos universitarios por habitante. Esta es la cuna de la primera universidad nacional y de la primera universidad privada, acá se fundó, siendo Sarmiento presidente, la primera Academia Nacional de Ciencias y el primer observatorio astronómico que tuvo el país. Córdoba fue el quinto lugar en el mundo en diseñar y construir un avión a reacción, en el año 1947, y eso contribuyó a desarrollar una pujante industria metalmecánica y de proveedores especializados de auto y aeropartes. Tenemos una de las concentraciones más importantes del país en capacidades científicas y empresariales relacionadas con las TIC, una de las tecnologías más importantes en la actualidad.”

miércoles, 11 de agosto de 2010

El cambio conceptual: la trama de la ciencia

DIALOGO CON MARCELO LEONARDO LEVINAS, FISICO Y FILOSOFO, SOBRE EL CAMBIO CONCEPTUAL

Puesto que va a haber un congreso sobre el Cambio Conceptual (ver recuadro), el jinete hipotético (que ya sospecha que Kuhn va a ser el ingrediente fundamental) se acerca a uno de los organizadores, aunque sea para intentar infructuosamente moderar esa postura.



–Además de ser físico y filósofo, te interesan especialmente los problemas de cambio conceptual.
–Sí, exactamente.


–Contame de qué se trata.
–El interés fundamental de los estudios sobre cambio conceptual reside en describir y explicar los mecanismos a través de los cuales los sujetos logran establecer nuevos significados de los conceptos fundamentales, logran modificar sus creencias respecto de cuáles son las causas de los fenómenos, adoptar hipótesis nuevas, incluso antagónicas a las viejas, y consiguen ser conscientes del grado de aplicación de una nueva teoría.

–Suena muy kuhniano...

–Suena, porque para ello deben lograr abandonar concepciones muchas veces sustentadas en ideas previas muy consolidadas y que suelen abrazarse con tenacidad. Alcanzar un auténtico cambio conceptual implica la adopción de nuevos puntos de vista que conducen a una nueva forma de sistematicidad. Implica una genuina comprensión del cambio, que se traduce en la eliminación de la resistencia a abandonar viejas ideas y la conversión consciente hacia ideas nuevas. El cambio conceptual se vincula con una cuestión fundamental muy debatida: la de cómo los miembros de la comunidad científica adhieren a nuevos marcos teóricos y en qué consisten los mecanismos para que una nueva teoría adquiera consenso. Se ha argumentado que los conflictos cognitivos no son suficientes para producir estos cambios.

lunes, 9 de agosto de 2010

La Dama de la Torre: capítulo 30

>>Ir al capítulo 29

CAPITULO 30


En la pequeña terraza balcón de mi departamento, un delicioso pent-house de un piso veinte, la lógica joven nos servía te. Tenia una vocación innata, casi genética para ofrecer y servir líquidos: en verdad, lo hacia magistralmente. Los rayos del sol a esa hora en inevitable decadencia, debilitados por la tarde que avanzaba se reflejaban de manera exacta desde la superficie ondulada, de tal modo que toda la iluminación parecía provenir del te. Y solo por eso el mundo se teñía de gozo, de misterio.


La ciudad vista desde lo alto es la negación del paisaje: cada fragmento es por completo diferente de los demás, y, sin embargo, el conjunto da una impresión de indecible monotonía. La única novedad eran los carros fúnebres, que parecían puntitos, un ejercito de hormigas desenvolviéndose sinuosamente. Era una situación sin antecedentes, y por lo tanto, sin memoria, donde todo podía adaptarse a los caprichos de la imaginación. Era anárquica: no había causas, ni consecuencias, ni podía haberlas.

-Sigo insistiendo en que deberíamos hacerle una visita al Anticuario Mayor -dijo el Comisario Inspector Especialmente si tenemos en cuenta el resultado del experimento.

- ¿No es mejor esperar que el Jefe de Policía termine con sus experimentos? Con un poco de suerte, las cosas se solucionan.

- No lo creo. El Jefe de Policía está empeñado en separar lo que tan cuidadosamente hemos estado anudando. Es un camino que, como usted sabe, no apruebo y que no creo que conduzca a resultados francamente útiles. Al transformar el problema en una sucesión de experimentos, de instantes discontinuos, el Jefe de Policía interrumpe el fluir de la realidad, destruye la posibilidad de la acción. No creo que podamos esperar nada bueno.

-Sin embargo, durante la reunión no objeto nada.

-Durante la reunión yo era un simple subordinado y por lo tanto no se me puede considerar como en plena posesión de mis facultades mentales.Y es que,aunque usted no lo crea, el Jefe de Policía es un hombre increíblemente autoritario,al que es peligroso hacerle alguna crítica.

-Me pareció muy abierto a las discrepancias, sin embargo.

-Ah- dijo el Comisario Inspector- le encanta que la gente discrepe siempre que no discrepe con él.


Pero a mí no me importaba la tolerancia del Jefe de Policía. Sólo me importaba la lógica joven.Y la lógica joven estaba allí. ¿Qué podía ocurrir mientras ella estuviera conmigo? Era maravillosa, y era global: cada uno de sus actos implicaba el cosmos. Era la antítesis perfecta del embajador inglés, para el que no existía la totalidad, y el mundo se reducía a una mera yuxtaposición de lo microscópico (aunque hay que aclarar: el embajador inglés sólo cree en lo microscópico,pero no por eso descree de la novela. Por el contrario, considera que la novela es, precisamente, el único lugar donde lo microscópico se manifiesta tal cual es).


La lógica joven,como se desprende de su actitud cree, antes que nada, en la novela. Y además, su cuerpo es el mas apropiado a las circunstancias, pequeñísimo, delgado, donde cada detalle resalta como una toma de posición. Y en consecuencia provoca un deseo instantáneo, súbito, y por lo tanto inexplicable.

Aun en el té que nos servía era capaz de establecer un sistema completo de pequeños desequilibrios que permitían descubrir la armoniosa solidez del conjunto, apenas turbada por esa desgarradura criminal en el tejido perfecto que sostenía lo posible. Pero ella era capaz de repararlo todo: ¿alguien asesinaba a los lógicos? ¿Había necesariamente un sujeto que encarnara ideas tan generales y abstractas como la culpabilidad o la acción? Los movimientos ondulantes de la lógica joven y el te, sugerían que no necesariamente era así: tal vez los lógicos murieran por simple inanición, por imposibilidad de supervivencia cuando la trama misma y racional de la ciudad se desgarraba.O tal vez nada tuviera que ver con nada, y todo era una sencilla red de casualidades, aunque, es preciso reconocerlo, muy audaz. El te siempre comporta una responsabilidad, y ella la asumía en con plenitud.

-Por ejemplo -siguió el Comisario Inspector- nos hemos olvidado por completo de la electrodisipadora que mediante turbios manejos fue a parar a manos del embajador de Inglaterra. La policía francesa o la norteamericana no hubieran dejado escapar esa pista, aunque solo fuera por razones de política internacional.

-Nosotros no la dejamos escapar -argumenté- simplemente la dejamos que creciera, que madurara, que englobara a todas las demás.

-Una pista en manos del embajador de Inglaterra no puede jamás convertirse en una solución global. Lo primero que él haría es evitar precisamente eso. Si queremos que una pista tenga un sentido totalizador, tenemos que inventárselo nosotros mismos. Usted sabe perfectamente como son las cosas. La realidad, especialmente la realidad policial, que es la única que cuenta, es tal cual la fabrican uno o dos investigadores ingeniosos. Oscila como un péndulo de lo particular a lo general y viceversa. Si nadie la detiene, mantiene a todo el mundo en ascuas, con resultados zigzagueantes, que generan suspenso y hasta sensacionalismo. Si es cierto que el lugar donde la realidad, el delirio, el crimen y la develación se organizan es la literatura, es evidente que tanto la producción del crimen como su resolución eficaz y que reduce todo a una simplicidad que raya en lo increíble- son obra de un único y mismo autor: el detective.

- Entonces ¿para qué quiere ver al Anticuario Mayor?

-Porque sospecho que allí esta la clave de todo. Si los anticuarios se introdujeron en la trama, el Anticuario Mayor debe tener en sus manos los hilos.Y además, hay otra cosa. Usted habrá notado la forma en que el Jefe de Policía miraba a su amiga, durante el experimento.

Yo no lo había notado, pero no me extrañó que la mirase. ¿Cómo no extasiarse ante esa cumbre de perfección? Por lo tanto, no sentí celos,ya que hubiera sido ridículo.- ¿Y qué tiene de malo que la mirara?

- Me parece que la considera ideal para un nuevo experimento. Piense que ya van quince inmolados, y que pronto los lógicos empezaran a escasear. Por eso le digo que lo mejor es apurarse.

- Tiene razón -dije con urgencia,haciendo una seña a la lógica joven,que sentada y abrazada a sus rodillas,se había puesto a sollozar. -Vamos cuanto antes.


Y en ese preciso instante, el Comisario Inspector volcó el té. Fue una alteración tan violenta de lo real, que nos levantamos asustados. La lógica joven fue a la cocina a buscar un trapo para restaurar el caos, dejando pendiente la pregunta de como un objeto tan prosaico podía servir para remendar el universo. En sus tumbas, los lógicos, seguramente, temblaban. Me recosté en la silla, dejándome invadir por el placer de mirar el sol muriente, convertido en un círculo rojizo, sin corolas ni elementos auxiliares, y que silenciosamente decaía sobre el paisaje urbano. La lógica joven y yo nos sentíamos más unidos que nunca, a medida que la narración avanzaba y nos envolvía progresivamente esa media luz alambicada y en apariencia absoluta. El Comisario Inspector, por su parte, no se dejaba impresionar. Después de años de cuidadosa observación, había descubierto una verdad elemental: que los crepúsculos son todos iguales.

>>Ir al capítulo 31

viernes, 6 de agosto de 2010

Verdad revelada

Se dice que el 97.3% de las estadísticas que circulan en los medios de comunicación e internet han sido claramente inventadas.

martes, 3 de agosto de 2010

Los que abandonan Omelàs




Para J**

Uno de mis mejores cyberamigos, J**, me escribió un mail exigiéndome que por razones que no viene al caso contar aquí (pero que, créanme, no son valederas), me abstuviera de comunicarme con él en adelante.

El mail era injusto y, naturalmente, no le hice caso. Muy por el contrario, le recordé el cuento “Los que abandonan Omelàs’’, de la divina Ursula K. Le Guin. Como no hay lugar suficiente aquí, les doy una versión resumida, que creo que bastará. No voy a utilizar comillas para marcar las partes textuales, y supongo que ustedes sabrán comprenderme.

Omelàs era la ciudad de la dicha sin fin: graves y silenciosos artesanos, alegres mujeres que llevaban a sus hijos y charlaban al caminar, la música sonaba y así. ¡Gozoso! ¿Cómo se puede explicar el gozo? ¿Cómo describir a los habitantes de Omelàs?

No eran personas simples, aunque sí felices. No tenían un rey ni usaban espadas ni poseían esclavos. Las leyes eran singularmente escasas. Sin embargo, nada de dulces pastores, nobles salvajes ni blandos utópicos, ni menos complejos que nosotros. El mal estriba en que nosotros poseemos malos hábitos, animados por pedantes y sofisticados empeñados en considerar la felicidad como algo estúpido. Sólo el dolor es intelectual. Sólo el mal es interesante.

Pero ¡oh, milagro! Omelàs produce la impresión de un país de un cuento de hadas. ¿Lo creen? ¿No? Entonces, permítanme que lo describa una vez más.

En el subsuelo de uno de los hermosos edificios públicos de Omelàs, hay un lóbrego cuartucho. Tiene una puerta cerrada con llave y carece de ventanas. El suelo está sucio, pegajoso, como es habitual en un sótano abandonado. En el cuarto hay un niño sentado. Aparenta unos seis años pero en realidad tiene casi diez y es retrasado mental. Tal vez nació anormal o se ha vuelto imbécil por el miedo, la desnutrición y el abandono. Se hurga la nariz y de vez en cuando se manosea los genitales mientras se sienta encorvado en el rincón más alejado de su celda. La puerta está cerrada, nunca viene nadie salvo en ciertas ocasiones, cuando la puerta cruje, se abre y asoman una o varias personas, que nunca hablan pero el niño, que no siempre ha vivido allí y recuerda la luz del sol y la voz de su madre, a veces habla: “Por favor, sáquenme de aquí. Seré bueno”. Nadie responde. Está tan flaco que las piernas carecen de pantorrillas y tiene el vientre hinchado. Va desnudo. Y está lleno de dolorosas llagas pues continuamente está sentado sobre su propio excremento.

Todos saben que existe, todo el pueblo de Omelàs. Algunos han ido a verlo, otros se contentan únicamente con saber que está allí. Todos saben que tiene que estar. Ninguno ignora que su felicidad, la belleza de su pueblo, la ternura de sus amigos, la salud de sus hijos, la sabiduría de sus becarios, la habilidad de sus artesanos, incluso la abundancia de sus cosechas dependen por completo de la abominable miseria de ese niño.

Casi todos los que van a verlo son adolescentes, aunque con cierta frecuencia también un adulto acude y vuelve para ver al niño. Al verlo experimentan asco y se los advierte furiosos, ultrajados, impotentes. Quisieran hacer algo por el niño, pero todo es inútil. ¡Qué hermoso sería si sacaran al sol a esa criatura, la limpiaran, le dieran de comer, la cuidasen. ¡Pero si alguien lo hiciera, ese día y a esa hora, toda la prosperidad, la belleza y la dicha de Omelàs quedarían destruidas! Esas son las condiciones.

A veces los jóvenes regresan a sus casas llorando o con una furia sin lágrimas cuando han visto al niño y se han enfrentado a esa terrible paradoja. Pero a medida que transcurre el tiempo comienzan a darse cuenta de que aunque soltaran al niño, de poco le serviría su libertad; se halla demasiado degradado e imbécil para comprender la auténtica felicidad. Saben que ellos, como el niño, no son libres. La existencia del niño y el conocimiento de esa existencia hacen posibles la elegancia de su arquitectura, el patetismo de su música, la profundidad de su ciencia. A causa del niño son tan amables con los niños. Saben que si ese desdichado no lloriquease en la oscuridad, el otro, el flautista, no tocaría esa alegre música.

Pero a veces, un adolescente, chico o chica que va a ver al niño, no regresa a su casa para llorar o enfurecerse, no, en realidad no vuelve más a su hogar. Otras, un hombre o mujer de más edad cae en un mutismo absoluto durante unos días. Bajan a la calle, caminan solos y cruzan sin vacilar las hermosas puertas de Omelàs. Siguen andando por las tierras de labrantío. Cada uno va solo. Anochece; el caminante pasa por las calles de la ciudad, ante las casas de ventanas iluminadas, y penetra en la oscuridad de los campos. Siempre solos, se dirigen al Oeste o al Norte, hacia las montañas. Prosiguen. Abandonan Omelàs, siempre adelante, y no vuelven. El lugar adonde van es aún menos imaginable para nosotros que la ciudad de la felicidad. No puedo describirlo, en absoluto. Es posible que no exista. Pero parece que saben muy bien adónde se dirigen los que se alejan de Omelàs.

Recuerdo que leí este cuento en clase y que al terminar, se hizo un silencio espeso. Alguien lloriqueó. Y yo dije: “Pese a tanta felicidad, no se puede vivir en Omelàs. Hay que irse”. Estaba transmitiéndoles el hedor de lo insoportable recubierto por el helado de chocolate de la felicidad. Y una chica dijo: uno puede irse, sí, pero también puede quedarse y hacer que las cosas cambien.

Ni yo, ni la tres veces sabia Ursula K Le Guin, habíamos previsto esto, esta posibilidad, como no lo habrá previsto ninguno de los habitantes de Omelàs.

Así, le conté a mi amigo, decidí quedarme en Omelàs, para que ese horror no subsistiera. Pero J** no lo entendió (a pesar de ser alguien terriblemente ilustrado en todos los aspectos de la literatura).

“Usted abandona la ciudad. Yo me quedo, y aunque no tengo la menor idea de por dónde empezar, haré algo para que esto no siga.”

Naturalmente, fracasé, tal es el volumen de felicidad de la ciudad. No se puede hacer nada, amigos. Abandonen Omelàs, amigos. Aquí no se puede hacer nada. Yo también, finalmente, mañana me voy, hacia la noche y hacia lugares que conocen la desdicha. Estoy seguro de que en el camino me encontraré con J**.