viernes, 29 de junio de 2012

El cambio climático y el Río de la Plata

 DIALOGO CON CLAUDIA SIMIONATO, OCEANOGRAFA DEL CIMA, FCEN, INVESTIGADORA DEL CONICET


El estuario del Río de la Plata tiene varias características especiales debido a la gran cantidad de aguas dulces cargadas de nutrientes que se encuentran y descargan allí. Es una zona muy rica pero en riesgo frente a las transformaciones climáticas.

–Cuénteme.
–¿Qué quiere que le cuente?
–Su trabajo. –Venimos trabajando en procesos físicos en el estuario del Río de la Plata.
–A ver. ¿Qué pasa en el estuario del Río de la Plata? –En el estuario del Río de la Plata pasan muchas cosas. Todos los porteños están muy acostumbrados a verlo como un río, y a pensarlo como un río. Y la verdad es que el nombre ayuda. Sin embargo no es un río sino un sistema estuarino gigante.
–Estuarino... –Sí, es un estuario, una zona donde se encuentran las aguas dulces de origen continental cargadas de nutrientes con aguas oceánicas. Son sistemas muy especiales, porque justamente por su riqueza en nutrientes, por el aporte continental, permiten que se desarrollen muchas formas de vida.
–¿Dónde se produce el encuentro? –En la línea Punta Piedras-Montevideo. Punta Piedras es el extremo norte de la Bahía de Samborombón. Y bueno, hay un montón de motivos para tratar de entender los procesos físicos en este estuario. Esto tiene mucho que ver con la importancia ecológica y socioeconómica de este sistema.
–¿Qué pasa en el encuentro entre aguas dulces y saladas? –Un montón de cosas. Una de las más importantes es que se forma lo que se denomina “cuña salina”. Ocurre porque el agua continental, como no contiene sal, es más liviana que el agua salada, de modo tal que queda flotando sobre el agua salada, se mete como una cuña. Ahí se forma un sistema en el que hay un gradiente de salinidad importante, donde además se produce la mayor parte de la floculación de los sedimentos.
–Floculación... –Sí, es un proceso físico-químico por el cual partículas chiquitas se van agregando para formar una partícula grande, más masiva y más pesada, que se hunde.
–¿Partículas de qué? –De sedimentos. Al Río de la Plata entra agua fundamentalmente del Paraná y del Uruguay, con una carga de agua enorme. Es uno de los estuarios con mayor descarga en el mundo: la media es de 22.500 metros cúbicos por segundo, pero puede haber picos que alcanzan los 80 mil o 90 mil. El río Paraná aporta una enorme cantidad de sedimentos, unos 80 millones de toneladas por año. Esos sedimentos son acarreados, en el medio les pasan un montón de cosas... Una parte se deposita, especialmente los más pesados como las arenas (lo cual produce todos los bancos arenosos que se encuentran fundamentalmente del lado uruguayo). Los más finitos son transportados: algunos se hunden, algunos floculan, algunos sufren el proceso de “saltación” (un avance en forma de saltitos), algunos son resuspendidos... Eso hace que la dinámica sedimentológica sea abundante y compleja. La gran cantidad de sedimentos transportados de manera cotidiana es la que hace que el Río de la Plata esté permanentemente formando bancos que van creciendo. Es un continuo de crecimiento de los bancos, y eso tiene implicancias serias para la navegación. Es lo que produce también la base del delta; el delta está avanzando unos cuantos metros por año, y lo hace como consecuencia de que los sedimentos se van acumulando. Estamos en una situación de cambio en la cual no sabemos bien lo que va a pasar.
–¿Por qué? –El cambio climático modifica la descarga, el régimen de olas...
–¿Y qué cosas pueden pasar? –Muchas cosas. Primero habría que entender qué es lo que pasa en este sistema y cuáles son las cosas que lo hacen crítico, para poder analizar por qué los cambios pueden ser graves. En la línea Punta Piedras-Montevideo se produce el encuentro de aguas y la floculación de los sedimentos, y hay una zona donde mejorar la iluminación, porque hay menos sedimentos en la columna, hay gran cantidad de nutrientes, y además es una zona que es básicamente retensiva.
–¿De dónde salen los nutrientes? –Están en la columna de agua: nitritos, nitratos. Si hay nutrientes, se pueden desarrollar el fitoplancton, las algas microscópicas, que son la base de la cadena alimentaria en el océano. En la medida en que hay fitoplancton se puede crear una cadena trófica en el océano. En esa zona hay abundante fitoplancton.
–¿Qué quiere decir? –Es un proceso bastante interesante, porque la retención ahí no es una retención estática. No es que lo que pongo se queda porque no hay movimiento; es un proceso de retención dinámico. La retención se produce porque los vientos dominantes mantienen las partículas, se mantienen yendo y viniendo a lo largo de esa zona.
–¿Qué largo tiene la cuña? –La cuña tiene una extensión que puede llegar hasta 200 kilómetros.
–Llega hasta acá. –La “pluma” en realidad va hacia afuera, pero sus efectos han sido rastreados hasta los 23 grados de latitud Sur. Eso es en Brasil. La pluma del Río de la Plata, entonces, impacta muchísimo en la dinámica costera. Además esa pluma se va hacia el norte en invierno y hacia el sur en verano, como consecuencia de los vientos, y va afectando la dinámica de una y otra costa.
–¿Y qué efectos produce? –Modificaciones en el grado de salinidad, modificaciones en los balances de sedimentos, de nutrientes, de oxígeno. Modifica la química del agua.
–¿Y entonces? –Eso sienta las bases para que se desarrollen ciertas formas de vida. A eso iba. Al ser tan retensivo el sistema, hay en esa región unas cuantas especies de peces, muchas de las cuales son pescadas comercialmente (como la corvina rubia), y se convierte la región en una zona de desove y cría de especies costeras. Esa es una característica del Río de la Plata; no es común que los estuarios sean sitios de desove y de cría. Normalmente son zonas de reclutamiento, hacia las cuales van los peces pequeños. Es una zona, entonces, crítica, a la cual hay que proteger. Otra región importante es la de Samborombón, no solamente porque es región de desove y cría sino porque es un humedal, una zona anegadiza, en la cual hay un ecosistema muy rico, con abundancia no sólo de peces sino de tortugas, de cangrejos, de aves migratorias. Esa zona está siendo permanentemente erosionada.
–¿Por qué? –Aparentemente, los cambios que se están produciendo en el régimen de vientos dan como consecuencia una mayor presencia de vientos del este y sudeste, lo cual produce un cambio en el régimen de olas. Lo que estamos viendo a partir de los pocos datos disponibles y de simulaciones numéricas es que hay más frecuencia de olas más altas del sudeste. Si se le suma, a eso, un nivel del mar que se va elevando de a poquito pero de manera persistente y que están aumentando las frecuencias de las ondas de tormenta, hay potencial para degradar costas a lo loco. Y eso es lo que está degradando, aparentemente, la bahía de Samborombón.
–Uno se pregunta si conociendo las causas se puede hacer algo... –Luchar contra la erosión es bastante complicado. Pensar en cualquier medida de mitigación (lo cual debe estar a cargo de ingenieros oceánicos) es pensar en obras de construcción. Pero antes hay que entender por qué se produce la erosión. Tenemos que diagnosticar qué es lo que está pasando.
–¿Y si no se hace nada? –Y, se va a ir metiendo el océano; la bahía va a estar cada vez más metida adentro. De hecho, se está observando que la puntita de Punta Rasa, que estaba hundida, se separó y se convirtió en una islita. Eso, creemos, tiene que ver con el cambio climático. Lo que no tenemos muy claro es qué está pasando con la cantidad enorme de sedimentos que son movilizados allí. Ese es un tema que no tenemos claro y que estamos trabajando.
–¿Y a dónde piensa que van a parar? –Posiblemente una parte importante sea retenida en los canales, unos canales artificiales para drenar.
–¿Alguna otra cosa? –Otro tema en el que estamos trabajando es la modulación de los flujos de sedimentos finos en el Río de la Plata. La dinámica sedimentológica se vincula, además, con un montón de procesos, como por ejemplo la contaminación (porque los contaminantes se pegan a los sedimentos). Cuando el contaminante se pega y el sedimento se hunde, se está acumulando el contaminante en el fondo junto con los sedimentos. Y eso es peligroso, porque si uno acumula contaminantes que entran en la cadena trófica no solamente afecta a los peces sino, eventualmente, a las personas que consuman esos peces. Otro tema importante es el dragado. Para poder realizar operaciones de dragado es necesario entender la dinámica de los sedimentos a la escala de la cuenca. Se ha trabajado con sedimentos a escalas chicas, pero a la escala de todo el río no se había hecho.

martes, 26 de junio de 2012

Copérnico (copla)


Allá en Polonia, un viejo, decía,

que el Sol estaba quieto,

y la Tierra se movía.

Y nadie le creía.



Allá en Polonia, un viejo, decía,

que el Sol estaba quieto,

y la Tierra se movía.



Y no sabía

que iniciaba un viaje a las estrellas,

adonde iba a llegar,

algún lejano día.



Allá en Polonia, un viejo, decía,

que el Sol estaba quieto,

y la Tierra se movía.

jueves, 21 de junio de 2012

Sobre el pánico de las multitudes

DIALOGO CON CLAUDIO DORSO, DOCTOR EN FISICA, DEPARTAMENTO DE FISICA, FCEN
Imagen: Pablo Dondero

Los modelos de estadística social intentan extraer las variables fundamentales que permitan predecir el comportamiento de los individuos en situaciones de pánico con herramientas de la física aplicada al movimiento de las multitudes.

–Usted tiene un montón de líneas de trabajo.
–Elijamos dos.
–De acuerdo. –Bueno, pero antes déjeme que le cuente un poco mi historia. Yo empecé trabajando en física nuclear, no en la tradicional, sino en termodinámica estadística aplicada a reacciones nucleares. Eso, en Berkeley. Como consecuencia de tratar ese tipo de problemas, empecé a trabajar en reconocimiento de estructuras, y me metí en descripciones geométricas. Fui tomando nuevas opciones, y así terminé en este momento trabajando, por un lado, en astrofísica nuclear, por el otro en problemas morfológicos de redes. Y eso lo estamos aplicando a casos sociales, como el estudio de los desaparecidos en Tucumán, o a epidemiología. Y también trabajo en pánico de multitudes.
–Cuénteme un poco de los desaparecidos en Tucumán. –Yo estaba dictando una materia que se llamaba física estadística computacional. Y una alumna mía me dijo que estaba trabajando con el equipo argentino de antropología forense, que tenían una cantidad de datos enorme, aunque muy incompleta, con casos de desaparecidos y me preguntó si se podía hacer algo para trabajar con eso, para lograr sacar de esa enorme cantidad de datos alguna información sólida sobre algo. Nos pusimos a estudiar el asunto y encontramos un método que nos permitió, mapeando esa base de datos en una red compleja, detectar estructuras. Nos centramos en Tucumán, que tiene el problema de que no hubo ningún cuerpo aparecido. Lo que nosotros pudimos hacer es proveer un método con el cual se puede estimar cuál es la probabilidad de que un desaparecido haya pasado por determinados centros clandestinos de detención.
–¿Y con eso? –La base de datos está compuesta por una determinada cantidad de individuos, de los cuales a veces optamos por borrar nombres y poner números, caracterizados por atributos: dónde vivía, dónde trabajaba, si militaba, si tenía estudios. Eso genera que uno pueda reconocer grupos de desaparecidos que están muy correlacionados, dándoles distinto peso a las relaciones que surgen naturalmente (si militan en el mismo lugar, si trabajan juntos, si viven cerca). Con eso se genera un algoritmo en el cual cada individuo es un punto y cada una de las relaciones una línea; después se estudia eso para ver si se producen estructuras. Nosotros contamos con cierta cantidad de información; por ejemplo, sabemos que hubo ciertas “caídas” (conjunto de eventos de desaparición correlacionados). Tenemos tres o cuatro caídas que estamos seguros de que son caídas reales, por testimonios y datos históricos, las comparamos con nuestro modelo y lo optimizamos. Finalmente, encontramos evidencia de que hay altas probabilidades de que un determinado grupo de individuos haya estado al mismo tiempo en el mismo campo de concentración.
–¿Y el tema del pánico de multitudes? –Hay un modelo, el modelo social, que trata de extraer los elementos fundamentales que marcan la dinámica de individuos que están en estado de pánico, moviéndose. Yo, por ejemplo, trato de alejarme de usted y de las paredes. Si, por necesidad, tengo que tener contacto con usted, hay una fricción que me va a retrasar en mi intento de ir hacia la salida. Entonces están las fuerzas sociales, por un lado, y la fuerza de mi deseo (de ir hacia cierto lugar). Este deseo está asociado a que yo quiero alcanzar cierta velocidad; a mayor pánico, mayor velocidad. Con esos elementos construimos un modelo y tratamos de ver bajo qué condiciones se puede optimizar la evacuación de un lugar. Es un problema que está lleno de paradojas.
–A ver... –En cualquier situación normal, se supone que si yo tengo que llegar a un lugar, lo mejor va a ser incrementar mi velocidad tanto como pueda, de modo de alcanzar el objetivo lo más rápido posible. Pero cuando estamos en una escena de pánico de multitudes, esto no ocurre. Si yo incremento mi velocidad hasta llegar a mi velocidad óptima, lo más probable es que me termine trabando. Se producen “racimos bloqueantes” (blocking clusters). Entonces nos preguntamos qué pasaría si pusiéramos un obstáculo delante de la salida. Uno esperaría que retrasara todo, y sin embargo, dependiendo de cómo se lo pusiera, podría hasta optimizar el desalojo.
–¿Por qué? –Porque se reduce la presión en la región donde se producen las aglomeraciones. Y ahora estudiamos qué pasa si en el ambiente hay humo que disminuye la visibilidad. Y –otra paradoja– al estar obligados a moverse más lento, el desalojo se produce más rápidamente. Nosotros trabajamos con 200 o 400 individuos, en 20 por 20 metros. O 40 por 50, y ven hasta dos metros, o seis metros.
–Cuando uno ve menos sale más rápido. Es raro... –Sí. Lo que hay que analizar ahí es qué estrategia tiene la gente para moverse. La más primitiva es que sea completamente al azar: corre, choca con una pared, cambia de lado, y así sucesivamente. Otra, probablemente más realista, es la de seguir a los vecinos. Es un comportamiento de manada, típico. Lo que ocurre es que esos bloqueos en las puertas están asociados con la presión, y la presión está asociada con la cantidad de individuos que está tratando de hacer lo mismo al mismo tiempo. Cuando se produce la baja visibilidad, resulta que el tamaño de los grupos de gente que están tratando de salir al mismo tiempo, disminuye. Entonces salen muy rápido, porque la presión es baja. Llegan a la puerta y salen. Si la visibilidad es mayor, se identifica más rápido la puerta y se producen más taponamientos. Y también jugamos, por supuesto, con el hecho de si tienen memoria o no. Cuanta más memoria tengan, más taponamientos se producen. El problema de esto es que no se pueden hacer experimentos.
–El apelotonamiento de gente en la salida podría pensarse como una onda de choque... –Es un fenómeno típico de los medios granulares. Yo esta mañana estaba viendo un molinillo de café, que cada tanto hace un ruido más fuerte. Y eso es porque los granos se trabaron, y hay que golpear para descomprimir. En los aparatos que trabajan con medios granulares, hay medios de evitar que se produzcan estos taponamientos.
–¿Y cómo pasó de la física nuclear a esto? –Sigo haciendo las dos. Si yo a alguien le trato de contar si un núcleo puede sobrellevar una transición de fase, no le interesa a nadie. O si trato de explicar cierta transición de fase morfológica en el gas interior de las estrellas de neutrones, para ver qué pasa con la transparencia de los neutrinos. Lo que intenté hacer fue algo útil, que le interese a la gente y que dé algunos resultados tangibles a corto plazo. Así fue como empecé con estas cosas. Y empecé con tanta mala suerte que el día que mandamos nuestro primer trabajo (hecho en colaboración con Daniel Parisi) fue el día en que ocurrió Cromañón. A las seis de la tarde mandamos el trabajo y a la noche pasó Cromañón.
–¿Cómo define el pánico? –Pánico en este caso es que tengo un objetivo muy preciso pero no hago comportamientos sofisticados para alcanzarlo. Me obnubilo.
–¿Y qué es lo que hace en astrofísica nuclear? –Yo me especialicé en transiciones de fase en sistemas finitos, y ahora estoy trabajando con transiciones de fase en sistemas infinitos. Especialmente, me focalizo en las estrellas de neutrones, que –hablando muy groseramente– son como núcleos gigantescos muy asimétricos, porque la relación protones-neutrones es mucho más alta que lo normal. A medida que uno se va metiendo hacia el centro, hay muchos más neutrones que protones. Esa asimetría nos resulta muy interesante, y con eso estamos trabajando ahora. ¿Qué pasa con las reacciones nucleares cuando los núcleos son muy asimétricos? Y resulta que eso es de mucha importancia para los astrofísicos, porque son el tipo de estructuras que se van a encontrar en las estrellas de neutrones.

lunes, 18 de junio de 2012

Hacia el universo barroco


Durante casi doscientos cincuenta años, el universo clásico, uno e indivisible, infinito y eterno, geométrico y autosostenido, lineal y mágicamente bello, fue feliz. La mecánica celeste y la física newtonianas se convirtieron en el paradigma de toda la ciencia, adjudicándose triunfo tras triunfo, algunos de ellos tan espectaculares como la predicción del regreso del cometa Halley en 1758, o el descubrimiento, a fuerza de puro cálculo, del planeta Neptuno en 1846. Pero en 1905 se alzó un obstáculo formidable: la Teoría de la Relatividad Especial prohibía cualquier velocidad superior a la de la luz, con lo cual se condenaba a muerte a la fuerza de gravitación newtoniana, que actuaba instantáneamente y se propagaba con velocidad infinita. Con ella desaparecieron el espacio euclideano y el tiempo que fluía, uniforme y matemático, sobre todos los puntos del universo. En 1915, en su Teoría de la Relatividad General, Einstein construyó un continuo espaciotemporal curvo, que se modificaba ante la presencia de la materia. La gravitación pasó a ser una travesura del espaciotiempo, que se desplazó a aquella fuerza omnipresente (y tan útil) que Newton había creado. Y mientras los cosmólogos emprendían las primeras tentativas de reconstrucción respetando el nuevo estilo y fabricaban universos cerrados, finitos y estáticos (como el primer modelo del propio Einstein), o abiertos e infinitos, pero con barreras temporales (como el modelo que propuso De Sitter), desde el fondo de la materia empezaba a soplar el viento cuántico, que sacudía los conceptos y las intuiciones más profundas de la ciencia clásica. A la vez, el espacio se poblaba de objetos de nueva laya: en 1924 se demostró finalmente que la Nebulosa de Andrómeda era un conjunto multitudinario de estrellas semejante a nuestra Vía Láctea, y así nuestra galaxia se transformó en una de las tantas galaxias que pronto empezaron a descubrirse a montones, y la Tierra y el hombre perdieron las últimas esperanzas de centralismo que les quedaban (si es que les quedaban algunas).
En 1915, en su Teoría de la Relatividad General, Einstein construyó un continuo espaciotemporal curvo, que se modificaba ante la presencia de la materia. La gravitación pasó a ser una travesura del espaciotiempo, que se desplazó a aquella fuerza omnipresente (y tan útil) que Newton había creado. 
Todavía faltaban unas décadas para la aparición de los quásares, las estrellas de neutrones, las radiogalaxias, los agujeros negros. Pero el universo diáfano del clasicismo ya estaba herido de muerte. Adquirió espesor pictórico, se distorsionó (y hasta cierto punto se fragmentó), avanzó hacia el claroscuro, se pobló de irregularidades, se sometió a la incertidumbre. Y en 1929 un nuevo y fenomenal descubrimiento puso a los cosmólogos en el camino de lo que más tarde se conocería como Teoría Standard: la fuga de las galaxias.

jueves, 14 de junio de 2012

Pequeñas y grandes aventuras atmosféricas

 DIALOGO CON CLAUDIO MENENDEZ, DOCTOR EN CIENCIAS DE LA ATMOSFERA E INVESTIGADOR DEL CONICET
Imagen: Joaquín Salguero

 
En la interacción entre el suelo y la atmósfera se juegan variables importantes desde el punto de vista climático, como el balance del agua. Cómo funcionan esos procesos a nivel regional es una pregunta necesaria para la agricultura y los ecosistemas.

–Usted sabe que yo siempre empiezo estos diálogos más o menos igual, pero hoy voy a cambiar.
–Bueno, me parece bien.
–¿Qué es lo que investiga usted aquí, en este laboratorio? –No veo que haya cambiado mucho...
–Yo tampoco... –Bueno, yo siempre trabajé con modelos climáticos, modelos físico-matemáticos de una complejidad muy grande, porque simulan todos los procesos presentes en la atmósfera y algunos incluso toman en cuenta otros factores que influyen en el clima, como el océano o la vegetación. Mi doctorado lo hice con un modelo de muy alta escala, que tiene una resolución muy alta y sirve para simular períodos cortos...
–¿Eso qué quiere decir? –Períodos cortos de aproximadamente tres días. Después hice un posdoctorado en Francia, donde trabajé con modelos climáticos globales: modelos de atmósfera, primero, y luego modelos en donde está acoplado también el océano. En esta época me dediqué a investigar la interacción entre el hielo marino y la atmósfera (y en parte también el océano).
–Y ahora... ¿cuál es su tema de investigación? ¿Qué es lo que no sabe y quiere averiguar? –Actualmente mi investigación tiene que ver con el modelado climático a nivel regional, donde “regional” significa para nosotros Sudamérica, con énfasis en la región en que vivimos, la cuenca del Plata. El tema que estoy desarrollando en este último tiempo es el que tiene que ver con la interacción entre los procesos que ocurren en la superficie del suelo y los procesos que ocurren en la atmósfera, en particular las precipitaciones.
–¿Y qué es lo que quiere averiguar ahí? –Una cosa que querría averiguar es si existen zonas de Sudamérica en las que la interacción entre el suelo y la atmósfera sea más importante que en otras...
–¿Y hay? –Sí, existen. De acuerdo con nuestros primeros resultados, la zona del nordeste de Argentina, Uruguay y sur de Brasil es una zona en la cual, potencialmente, este tipo de procesos es más importante, en comparación con otras zonas como la Amazonia o la Patagonia...
–¿Y cómo son estas interacciones? –Básicamente las componentes que intervienen son, desde el lado del suelo, la humedad que contiene (un factor muy importante para nosotros). En la interfase suelo-atmósfera, es muy importante la evapo-transpiración, es decir, la evaporación normal desde el suelo sumada a la evaporación a través de la vegetación. Y después estudiamos los feedbacks que ocurren con la precipitación y con la temperatura. En esa cadena tratamos de relacionar estas cuatro variables.
–El suelo aporta la humedad y la transpiración, la atmósfera aporta... –La precipitación y pone condiciones, por ejemplo, de temperatura.
–¿Cómo interactúan esas variables? –La evapo-transpiración, por ejemplo, es una variable clave, que muchas veces no es tenida en cuenta. Desde el punto de vista climático, influye en diferentes balances muy importantes, como ser el balance del agua.
–Cuénteme qué es eso. –Llega precipitación al suelo, esa precipitación en parte se acumula, en parte se escurre y en parte vuelve a evaporarse. Entonces, por un lado, en el balance de agua interviene la evapo-transpiración. También interviene en el balance de energía en la superficie, donde tenemos un balance entre la radiación neta en la superficie (o sea, la radiación solar que llega y lo que devuelve la superficie) y otra serie de cosas de la superficie, como el flujo de calor sensible (el suelo se calienta y emite calor), flujo de calor latente (básicamente, la evaporación, y se llama calor latente porque la evaporación al subir en la atmósfera se enfría, condensa y en el cambio de fase libera una enorme cantidad de energía). Después hay otros balances que están siendo estudiados más recientemente, como, por ejemplo, el que tiene que ver con el ciclo del carbono y el mecanismo de respiración que tienen las plantas, y ahí también la evapo-transpiración es un factor clave. Así que estamos viendo que la evapo-transpiración es algo que interviene en diferentes áreas. Lo que estamos tratando de entender entonces con mi grupo son estos diferentes procesos, para poder determinar cómo funciona a nivel regional y cómo nos afecta a nosotros.
–¿Y esto tiene consecuencias prácticas? Para la agricultura, por ejemplo... –Yo diría que sí. Mis colegas agrónomos, por ejemplo, se muestran muy interesados en el tema. Pero también es muy interesante para los ecólogos. Desde el punto de vista de la agricultura, es obvio que el contenido de agua en el suelo es fundamental. A su vez, el tipo de vegetación y el tipo de uso que se le dé al suelo tiene mucha importancia desde el punto de vista de la atmósfera, porque los diferentes tipos de plantas o de vegetación van a tener diferentes propiedades para la evaporación, para el flujo..., o sea que van a intervenir de una forma u otra en este tipo de feedback que estamos analizando. Y también tiene mucha importancia en el tema de las sequías.
–La sequía se produce... –Básicamente, por falta de precipitaciones.
–Que se produce por... –Diferentes motivos. Una vez que uno tiene una condición seca de superficie en determinada región, si el feedback es negativo, esa condición se va a reforzar y va a tender a ser cada vez más seca; en cambio, si el feedback fuera positivo, la sequía inicial tendería a revertirse. Puede llegar a pasar que por alguna razón se favorezcan condiciones más húmedas y se revierta. Hay ejemplos en el mundo.
–A ver... –Ayer, justamente, leía un paper sobre Sudáfrica. Pero antes de eso, una aclaración. Normalmente, cuando uno habla del feedback entre humedad del suelo y precipitación, se dice que es positivo, lo cual significa que si tengo más humedad en el suelo voy a tener más precipitación. En general, es así, o viceversa. Pero unos colegas sudafricanos encontraron que en una región de Sudáfrica el feedback es negativo, es decir, que condiciones más secas en superficie favorecieron la ocurrencia de más precipitación. O al revés: condiciones más húmedas de superficie bajaron la precipitación.
–¿Y por qué ocurría eso? –Básicamente, cuando había más humedad en el suelo tendía a ser más fría la superficie, lo cual modificaba la circulación de forma tal que, en vez de favorecer la precipitación, la desfavorecía. O sea que hay ejemplos de los dos lados, con lo cual se puede decir que no es obvio que una región dada vaya a responder de una manera determinada.
–Lo que hace entonces es tipificar estos mecanismos para la zona de Sudamérica. –Claro. En el marco de un proyecto europeo...
–¿Por qué europeo? –Porque tenemos una colaboración con Europa desde los años ’90. Hemos tenido varios proyectos de colaboración, en este caso para estudiar la Cuenca del Plata.

lunes, 11 de junio de 2012

TIEMPO


 
Somos sólo una luz, sólo un chispazo,
un instante, apenas un segundo
en la historia, tan vieja como el mundo
de la vida creciendo paso a paso.

Tus pirámides, tus guerras, tu vestido,
el dolor que te acosa, la alegría,
de una noche brillante, el alba, el día
apenas han llegado, y ya se han ido.

Detrás de tu barrio y de tu gente
hay especies, hay rocas: el cimiento,
lejano, de un planeta en movimiento.

Y así, si te detienes un momento
oirás en la alta noche, débilmente,
al tiempo que gotea, intermitente.

viernes, 8 de junio de 2012

El universo clásico: la hazaña de Newton



                                                        Por más que se
                                                 perfeccionen nuestros
                                                  telescopios, siempre
                                                    descubrirán nuevas
                                                  regiones sometidas a
                                                  las leyes de Newton.

                                                        Henri Poincaré


Hace trescientos años, en 1687, al publicarse los Principios Matemáticos de la Filosofía Natural, Isaac Newton, las esferas celestes desaparecieron para siempre de la astronomía. En realidad, hacía rato que estaban bastante maltrechas: desde los tiempos de Copérnico habían recibido golpe tras golpe y las roturas no habían hecho sino ensancharse. La nueva física inaugurada por Galileo, o las leyes astronómicas descubiertas por Kepler las fueron destruyendo pedazo a pedazo, pero los molestos fragmentos flotaban todavía en un universo dudoso que no era ya lo que había sido y no era aún lo que había de ser. Fue Newton quien limpió el espacio de escombros tolemaicos y fabricó un escenario nuevo para que el universo creciera: allí donde Copérnico no había avanzado, allí donde Kepler había vacilado, allí donde Galileo no se había metido. Newton irrumpió como un huracán disipando la sutil materia teológica que llenaba hasta entonces todo y estableciendo un espacio vacío e infinito, euclidiano y profano, donde los astros se movían sobre las delgadas líneas de la geometría pura, sostenidos por el trípode del principio de inercia, la ley de gravitación universal y el rigor del método matemático.
Ya no se trata de ubicar al Sol, en vez de a la Tierra, en el centro del mundo. El mismo concepto de centro del mundo queda destruido en un universo donde todos los puntos son iguales; ya no se trata de institucionalizar las elipses de Kepler como órbitas planetarias, sino de establecer la forma en que se mueven todos los cuerpos. Newton unifica de golpe el universo bajo un puñado de principios físicos que no rigen solamente para el sistema solar, sino para cualquier región del universo, descubierta o no, y para cualquier época del pasado o del futuro. La arquitectura de Newton sigue las pautas de lo clásico: sencillas líneas de construcción, universalidad de los principios, racionalidad de los medios, eternidad de los fines. El universo de Newton, más que un mecanismo, es un teorema, y aunque en él todo se mueve, sugiere el reposo y la inmortalidad: cada parte funciona armoniosamente según las mismas leyes que gobiernan al conjunto, pero sin subordinarse ni depender de él. Es un universo optimista, permeable a la razón, totalmente cognoscible, hasta el punto de sugerir que en él ya no es posible el descubrimiento, sino la confirmación, una y otra vez, de las predicciones newtonianas. Cuentan que cuando Laplace entregó a Napoleón un volumen de su monumental Mecánica celeste, ante el reproche de que no se mencionara en él al Supremo Hacedor, contestó: "No he tenido necesidad de esa hipótesis".
Verdadera o no, la frase refleja el optimismo racionalista que subyace en el trasfondo del universo clásico y la atmósfera intelectual del Iluminismo: si uno conociera las propiedades físicas de todas las partículas del universo en un momento cualquiera, podría predecir todo el futuro con la misma indiferencia con que podría calcular todo el pasado. De alguna manera, todo estaba dicho.
 La arquitectura de Newton sigue las pautas de lo clásico: sencillas líneas de construcción, universalidad de los principios, racionalidad de los medios, eternidad de los fines.
Ninguna mitología, ninguna religión, ninguna ciencia balbuceante había jamás emulado a Newton. Nunca antes había habido un universo así --y probablemente nunca volverá a haberlo--. Fue ese universo el mejor marco imaginable para el espectacular desarrollo de la ciencia moderna: un universo abierto, geométrico, racional, eterno e infinito, donde cualquier viajero podía navegar sin miedo, al encontrar siempre --y eternamente-- astros y regiones sometidos a las mismas leyes.
Infinito. Como todo clásico, el universo newtoniano no le tenía miedo al infinito...y, sin embargo, en el infinito residía su gran debilidad. Porque no sólo se extendía ilimitadamente en el espacio y en el tiempo, sino que la fuerza de gravitación, esa argamasa fundamental, se propagaba instantáneamente --es decir con velocidad infinita-- entre todos los puntos del espacio. Después de 1905 y de la Teoría Especial de la Relatividad, esa velocidad infinita se hizo intolerable, se produjo el derrumbe parcial de la prodigiosa construcción newtoniana y hubo que emprender la tarea de edificar de nuevo. Detrás del infinito del universo clásico esperaba su turno, paciente --y también deslumbrante-- el barroco.

miércoles, 6 de junio de 2012

La ciencia, la tecnología y sus públicos

DIALOGO CON CARINA CORTASSA, DOCTORA EN CIENCIA Y CULTURA, INVESTIGADORA EN EL CENTRO REDES


Las representaciones que tanto los científicos como el resto de los ciudadanos tienen de lo que es la ciencia influyen en la comunicación pública de los saberes y condicionan el diálogo entre investigadores, divulgadores y lectores.

–Acaba de publicar el libro La ciencia ante el público, que es el resultado de su tesis doctoral.
–Sí. El libro es el resultado de muchos años de trabajo en el área de los estudios de ciencia, tecnología y sociedad. Yo me concentro en un campo específico, que es el de la comprensión pública de la ciencia.
–Y eso es... –De qué forma el conocimiento científico trasciende los límites de las comunidades especializadas y es apropiado y se disemina en la sociedad. Eso se establece, por ejemplo, a través de los medios de comunicación, a través del periodismo científico, de los divulgadores, del jinete hipotético, de las visitas a Tecnópolis. Lo que yo estudio no es ese contacto que se establece en la educación formal sino el que perdura a lo largo de toda la vida de un sujeto a través de otros mecanismos: los de mediación o interfaz.
–¿Por qué es importante saber lo que pasa ahí? ¿Y qué pasa ahí? –Yo creo que es importante saber lo que pasa ahí por distintos motivos. Uno puede estar interesado por este tipo de cuestiones porque cree que todo el mundo debería poder disfrutar de la ciencia como un bien cultural, igual que de la literatura, de la música o del cine. Pero también puede haber otro interés: el sentido cívico, es decir, la formación de ciudadanía en ciencia y tecnología. Esta formación cívica tiene que ver con el hecho insoslayable de que la ciencia y la tecnología son hoy en día dimensiones constitutivas de nuestra sociedad contemporánea; atraviesan todos los procesos. Pero no sólo a nivel macrosocial sino a nivel cotidiano: toda nuestra vida está atravesada por el conocimiento científico y tecnológico.
–Lo que pasa es que yo no necesito el conocimiento científico para usar las cosas que uso. –Pero tal vez sí necesita otras cosas, como leer los prospectos médicos o las características de los alimentos que consumen. Pero más allá de este nivel cotidiano, hay discusiones a nivel macro, como el debate que está asomando de la muerte asistida o el debate sobre la investigación de células madre embrionarias.
–O sobre la megaminería... –Sí. Todas estas cuestiones son percibidas por el ciudadano, mucho más de lo que creemos. Yo lo que hago en el libro es tratar de hablar con la gente sobre ciencia, y de lo que me doy cuenta es de que son cosas que a la gente le interesan. La gente quiere ser parte de este tipo de discusiones. Creo que hay una imagen de “la gente”, que es la que se manejó históricamente, que es que esa gente es desinteresada, pasiva e ignorante en cuestiones de ciencia. Pero lo que pasa es que de algún modo es preciso, para que esa discusión sea posible, que se compartan ciertos conceptos básicos. Porque si no, no tenemos un diálogo sino un monólogo a dos voces.
–¿Por ejemplo? –Por ejemplo: ¿por qué necesitaría la gente acceder al concepto de “proceso de lixiviado”? Y, porque la discusión necesariamente se establece en esos términos. Quien no puede disponer de ese tipo de conceptos queda afuera de la discusión. Tiene que haber un umbral de comunicabilidad mínimo en el cual se compartan ciertos conceptos (que signifiquen lo mismo para todos) el diálogo no es posible.
–¿Entonces? –Yo lo que planteo es un modelo cognitivo, un modelo de la interacción epistémica. Planteo mi modelo de cómo se plantea la interacción entre el público, el mediador (un divulgador) y el científico. Lo que estudio es cómo circula el conocimiento hasta el momento en que es apropiado por el público. Trabajo con dos marcos teóricos importantes: uno, el de la epistemología social (que estudia cómo circula el conocimiento entre agentes con posiciones asimétricas) y el otro, la teoría de la representación social, una corriente de la psicología social que estudia el modo en que ciertas estructuras psicosociales inciden sobre la percepción que la gente tiene sobre determinados problemas, como la figura del científico o la de la ciencia. Entonces lo que yo trato es de hacer confluir dos dimensiones de esa interacción: el problema de la dimensión epistémica y el de la dimensión simbólica. Científicos, divulgadores y público son heterogéneos en dos planos: son heterogéneos en cuanto a sus competencias, capacidades y saberes, pero también son heterogéneos en cuanto a sus representaciones. Yo trato de ver, entonces, de qué modo esas interacciones inciden sobre la representación epistémica.
–¿Y de qué modo inciden? –Inciden de varias maneras. En primer lugar, inciden porque ese tipo de representaciones sobre lo que es la ciencia, o el científico, crean anticipaciones sobre cómo es esa relación. Por ejemplo, la gente tiene una imagen de la ciencia y del científico, muy extendida, como el lugar de la certeza, de la certidumbre, de la verdad. Eso genera una expectativa respecto de la ciencia y los científicos que es desmedida...
–Genera una expectativa, pero además genera temor. –Sí, claro. La teoría de las representaciones sociales supone que hay una doble representación, que se compone de una suerte de “núcleo duro” y elementos periféricos. Ciencia y tecnología son cara y ceca. El núcleo duro genera seguridad, bienestar, admiración, respeto, pero la periferia genera incertidumbre, demanda de cuidado, algo de miedo. Ambas cosas vienen pegadas. El marco teórico con el que yo trabajo permite comprender el problema de la ambivalencia de la imagen pública que tiene la ciencia.
–Volvamos al tema anterior... –Bueno, esas representaciones que tiene la gente también las tiene el científico, que posee sus propias ideas sobre lo que es la ciencia. Y el divulgador tiene la propia. Se genera entonces una red de anticipaciones y expectativas que condicionan las actitudes con las que cada uno se incorpora al diálogo. Pero por otro lado, también inciden en el resultado, que es el modo en que una vez que la gente ha accedido a algún tipo de conocimiento nuevo lo incorpora a su propio bagaje de creencias.
–¿Por ejemplo? –Cuando la gente se encuentra con un conocimiento que le parece muy improbable, como cuando lee que se encontró agua en un planeta extrasolar, la imagen previa que tiene de la ciencia le permite aceptarlo mucho más fácilmente. Como la ciencia ha demostrado muchas veces que cosas que parecían improbables efectivamente son como lo decía, el lector está más dispuesto a aceptar la noticia como cierta. Otro ejemplo: las dos patas de la ciencia (básica y tecnología) hacen que la gente vea a la tecnología como la materialización de la ciencia básica. El hecho de que un objeto hecho para calentar cosas, como el microondas, efectivamente caliente cosas, me da la pauta de que detrás de eso hay un conocimiento válido, y que además existe una entidad tal como las “microondas”, aunque yo no sepa qué son ni cómo funcionan. Es una especie de realismo a la Hacking: si las entidades son manipulables, es porque detrás hay algo cierto. Lo que yo quiero mostrar es que el tipo de razonamiento involucrado en la aceptación del conocimiento es irreductible a razones de tipo cognitivo, es decir, hay motivaciones que no tienen que ver estrictamente con entender o no entender.
–Eso pasa con los científicos también... Muchas veces la elección de la teoría no es debida a temas estrictamente cognitivos. –Sí, claro. Hay valores no epistémicos que intervienen en la elección de una teoría. Lo que yo digo entonces es que hay otro tipo de cuestiones, no estrictamente cognitivas, que interviene en el modo en que la gente acepta y se apropia de teorías científicas.
–¿Cuáles son esas motivaciones? –Las que están condicionadas por la representación que la gente tiene de lo que es la ciencia, que son las que le vengo contando: la motivación por la imagen de la ciencia como progreso y certidumbre y la motivación fundada en la historia de éxitos cognitivos, entre otras. Y hay una motivación que es muy importante, que es la credibilidad del agente de interfaz.
–¿De qué depende eso? –Bueno, la gente tiene no sólo una imagen de sí y del científico sino de los agentes de interfaz, y sabe en qué agentes de interfaz puede depositar mayor o menor confianza. Una misma información (por ejemplo, que se descubrió agua en un planeta extrasolar) tiene diferentes grados de aceptabilidad de acuerdo con el medio donde aparezca: si sale en un diario serio, se le cree; si aparece en una revista de ovnis, no. La gente no puede juzgar por la noticia en sí, sino por el lugar donde aparece. La misma proposición se juzga como verdadera o falsa, según el medio.
–Eso es lo mismo que con cualquier otra noticia... –Sí. Lo que todavía no se sabe muy bien, y ése es un problema muy interesante, es a quién le cree la gente. Por un lado está el científico que dice “hay agua en Marte” y por el otro está el periodista o el jinete hipotético, que le transmite a la gente lo que dice el científico. La gente no tiene mucha referencia para juzgar la credibilidad del científico original; en todo caso, la referencia que puede tener es la que le da la propia interfaz.
–¿Se puede creer lo que no se puede comprender? –Hay que hacer una diferencia entre “creer” y “aceptar”. Cuando hablamos de “creencia”, parece ser una disposición involuntaria. Es importante distinguirlo de la aceptación, del acto intencional de aceptar una proposición científica. La gente marca muy bien la diferencia entre la creencia en la ciencia y la creencia religiosa. Nadie pide ver a Dios para creer o no. Del mismo modo, nosotros no podemos ver el agua en el planeta extrasolar, pero demandamos que, si se nos afirma que existe, se muestre algún tipo de evidencia que opere como garante de esa institución.
–Es una actitud más científica. –Y lo que es importante ver es que la confianza en la ciencia no es una confianza ciega. No hay que hacer la analogía entre ser confiado y ser crédulo. Porque históricamente se dice que la gente confía en la ciencia, como si fuera crédula. Y eso está mal. Para que la ciencia pueda avanzar y circular por la sociedad es necesario que haya confianza epistémica.

domingo, 3 de junio de 2012

Lentes gravitacionales (copla)


Una galaxia lejana
que el azar me ha deparado
duplica la luz del quasar
que me tiene enamorado

Ay, mi astrónoma bonita. 
A ti no te ha duplicado. 


Una galaxia lejana
que por azar esta allí
duplica la luz de un quasar
que tiene detrás de sí. 

Ay, mi astrónoma bonita. 
Que no te duplique a ti.