miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un paseo por la NASA

 DIALOGO CON CHARLES BOLDEN, ADMINISTRADOR DE LA NASA


El Jinete Hipotético quiso dejar de cabalgar por un rato y flotar en el espacio. ¿Lo habrá logrado? No llegó hasta la Estación Espacial Internacional, pero logró dar una vuelta en cohete y conversar con el administrador de la Agencia Espacial Norteamericana.
–Cuénteme cuáles son los siguientes pasos de los programas de la NASA.
–Puedo contarle cuáles son los tres planes primordiales que han sido desarrollados por el presidente en el Congreso. Uno es un programa de exploración con robots, que se sostiene sobre un vehículo pesado de despegue y un vehículo de exploración que tenemos en desarrollo. Lo llamamos SLS (Space Launch System). El segundo es la utilización de la Estación Espacial Internacional con las otras agencias asociadas (la Agencia Espacial Federal Rusa, la Agencia Japonesa de Exploración Espacial, la Agencia Espacial Canadiense, la Agencia Espacial Europea, etc.) hasta, por lo menos, 2020 y tal vez más allá. Para hacer eso necesitamos el apoyo de entidades comerciales vinculadas con lo espacial en los Estados Unidos para proveer transporte para tripulación y cargamento hacia Estación Espacial Internacional. Y la tercera prioridad es el Telescopio Espacial James Webb para expandir nuestra exploración en el Universo. Esas son las tres áreas de prioridad más alta.
–¿Y de prioridad no tan alta? –Pero no menos importante. Bueno, todavía dedicamos tiempo y recursos al estudio de la aeronáutica para mejorar la seguridad y la eficiencia del transporte aéreo no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo. Y además tenemos un programa en el cual es muy evidente nuestra colaboración internacional con la Argentina a través del Programa Global, que involucra a muchos estudiantes y a unas 127 escuelas todo a lo largo de la Argentina.
–Y en el mediano plazo, ¿se supone que va a avanzar la exploración del Universo? –Sin dudas. La prioridad número uno que le mencioné es un programa de exploración. Eso significa que vamos a estar yendo más lejos de lo que vamos ahora. Vamos a llegar a un asteroide alrededor de 2025 y a Marte en 2030. Esperamos que un humano pueda pisar Marte en esa fecha.
–¿Esa es una cifra aproximada? –2030 es una cifra aproximada. Es más bien la década de 2030. Porque hay cosas que todavía no entendemos sobre Marte, y hay muchas cosas que no sabemos sobre el tránsito entre la Tierra y Marte.
–¿Y qué es necesario saber? –Ahora lo que necesitamos es tecnología: necesitamos sistemas de transporte más rápidos, mejores cohetes (no sólo los cohetes químicos que usamos hoy en día), tal vez depósitos de combustible a lo largo del camino, de modo que podamos recargar combustible a lo largo del camino y no necesitar cohetes del tamaño que tenemos que usar hoy. Esas son cosas que tenemos que solucionar con estudios futuros...
–¿La NASA se repuso del golpe que representó el fin de la Guerra Fría? –Si usted se fija, hoy en día uno de nuestros principales asociados es Rusia, lo cual es la razón principal para que hayamos podido desarrollar la Estación Espacial, el tipo de transporte tecnológicamente más avanzado que se haya producido jamás. Ese es un resultado de la asociación que viene desde la Guerra Fría. De hecho tuvimos en conjunto el Apolo en el punto cúlmine de la Guerra Fría. Cuando nuestras dos naciones se amenazaban mutuamente con armas nucleares, la NASA y la Agencia Espacial Soviética pudieron asociarse pacíficamente para explorar el espacio juntas, y eso es lo que continuamos haciendo hoy en día. Estamos dispuestos a tener como asociados a países con los que podemos no llevarnos bien en otras áreas. En materia de exploración, los seres humanos tenemos que mirar por encima de nuestras diferencias y aunar fuerzas.
–¿Qué colaboración tienen con la Argentina? –La colaboración se da mayormente en dos áreas. La primera es en Ciencias de la Tierra, que consiste en el estudio de la atmósfera, los océanos, para entender mejor qué está pasando con nuestro clima. El famoso satélite Aquarius SAC-D, que fue lanzado hace poco, está mandando información increíblemente útil sobre la salinidad de los océanos. Eso nos va a ayudar a comprender mejor el cambio climático, porque si los océanos se vuelven más salados significa que se está evaporando una mayor cantidad de agua, de modo que tal vez la cantidad de agua en el mundo está disminuyendo. No lo sabemos. Todavía no sabemos qué nos dice la información que está recopilando el SAC-D; necesitamos seguir juntando información. Esa es la fuente de una de las colaboraciones continuas que tenemos con la Argentina. El acuerdo que fue firmado entre su canciller y nuestro embajador es importantísimo, porque permite a la NASA y a otras organizaciones científicas estadounidenses contar con la colaboración de científicos e ingenieros argentinos, de modo que avance más rápido la comprensión de lo que le pasa a nuestro planeta.
–Vamos a preguntas un poquito más personales. Usted fue astronauta. Caminó, o flotó, por el espacio exterior. ¿Qué tipo de soledad se siente estando allí? –No soy un caminante espacial, de modo que no puedo siquiera imaginarme cómo es esa sensación. Quienes han verdaderamente caminado en el espacio, o en la superficie de la Luna, sí recuerdan la sensación de estar verdaderamente librados a ellos mismos. Yo sólo estuve en expediciones de cinco a siete personas sin salir al espacio exterior, de modo que no experimenté ese tipo de soledad. La soledad que sí experimenté es la de estar enormemente lejos de la Tierra y mirando atrás hacia mi propio planeta. En mi segundo vuelo, cuando desplegamos el Hubble Space Telescope, estuvimos 600 kilómetros alejados de la Tierra. Y mirábamos abajo hacia este increíble planeta, con toda su belleza, y una de las cosas que resultaba impresionante era que no había ninguna evidencia de que hubiera gente abajo. Y ahí es donde uno siente la insignificancia de nuestra existencia. Mucha gente piensa que cuando uno va al espacio debe sentirse muy importante. Y es todo lo contrario: uno se siente absolutamente insignificante.
–¿Usted nunca salió de la nave? –No, nunca hice una caminata espacial. Yo creo que si usted hablara con alguien que la hizo, le daría una perspectiva completamente diferente de la mía. Mi experiencia es adentro, en un ambiente relativamente seguro.
–Y habiendo estado allí, y ahora estando aquí, ¿cambia la nave espacial por la Tierra? –En realidad, volví al Gran Planeta, a la Gran Nave Espacial. Lo que más destaco de mi experiencia es la capacidad de trabajar junto a gente muy diversa, con creencias y convicciones diferentes, a 600 kilómetros de la Tierra. Lo que pienso es: “Si pudimos hacerlo allí, podemos hacerlo aquí”. En última instancia, lo importante es la perspectiva humana, que es lo que nos permite seguir colaborando con, por ejemplo, la Argentina. La interacción humana es fundamental: al fin y al cabo, se trata de que seamos capaces de comunicarnos los unos con los otros en vistas a un objetivo común. Ese es mi verdadero premio.

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