miércoles, 29 de agosto de 2012

Televisión en tres dimensiones

DIALOGO CON MARIO MASTRIANI, DIRECTOR DEL LABORATORIO DE IMAGENES Y SEñALES DE LA UNTREF

El año pasado, la Universidad de Tres de Febrero realizó exitosamente la primera transmisión en América latina con calidad HD en 3D, desde Canal 7. Y si bien la noticia no es nueva, aquí se cuentan las intimidades de este tipo de transmisiones.

–Ya sabemos que es una noticia del año pasado el desarrollo del que vamos a hablar, pero usted sabe que a mí lo que me interesa más es entender los procesos físicos de las noticias. Y usted desarrolló una tecnología nueva para poder ver televisión digital en tres dimensiones. Tengo miedo porque creo que no voy a entender nada, porque realmente de tecnología no entiendo nada.
–No se preocupe, lo va a entender.
–A ver... –Sí. El desarrollo consiste en que la televisión digital en todo el mundo llega hasta una calidad de imagen conocida como 720 p o 1080 i; eso significa la cantidad de líneas y puntos que llenan la pantalla para dar una calidad visual alta con respecto a la televisión analógica tradicional que venimos viendo. Lo que nosotros desarrollamos es la tecnología para transmitir al aire 1080 p, o sea, el doble de calidad que la televisión digital normal.
–Bien, ésa es la novedad. Pero vamos despacio. Necesito que explique la diferencia entre televisión analógica y digital. –La televisión analógica es una televisión basada esencialmente en la captura y transmisión, en forma exclusivamente electrónica, de una versión también electrónica de la imagen.
–Es decir: yo tomo una imagen, la monto sobre una onda y la transmito. –Exactamente.
–Y esa cosa que se monta sobre la onda es una traducción electrónica de la imagen. –Claro. Y después el televisor analógico lo recibe y hace la contraparte de la cámara.
–¿Y la televisión digital qué hace? –Bueno, ahí cambia completamente: tomo la cámara, capto la imagen, pero aparece una codificación totalmente nueva.
–¿Cómo es? –Hay una cámara que captura la imagen con mucha más alta resolución que antes. La televisión analógica tenía una reproducción, en cantidad de puntos por imagen, de 740 por 576: una proporción de 4:3. En cambio ahora, la reproducción es de 1920 por 1080.
–¿Pero cuál es la diferencia física? –Antes eran ondas, estrictamente ondas analógicas; ahora son unos y ceros que viajan por el espacio, con un procedimiento mucho más elaborado y complejo para recuperar la señal si se pierde por culpa de rebotes contra edificios, por ejemplo. La señal, si rebota, puede reconstruirse. Antes, si rebotaba en algún lado, no llegaba nada.
–¿Y entonces? –El tema es que esta televisión digital tiene una cantidad de información increíblemente superior a la anterior, y por ende una mejor calidad de recuperación de imagen, nitidez, contraste. Está mucho más cerca de la realidad, aunque sigue siendo un modelo electrónico.
–Es mucho decir que está más cerca de la realidad... –Más cerca de la realidad visual. Eso seguro, si no el desarrollo sería inútil. Bueno, nosotros lo que hicimos es transmitir por duplicado, para el ojo izquierdo y para el ojo derecho. O sea: cuatro veces más información. A ese conjunto se lo llama estereoscópico, que es lo que permite en una televisión 3D tener la sensación de tres dimensiones. En la misma capacidad del canal digital, mandamos cuatro veces más información.
–¿Y eso no tiene algún costo? –El precio que pagamos por ese aumento de la tasa de compresión es un desmedido incremento del costo computacional, o sea, requiere mucho más cómputo que la televisión digital normal. Pero mucho más. A este respecto hay unas placas que tienen procesadores, como si fueran computadoras, con las que nosotros paliamos esa demanda de trabajo computacional. Con eso y el software que desarrollamos, logramos que corra bien. Mientras tenga buenas migas con el proveedor, no pasa nada. Pero si surgiera algún problema, nos quedamos sin nada. Por eso nosotros pensamos que, tal vez, eventualmente se pueda tener un arreglo comercial como otra boca más de expendio del licenciamiento de nuestra tecnología.
–¿Qué quiere decir licenciar? –Es el permiso para que ellos usen la tecnología que desarrollamos. La idea es que para que ellos puedan usarla, como contraparte tengamos flujo constante de esas placas.
–¿Y cómo va a ser ese sistema acá? –Bueno, el primer destinatario de esto son los mismos jubilados y la gente de bajo recursos que recibe los decodificadores digitales. En una próxima etapa podría estar presente nuestra tecnología y permitir que esa gente pueda ver televisión 3D.
–Bueno, el problema es que hay que comprar la televisión. –Sí, claro, es un gran problema. Nuestro sistema, hay que aclararlo, es compatible con el cable y con el sistema de televisión digital abierta. Es, entonces, independiente de la norma, independiente del servicio (porque puede ser implementado en televisión de definición estándar como la analógica) e independiente del transporte (que sea al aire, que sea por cable o que sea por satélite).
–La gente habla y lee sobre televisión digital, normas, etc. Y no tiene ni la menor idea de lo que significa todo eso. ¿Por qué no explicamos eso? –En la analógica, la cámara recibe un conjunto de fotones, se transforma en impulsos eléctricos que inciden sobre una onda, la onda portadora, que se va modificando. Y después, en la tele, se hace el proceso inverso.
–Bien. ¿Y si es digital? –Llega el conjunto de fotones cuantizados. A nosotros no nos interesan valores intermedios como tenía la versión analógica; esa versión, en rigor, tenía infinitas posibilidades de valores. Acá, para cada color (hay tres colores en juego) tiene 8 bit de profundidad, es decir, tiene 256 posibilidades nada más cada color. Son 256 para el rojo, 256 para el verde y 256 para el azul.
–¿Hay una onda portadora? –Sí. Y sucede lo mismo que en el otro caso; la diferencia es que ahora se mandan muchas ondas en lugar de una. Y todo ese flujo de ondas que se manda tiene por objeto que alguna llegue al receptor, no importa dónde rebote. Todas llevan la misma información; en el receptor la reconstrucción hace que por poco que sea, por pobre que sea lo que llegue, en todos los pedacitos que llega va a haber una partecita de todas las componentes en que fue descompuesta la imagen digitalmente.
–¿La imagen en qué se descompone? ¿Cómo se transforma esa imagen en unos y ceros? –Porque cada puntito de la cámara discretizado, a su vez está discretizado en el valor que puede ser codificado. Cada minimosaico es un contador de cantidad de fotones, y ese conjunto es cuantizado en un número que indica cuántos fotones llegaron, la intensidad y la frecuencia del color.
–O sea que va a haber un número para el rojo, un número para el azul... –Exacto.
–Cada celdita, entonces, transforma los fotones que llegaron en un número. –Sí. Y esos numeritos están expresados en una base no decimal (binaria).
–¿Y cada celdita modula una portadora diferente? –No. Después el paquete se organiza en tramas.
–¿Qué es eso? –Eso significa que hay que meter en un paquete video, audio y un canal de interactividad, para que haya una vuelta desde el individuo que está en el hogar hacia el canal de televisión para hacer consultas en línea.
–¿Cuáles son las ventajas que tiene el desarrollo de ustedes? –Mejora muchísimo la televisión digital. Mandamos cuatro veces más información, mejor calidad visual y encima tridimensional.

viernes, 24 de agosto de 2012

De insectos y pequeñas hormigas de fuego

DIALOGO CON PABLO SCHILMAN, DIRECTOR DEL LABORATORIO DE ECOFISIOLOGIA DE INSECTOS, FCEN
Imagen: Guadalupe Lombardo

Cambios mínimos en factores como la temperatura y la humedad del ambiente afectan enormemente la vida de los insectos, modifican su metabolismo interno y también sus comportamientos más elementales.

–Usted es doctor en biología y dirige el laboratorio de ecofisiología de insectos.
–Sí, un laboratorio de muy reciente formación.
–¿Y qué hacen? –Los insectos son, por un lado, animales hectotérmicos, es decir, su temperatura varía junto con la temperatura ambiente y además son animales muy pequeños, por lo cual la relación superficie-volumen es muy grande. Los factores abióticos que más influyen en los animales son la temperatura y la humedad. En el caso de los insectos los afecta mucho, porque la variación de la temperatura corporal hace que varíe su tasa metabólica y que varíen muchas otras cosas. En cuanto a la pérdida de agua, como se trata de animales muy pequeños y la relación superficies-volumen es muy grande, tienden a perder mucha agua por la superficie. Esas son las dos claves que pueden, de alguna forma, interesarnos más, y que engloban todo nuestro trabajo.
–¿Y qué hacen con eso? –Recién empezamos. Ahora tenemos algunas líneas de trabajo relacionadas con vinchucas, y trabajamos en relación con el laboratorio de fisiología de insectos.
–Ellos me dijeron, la semana pasada, que venga a conversar con usted. –Y nos interesa, por un lado, medir bien el efecto de la temperatura en las vinchucas. Por un lado, sabemos que cambia su tasa metabólica. En general, eso se ve con un cociente que mide cuánto varía su metabolismo con cada diez grados de diferencia. Al saber eso, y al ser insectos hematófagos vectores de enfermedades, un aumento en la temperatura ambiente lo que hace es que aumente la tasa metabólica del insecto, que consuma los nutrientes más rápido y que tenga que picar más seguido, con el consiguiente potencial aumento de la tasa de transmisión de la enfermedad (sea una vinchuca, un mosquito o cualquier insecto vector hematófago). Por otro lado, nos interesa también ver las características fisiológicas de los insectos que pueden, de alguna forma, determinar su distribución.
–¿Por ejemplo? –Si yo tengo dos especies diferentes de vinchuca, puedo medir ciertas cosas, como puede ser la tolerancia a la temperatura, la temperatura crítica máxima. Si una de las especies aguanta hasta 45 grados y la otra hasta 35, en algún ambiente donde la temperatura supere los 35 grados, la especie que tiene su temperatura máxima en 35 no podría habitar. Lo mismo ocurre para el frío: hay especies más y menos resistentes y eso va a impactar en su distribución.
–¿Tienen algún otro eje de investigación? –Tenemos un pequeño proyecto, en colaboración con un laboratorio de control biológico, en el que trabajamos con una hormiga, la “pequeña hormiga de fuego”. Esta hormiga, muy pequeñita, es tropical, y la distribución sur llega hasta la provincia de Buenos Aires. Lo que se hace es juntar hormigas de Zárate. Genéticamente es una hormiga invasora; hay un listado de las 100 especies invasoras más perjudiciales y ésta está dentro de esa lista. Lo que vieron en ese laboratorio recientemente es que ahora invadió más zonas en el Mediterráneo y en Israel y esta invasión, que es bastante reciente (fue reportada hace 15 o 20 años), fue realizada por hormigas, cuya información genética es muy parecida a las hormigas que se recolectan acá, en Zárate. Como es justamente la distribución más sur de la población, es la que estaría adaptada a temperaturas más frías. Con este modelo, también, estamos viendo el tema de tolerancia a temperaturas máximas, mínimas, y el período de aclimatación para ver la flexibilidad.
–¿Y la idea es combatir a esta hormiga? –La idea mía, personal, no es combatirla, es simplemente estudiarla. Si después sale información relevante para combatirla, bienvenido sea. Lo mismo pasa con el caso de la vinchuca: mi idea no es, aunque sería buenísimo, terminar con el Chagas; a mí me interesa una visión más básica de la ecofisiología de insectos. Si eso tiene algún aporte a futuro, mucho mejor, pero no es el objetivo final de lo que yo hago.
–Hablemos de la pequeña hormiga de fuego... Me gusta el nombre. ¿Es una plaga? –Es una especie invasora común y tiene características similares a otras especies, como la hormiga argentina. Por ejemplo, existen muchas reinas por colonia, con lo cual es más fácil que accidentalmente se transporte una reina a otra zona y ese tipo de cosas. Igual que la hormiga de fuego, que tiene aguijón, pica y es una molestia para las personas, la pequeña hormiga de fuego es lo mismo pero en más pequeña. Molesta un poco menos por el tamaño, pero es similar.
–Las colonias de la hormiga de fuego pueden ser inmensas... –Sí, igual que la hormiga argentina. Tienen súper colonias: yo estudié una que iba, por ejemplo, desde Tijuana hasta el norte de California (son unos 800 kilómetros). En Europa también hay una colonia de miles de kilómetros.
–¿Y tienen reinas cada tanto? –Sí, muchísimas. Uno agarra un nido, saca y encuentra un montón de obreras y varias reinas.
–¿Y por qué se dice que es una sola colonia? –Como muchos otros insectos, pero más particularmente, las hormigas son insectos que utilizan mucho claves químicas de contacto, el equivalente al gusto nuestro. Por ejemplo, el perfil de hidrocarburos que tiene la cutícula, la parte de afuera de los insectos, hace que las hormigas se reconozcan, ya sean de la misma especie, de especies diferentes o, dentro de la misma especie, de colonias diferentes. Son muy agresivas entre sí: dos obreras de una misma especie pero de dos colmenas diferentes, si uno las pone juntas, van a pelear.
–¿Y una va a matar a la otra? –En general, sí. En estas colonias, justamente, nos damos cuenta de que no se desencadena ese comportamiento agresivo, porque se reconocen como pares. El perfil no es lo suficientemente distinto como para percibirla como miembro de otra colonia.
–¿Cada una sabe a qué reina reporta? –No, no. Quizá decirle “reina” es un mal nombre. La reina lo único que hace es poner huevos; la organización no es jerárquica ni verticalista. En realidad, el hormiguero es un sistema más autónomo, donde se generan o salen comportamientos o cosas muy sofisticadas a partir de decisiones muy simples de cada uno de los individuos.
–¿Cómo es eso? –Por ejemplo, las abejas controlan la temperatura del panal con una precisión muy grande, sobre todo donde está la cría. ¿Cómo lo hacen? Por ejemplo, si sube la temperatura hay abejas que se ponen en la entrada de la colonia y abanican sus alas para hacer una corriente de aire y refrigerar la colonia; si hace más calor todavía, buscan agua y la meten adentro. Todo esto está dado simplemente porque toda la población, las miles de obreras, tienen diferentes umbrales de respuesta para algo. Lo que sucede, entonces, es que cuando empieza a aumentar la temperatura, hay una población de las obreras que tiene un umbral de respuesta para empezar a abanicar más bajo que el resto, de modo que empiezan. Si sigue subiendo la temperatura, empiezan otras que tienen umbrales más altos, y así. El sistema se autorregula con decisiones individuales muy simples en las que la reina no tiene nada que ver.
–Pero a veces decide enjambrar una reina... –La palabra “decide” es algo complicado. Pero, en realidad, deciden más las obreras que la reina. Si la reina muere, las obreras se dan cuenta porque faltan determinados olores y cuestiones químicas que perciben. Eso hace que empiecen a alimentar a alguna larva con jalea real, para que salga una nueva reina. Las obreras casi que deciden más que la reina; hasta podría decir que la reina es casi una esclava de las obreras, es una máquina de poner huevos.
–Dentro de todo, es una monarquía representativa. –O ninguna monarquía... tal vez sea mejor.

martes, 21 de agosto de 2012

Incognitas de la luna

La luna vino a la fragua
Con su polison de nardos.
El niño la mira, mira
El niño la esta mirando.  

Federico García Lorca

Romancero Gitano


Curiosamente, aun hoy no se sabe qué fue primero: si la Tierra o la Luna. Se sabe, sí, que tienen aproximadamente la misma edad unos cuatro mil quinientos millones de años y que los respectivos orígenes no pueden diferir en más de cien millones de años: tal es la evidencia aportada por las rocas lunares traídas por las misiones Apolo. Aunque si bien cien millones de años pueden parecer poco en tan larga historia, la coquetería de los astros suele estar hipertrofiada y es probable que ni la una ni la otra sean indiferentes a ese problema de precedencia.

La Luna, en realidad, es un enigma, y no solo porque es nuestro satélite. La Luna, por lo menos entre los planetas interiores, Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, tiene un status especial: su tamaño (solo un poco menor que el del planeta Mercurio) y la relación del diámetro lunar con el de su astro central (la Tierra) es lo suficientemente grande como para que, más que un satélite, atrapado por los azares de la gravitación, pueda considerarse un verdadero planetoide, que por alguna razón, integro un sistema con nuestro planeta. Si es tan especial, puede suponerse que su origen también fue especial. ¿De dónde salió? No se sabe.

Una de las teorías tradicionales sobre el origen de la luna (heredada desde el siglo pasado) sugería que esta era, sencillamente, un pedazo de nuestro planeta, una inmensa burbuja desprendida en épocas tempranas, cuando la tierra era más joven, más fluida, más flexible, y rotaba mas rápidamente. Algunos elementos de juicio apoyan esta hipótesis (la similaridad química entre la Luna y el manto terrestre, o el progresivo alejamiento de nuestro satélite unos tres metros por año) y otros juegan en contra (la velocidad de rotación de la tierra primitiva necesaria para el desprendimiento de la luna es demasiado alta).

Otra hipótesis sitúa los orígenes en los planetoides (embriones de planetas) que se formaban durante el turbulento nacimiento de nuestro sistema solar: la anarquía reinante permitió que dos de ellos orbitaran uno alrededor del otro, formando el sistema geo lunar (pero esta hipótesis también adolece de fallas: si fueron dos planetoides independientes: ¿cómo se explica la similitud química?). Una tercera variante (muy reciente) sostiene que, en las épocas del nacimiento de la tierra, un planetoide choco contra ella, desprendiendo un enorme chorro material que, primero dispuesto como un anillo alrededor del planeta, y luego consolidándose gravedad mediante, habría sido el origen de la luna. Como todas las demás, esta hipótesis tiene sus ventajas e inconvenientes.

La verdad es que en relación al origen lunar, todavía estamos en veremos. El tango, que tanto se ocupo de la luna, ya lo señaló, con su habitual agudeza: Luna de mi arrabal/que con la Tierra naciste/todavía no sabemos/ si llegaste o si te fuiste. /No me amures como hizo/esa maldita percanta/ que me dejo abandonado/ solo contigo, y en llanta.

jueves, 16 de agosto de 2012

Costumbres sexuales de las vinchucas

DIALOGO CON GABRIEL MANRIQUE, DOCTOR EN BIOLOGIA, JEFE DEL LABORATORIO DE FISIOLOGIA DE INSECTOS, FCEN
Imagen: Guadalupe Lombardo

 

 

Aunque no es un insecto social, la vinchuca tiene sus medios para transmitir información, orientarse y comunicarse. Su comportamiento, y no sólo el sexual, depende en gran medida del sentido del olfato.

–Cuénteme qué hacen en este laboratorio.
–Bueno, este laboratorio tiene una larga tradición desde que fue fundado con la vuelta de la democracia. Actualmente, lo que hacemos esencialmente es estudiar fisiología del comportamiento de insectos.
–A ver cómo es eso... –Originalmente había dos grandes grupos, uno dedicado a los insectos sociales y otro dedicado a las vinchucas, pero con el correr de los años este laboratorio, que quedó bajo mi dirección, tiene como modelo experimental las vinchucas. Lo que hacemos es estudiar distintos aspectos del comportamiento: el aspecto sexual, neurofisiología de la degustación, aprendizaje y memoria.
–¿Y qué pasa con esas cosas? Por ejemplo, en el tema aprendizaje, ¿la vinchuca aprende o no aprende? –Esa es justamente una línea muy nueva, que estamos recién incorporando gracias a un investigador que fue repatriado desde Francia.
–Bueno, hablemos sobre las vinchucas. –Nuestro objetivo general es ver cómo utilizan información las vinchucas para comunicarse y sobrevivir en el medio ambiente.
–¿Cómo lo hacen? –Una de las líneas fuertes es estudiar el comportamiento sexual. En los últimos años hemos encontrado que los machos pueden orientarse a través del sentido del olfato, mediados por olores que emiten determinadas glándulas que poseen las hembras. Esos olores promueven tanto el apareamiento como el inicio del vuelo. Si uno experimentalmente estimula a machos con olores provenientes de hembras o de las glándulas de esas hembras, los machos son capaces de iniciar el vuelo en dirección a esos olores para finalmente aparearse. Esos olores determinan finalmente el encuentro entre los sexos.
–Eso es muy parecido a lo que pasa con cualquier animal, ¿no? –Así es, es algo bastante común entre las especies. Pero en las vinchucas es bastante difícil de descubrir porque, por ejemplo, tanto machos como hembras tienen los mismos tipos de olores y los mismos tipos de glándula. Entonces no ha sido tan fácil.
–¿Y cómo sabe el macho que el olor es de una hembra y no de un macho? –Eso todavía no lo sabemos. Otra línea de investigación asociada a eso, que está todavía en curso, nos está permitiendo discernir que, en el momento en que la pareja está en contacto, es capaz de reconocer el macho a la hembra a través de cierto dimorfismo sexual en el que habría (y resalto el condicional) algún compuesto cuticular diferencial que le permitiría al macho darse cuenta de que está enfrente de una hembra y no de un macho.
–¿Y si llega y es un macho? –No copula.
–No podría. –No.
–¿Y qué hace? –Ese experimento nosotros no lo hicimos. Lo que sí hemos probado es que si uno coloca una hembra muerta topicada con olores de macho, el macho no va a copular con la hembra muerta.
–¿Pero los olores no son iguales? –Los olores de la glándula sí, pero éstos son olores de la cutícula, acuérdese. Es otro tipo de olor que no es volátil, está presente ahí. Sólo puede ser discernido cuando el macho ya está ahí. Los otros olores de la glándula les permiten a los machos orientarse cuando están a cierta distancia.
–Y usted me habló de un sistema de información... –Bueno, el olfato es uno.
–¿Información sobre qué? –Sobre sexo, pero también sobre el espacio. La vinchuca a través del olfato puede determinar hacia dónde se orienta.
–¿Son insectos sociales? –No son insectos sociales, pero tienen cierto grado de sociabilidad. Durante el día, por ejemplo, permanecen agregados, no están solitarios. En el caso de los ranchos que están infectados con vinchucas, se sabe que durante el día permanecen en contacto los insectos dentro de unas grietas que ofrecen los ranchos.
–¿Y a la noche? –Es cuando despliegan todas sus actividades. Salen de sus refugios principalmente en busca de alimento.
–¿Qué alimento? –Sangre. Son hematófagos, se alimentan de sangre de sus hospedadores.
–¿Por qué viven agregados? –Eso no se conoce en realidad. La verdad es que no tengo una respuesta.
–¿Hay jerarquías entre los insectos? –En los insectos sociales, sí. En realidad, más que jerarquía lo que hay es diferenciación funcional del trabajo. En el caso de las vinchucas no. Hay distintos estadios: estadios larvales y adultos. Pero no se puede hacer una comparación con los insectos sociales.
–¿Qué más saben de las vinchucas? –Otra de las líneas que se está desarrollando tiene que ver también con olfacción. En colaboración con un laboratorio de Brasil hemos descripto los compuestos químicos provenientes de unas glándulas que, ante su liberación, provocan una dispersión en contra de la fuente de estimulación. Actuarían como una feromona de alarma: cuando la vinchuca se encuentra en peligro, liberaría estos olores cuyo mensaje sería “hay un peligro potencial”, “hay que alejarse de la fuente de peligro”.
–¿El peligro cuál es? –Un predador por ejemplo.
–¿Quién las preda? –Podría ser el propio hospedador, cuando trata de liberarse del insecto cuando lo está picando, o gallinas, perros, animales de corral.
–Si las vinchucas responden a esos olores que les despiertan el instinto sexual y yo hiciera un experimento en el que pusiera una fuente de olor muy fuerte de modo que funcionara como una trampa, ¿no irían todas directo a la trampa? –Eso sería fantástico, pero estamos muy lejos de lograr algo así. Es algo que se realiza en, por ejemplo, coleópteros que son plagas agrícolas como los escarabajos: se hacen capturas en masa de machos con los olores de la feromona sexual de la hembra, por ejemplo. Pero en este caso estamos bastante alejados. Existen, además de las técnicas de captura, técnicas de confusión sexual, que consisten en saturar el ambiente de feromonas sexuales y confundir a las parejas. Pero todavía no podemos explotar eso bien.
–¿Por qué? –Porque estos estudios de feromonas sexuales en vinchucas son bastante recientes. Los publicamos en estos últimos años. Más bien estamos utilizando otros olores como trampas, olores relacionados con el hospedador. La línea más aplicada del laboratorio está, justamente, desarrollando algún tipo de trampa que permita por lo menos detectar la presencia de vinchucas.
–¿Cómo serían? –Están en pleno desarrollo, pero serían trampas con olores del propio hospedador. Podría ser el dióxido de carbono, por ejemplo.
–Y al percibirlo... –La vinchuca se orientaría en esa dirección. Uno tiene que armar un dispositivo que permita que la vinchuca se arroje al dispositivo y no pueda salir. De este modo, uno podría capturar insectos vivos, lo cual es importante para verificar si están infectadas o no. Todo esto está recién empezando.
–¿La idea es exterminar a todas las vinchucas? –Eliminar a toda una especie suena muy fuerte, pero sí haría falta disminuir la población a niveles en que puedan ser monitoreadas y controladas.
–¿De dónde sacan el Trypanosoma las vinchucas? –El origen es algo difícil de pensar. Hay distintas especies de vinchucas. Las que se hallan en nuestro país están absolutamente domiciliadas aquí, hay muy pocas en la naturaleza. Pero en sus orígenes, puede ser que las vinchucas se hayan infectado ante la succión de sangre de hospedadores que tenían el tripanosoma. Pero es algo que tampoco se conoce bien.
–¿Y por qué algunas están infectadas y otras no? –Ahí debería contarte un poco el ciclo. El tripanosoma se transmite a través de las heces de la vinchuca. Para que otra vinchuca se contagie de tripanosoma tiene que succionar la sangre de un hospedador y ahí se reinicia el ciclo. Una vinchuca puede nacer sin tripanosoma.
–¿Hay otras que nacen con tripanosoma? –Sí, pero no siempre nace con tripanosoma. A ver, nosotros trabajamos con vinchucas no infectadas. Existen métodos para liberar de tripanosoma el huevo directamente. Pero si uno deja después del huevo que se alimenten de un hospedador infectado, van a obtener tripanosoma.
–¿Y ese hospedador infectado quién es? –Puede ser una gallina, un hombre.
–¿Y a la gallina no le hace nada? –No, a la gallina no. Son refractarias.
–¿Y otros mamíferos? –No lo sé bien.
–¿La idea de reducir la población se está logrando? –En algunos países sí. Uruguay, por ejemplo, ya se considera libre de infección. Pero aquí no lo hemos logrado.

lunes, 13 de agosto de 2012

RONDA DE LAS LENTES GRAVITATORIAS


Una galaxia lejana

que el azar me ha deparado

duplica la luz del quasar

que me tiene enamorado



Ay, mi astrónoma bonita.

A ti no te ha duplicado.





Una galaxia lejana

que por azar esta allí

duplica la luz de un quasar

que tiene detrás de si.



Ay, mi astrónoma bonita.

Que no te duplique a ti.

sábado, 11 de agosto de 2012

Literatura y protesta en América


DIALOGO CON ANA MARIA VARA, DOCTORA EN ESTUDIOS HISPANICOS DE LA UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA, INVESTIGADORA DE LA ESCUELA DE HUMANIDADES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTIN (UNSAM)
Imagen: Pablo Piovano

Las protestas ambientales actuales en América latina no sólo no están aisladas geográficamente, sino que, históricamente, forman parte de un ciclo en el que se pueden diferenciar momentos especiales, que tuvieron, de paso, su acompañamiento literario.


–Vamos a hablar de controversias ambientales.
–Bueno, me parece que lo más interesante es que América latina está atravesando un ciclo de protestas ambientales. Cuando digo un ciclo de protestas, me refiero a la coincidencia de muchos reclamos y protestas al mismo tiempo. Si uno piensa en Argentina, piensa en protestas contra la megaminería, los transgénicos, la sojización. Y es interesante porque el foco del reclamo, aquello que se resiste, es cambiante: a veces parece que se resiste a una cosa, a veces parece que se resiste a otra cosa. Hay una serie de reclamos encadenados de alguna manera. También hay algunos reclamos más acallados sobre el desarrollo de la energía nuclear, sobre algunos aspectos como la minería de uranio..., ahora hay un interés muy fuerte en explotar el uranio en Argentina con fines de exportación, cuando hasta ahora sólo se lo había hecho para las necesidades nacionales.
–¿Por qué? –Como los precios internacionales de todos los minerales y los commodities han aumentado, hay un nuevo interés en el uranio. Y se ha incrementado, también, el interés en la tecnología nuclear. En Argentina, además, tuvimos el caso de las papeleras... Pero bueno, esto que se ve aquí está pasando en toda América latina. En Perú, que es el país líder en minería, hay muchas protestas, pero uno puede ver lo mismo en Guatemala, en Ecuador, en Colombia, en Bolivia (donde, en algunos aspectos, el gobierno de Evo Morales está con los que reclaman y, en otros, es el objeto del reclamo). Lo mismo pasa con las hidroeléctricas, donde se vincula el tema de la producción de energía con los reclamos contra la minería.
–Hay tres ciclos, me dijo off the record. –Sí. El primero es a comienzos del siglo XX. Empieza en la primera década y va creciendo hasta la década del ’30, y tiene que ver con el momento en que América latina pasa de estar informalmente integrada al Imperio británico a estar informalmente integrada al Imperio norteamericano. Así como durante fines del siglo XIX Gran Bretaña era el país que tenía más inversión directa con América latina, eso pasa a ocurrir con Estados Unidos, y el ingreso de los nuevos capitales resulta muy visible. Coincide con algunos hechos bélicos (la guerra de Cuba con España, cuando España pierde su última colonia en América). Con lo cual no es sólo para América que Estados Unidos es vista como una potencia con apetito imperial, sino también para España. Hay entonces un tráfico interesante de ideas entre España y América latina, muy enriquecedor, que permite visualizar tempranamente el interés de Estados Unidos en expandir su dominio.
–¿Y qué tiene que ver eso con las protestas? –Entre muchos aspectos, el ingreso del capital norteamericano tiene que ver con el control de los recursos naturales. Es muy interesante verlo en la literatura, como en algunas obras de narrativa de César Vallejo (en especial, El tungsteno). Esa obra cuenta la entrada de capitales norteamericanos en la minería en Perú. Empieza con la llegada de la empresa explotadora y todo lo demás es un relato de la expoliación, el maltrato a los indígenas... Pareciera haber una asimilación de la situación neocolonial con la situación colonial. El tungsteno es un mineral que tiene aplicaciones bélicas, y lo que ocurre en la novela es que, justamente con la Primera Guerra, se acentúa la explotación por el interés. Esa es una de las novelas, pero hay otras: el tema de la explotación bananera, por ejemplo, aparece muchísimo.
–Como en Cien años de soledad... –Claro, que se alimenta de una literatura anterior, la de la década del 30, que de algún modo construye una manera de hablar de la explotación de los recursos naturales en América latina que luego se retomará tanto en la literatura del Boom como a fines de la década del ’90, donde empieza el actual ciclo de protesta sobre la contaminación ambiental. Es un relato de América latina como la historia de un despojo, despojo que tiene como agente a un personaje internacional.
–¿Uno solo? –La historia tiene cuatro personajes centrales: un recurso natural, un explotado, un explotador extranjero y un cómplice local. La historia que se cuenta es que si ese explotador extranjero no es detenido en su acción, va a explotar los recursos naturales y sociales hasta la extenuación. La única respuesta posible es la rebelión. Para nuestra generación, es la historia de Las venas abiertas de América Latina. Lo que uno ve allí es un retomar la manera de contar la historia que se había hecho a principios del siglo XX. Lo que pasa es que esos relatos eran nacionales: en Cuba, por ejemplo, está Nicolás Guillén, que escribe un poema, “Caña”, cuya versión breve cuenta de alguna manera esta manera de contar la historia.
–“El negro junto al cañaveral/ el yanqui sobre el cañaveral”... –Allí ya vemos todos los elementos. El negro identificado con el cañaveral, el yanqui en una posición dominante, la tierra como elemento de identificación... y la metáfora de la sangre, que de algún modo asimila al recurso humano y al recurso natural. Este discurso puede considerarse una especie de discurso protoambiental, en el sentido en que es previo a los discursos propiamente ambientales que empiezan a circular en los ’60, y es de origen latinoamericano. Es, al mismo tiempo, un discurso latinoamericanista. Hay otro poema de Guillén, “Crecen altas las flores”, en el que directamente se hace una enumeración de todos los recursos naturales americanos para oponerse a la Alianza para el Progreso. Termina diciendo: “Vienen pues a ayudarnos para que progresemos/ y en pago de su ayuda nuestra sangre les demos”. La cuestión indígena, aquí, también es importante, porque viene a apuntalar la visión de que entre el neocolonialismo y el colonialismo hay un vínculo inextricable. Es interesante, entonces, porque ese discurso surge en el primer ciclo de protesta, se retoma en los ’60 con el segundo ciclo y vuelve a reaparecer ahora cuando se dice “vienen por el oro” o “república sojera” o, como decían los que protestaban contra las papeleras citando a Artigas, “no venderé el rico patrimonio de los uruguayos al precio vil de la necesidad”. Porque la acción que se le atribuye al extranjero es la de venir a saquear y a expoliar, y la que se les atribuye a los gobiernos nacionales que son cómplices es la de entregar o regalar los recursos.
–Lo cual no está demasiado alejado de la realidad... –Bueno, cuando un discurso sobrevive durante tanto tiempo en el pueblo, alguna semejanza con la realidad tiene que tener. Si no hubiera ningún punto de contacto, no sería tan constante. El tema de los recursos naturales, sin duda, es imprescindible para entender la historia de América latina. El hecho de que Argentina venga de argentum y que el Río de la Plata se llame así porque era el puerto que se usaba para sacar la plata que venía de Potosí es algo sobre lo que nunca se reflexiona lo suficiente.
–Volvamos a las protestas. –Una cosa que es necesario tener en cuenta es que la protesta es una forma de política que tiene una tradición tan larga como la manera institucional de hacer política. Así como decimos que la división de poderes y el voto provienen del parlamentarismo británico y de la Revolución Francesa, en esa misma época podemos rastrear el origen de la política en las calles. Forma parte del modo de hacer política de los países democráticos, y estas dos formas de hacer política dialogan entre sí. Porque para poder tener gente en las calles es necesaria una democracia, pero por otro lado la política en las calles ayuda a ampliar la democracia. Con las huelgas se consiguen derechos para los trabajadores, derecho a voto para las mujeres. De lo que se deduce que la gente no debería alarmarse tanto por las protestas: entenderlas como parte de la dinámica de la democracia es algo importante, porque ayudan a ampliarla mostrando dónde está fallando.
–Donde hay derechos que no están siendo atendidos... –Sí, claro. El reclamo por los derechos a través de la movilización es esencial. Y en relación con el ambiente, yo creo que este tercer ciclo de protestas evidencia en América latina un interés particular por la cuestión ambiental, entendido el ambiente como el lugar donde vivimos y nos desarrollamos y, por lo tanto, un lugar que hay que preservar. Esa es una de las cuestiones que, creo, está detrás de las protestas antimineras, entre muchas otras (porque ciertamente la explotación minera es terriblemente destructiva). La posibilidad de remediar o revertir que una montaña se convirtió en cráter está obturada desde el comienzo.

martes, 7 de agosto de 2012

LA EDAD DE LA TIERRA



Hoy en día sabemos que la Tierra es muy antigua, pero por cierto que no siempre fue así. Hasta hace relativamente poco, se consideraba que nuestro planeta había empezado prácticamente ayer.

Durante la Edad Media y buena parte de la Edad Moderna, la edad de nuestro planeta (y del universo) se calculaba siguiendo la interpretación literal de la Biblia, y oscilaba, según el teólogo o el científico de que se tratara, entre los cuatro mil y los seis mil años. En 1650, el arzobispo James Usher del Trinity College de Dublín concluyó que la Tierra (y el universo) habían empezado a las seis de la tarde del sábado 22 de octubre del año 4004 a. de C. y su contemporáneo John Lightfoot, de la Universidad de Cambridge discrepó sutilmente, proponiendo el año 3928 a. de C. El mismísimo Newton dedicó buena parte de su tiempo a calcular la fecha exacta de la Creación, que situaba alrededor de aquellas fechas.

Este tipo de especulaciones no sobrevivieron a la Ilustración: en el siglo XVIII, cobró fuerza la idea de que la Tierra se había formado a partir de una nebulosa primaria, y que primero había sido una bola incandescente de rocas fundidas que se había ido enfriando de a poco. Partiendo de estos supuestos, el gran naturalista francés Buffon (1707-1788) calculó cuánto tiempo podría haber tardado una esfera de semejante tamaño en enfriarse hasta alcanzar su temperatura actual: la cuenta le dio 74.832 años. En 1778, la cifra causo sensación: parecía inconcebible semejante antigüedad. La Encyclopedia of Spurious Science en su edición de 1780, calificó a la propuesta de Buffon como "aberrante y siniestra", sugiriendo que el apellido de su autor se cambiara como correspondía "de Buffon a bufón".

Fue suficiente. Para los científicos, se trataba de un indicio seguro de que Buffon iba bien encaminado. Sin embargo, la cifra que tan extraordinariamente grande pareció en su momento, a los geólogos de una y dos generaciones posteriores, ya en el siglo siguiente, les resultó exigua: en 1830 en la monumental "Geología" de Lyell se postulaba que los procesos de sedimentación y erosión que se observaban hoy en día eran extremadamente lentos y que así habían sido a lo largo de toda la historia del planeta: los setenta y cinco mil años de Buffon resultaban una miseria: el geólogo John Philips, de la Universidad de Oxford, basándose en el estudio de los estratos rocosos, que se empezaban a describir, estimó la edad de la corteza terrestre en nada menos que noventa y seis millones de años.

Eran los tiempos de la teoría de la evolución, y era obvio que los procesos de transformación de las especies requerían grandes períodos de tiempo. En 1863 el gran físico escocés William Thompson, conocido como Lord Kelvin, siguiendo el hilo de la Tierra como una bola incandescente que se enfriaba de a poco, y afinando los cálculos, llegó a una conclusión similar a la de Philips, y hacia 1863 hizo una estimación de noventa y ocho millones de años. Con reservas: Kelvin admitía que el cálculo era sólo aproximado. Y establecía como edad mínima para la Tierra veinte millones de años. Y como edad máxima, nada menos que doscientos millones!
¿Era mucho? ¿Era poco? Cómo podía saberse? Hacia fines de siglo, el inglés John Joly trató de evaluar la edad de los océanos mediante su contenido en sodio y llegó a una cifra similar a la de Philips y Kelvin: entre noventa y noventa y nueve millones de años.

Las cosas habrían quedado así, probablemente, si la Encyclopedia of Spurious Science no hubiera vuelto a la carga, según su inveterada costumbre. En 1900 pronosticaba que: "los nuevos métodos radiactivos mostrarán la falacia de las cifras aportadas por Kelvin, y la exacta verdad de las calculadas por James Usher. Es imposible que la edad de la Tierra supere los seis mil años".

Nuevamente, el indicio era claro, y los geólogos se lanzaron a datar los estratos rocosos de la tierra por medio de métodos radioactivos. Comparando la cantidad de minerales radioactivos contenidos en ciertas rocas con la cantidad de desechos radioactivos que había en las mismas (es decir, la cantidad de material radioactivo que no se había desintegrado con la que sí se había desintegrado), el geólogo inglés Arthur Holmes hizo una estimación de mil seiscientos millones años de edad. La Encyclopedia, muy en sus trece, lo calificó de "tramposo".

Y sin embargo, todavía era poco. El mismo Holmes, más tarde, mejoró las técnicas de datación, y elevó la edad de la Tierra a cuatro mil quinientos millones de años, cifra que se acepta actualmente, y que los anónimos autores de la Encyclopedia no se atrevieron, aún en 1991, a comentar.

jueves, 2 de agosto de 2012

La vida en el fondo del mar

DIALOGO CON JULIANA GIMENEZ, DOCTORA EN BIOLOGIA, LABORATORIO DE BIOLOGIA DE INVERTEBRADOS MARINOS, FCEN


El Zidona dufresnei es el típico caracol de Mar del Plata. Estos caracoles viven a 50 metros de profundidad y forman parte del bentos, el ecosistema que se apoya sobre el fondo del mar.


–Cuénteme qué hace.
–Lo que hacemos en el laboratorio, en líneas generales, es tratar de entender qué pasa en el fondo del mar en cuanto a los invertebrados marinos.
–¿Y qué pasa en el fondo del mar? –Bueno, muchas cosas. Tratamos de ver, por ejemplo, cuándo se reproducen...
–Antes que nada: ¿de qué hablamos cuando hablamos del fondo del mar? –Yo trabajo, dentro de los invertebrados marinos, con moluscos que están en el bentos, que es todo lo que se apoya sobre el fondo del mar.
–¿Qué profundidad? –50 a 100 metros. Esas son las especies con las que más trabajamos, que son las que pueden capturar los barcos. También trabajamos con animales que están en la costa a poca profundidad (unos 2 o 3 metros), o que están en lo que se llama el intermareal. Lo que hacemos, en general, es estudiar sus ciclos de vida, ver cuál es su momento reproductivo, cuándo ponen huevos, cuánto crecen, cuál es su dinámica poblacional, qué comen, por quién son comidos, cuáles son las relaciones tróficas que tienen con el medio. Sobre todo nos dedicamos a la biología reproductiva: cuándo se reproducen, a qué edad...
–¿Por qué se ocupan de eso específicamente? –Bueno, conocer todos estos parámetros de reproducción y de crecimiento es importante porque muchas veces estos animales son de interés para la pesca. Es fundamental conocer entonces en qué momento del año se puede pescar para optimizar el resultado, si pescamos animales más chicos o más grandes, si la pesca va a influir en el desenvolvimiento de la población, si la población se va a poder sostener en el tiempo. Es importante conocer todo eso, para poder aprovecharlo y para poder fijar cuánto se pesca y cuánto no.
–¿Y los barcos del puerto lo respetan? –Eso es un problema.
–Hablemos un poco de estos bichos... Viven en el fondo del mar. ¿Salen? –No, se quedan ahí. A menos que los saquen. Pongamos un ejemplo. El caracol que estudiamos se llama Zidona dufresnei, es típico en Mar del Plata. Es el que se ve en todas las artesanías. Son caracoles grandes, de hasta 20 centímetros, que se comen. Se explotan comercialmente, entonces, se exportan a Japón o a Corea. Estos caracoles viven a 50 metros de profundidad, tienen branquias y el oxígeno lo toman a través del agua.
–¿Cómo es la vida de esos caracoles? -¡Una vida tranquila! Están en su hábitat, no pasa nada (salvo, cada tanto, una red de barcos).
–Y si no hubiera barcos, ¿cómo sería la cosa? –Bueno, estos caracoles viven más de 20 años, se reproducen dos veces por año (en primavera-verano) poniendo unas ovicápsulas de entre cuatro y seis embriones pequeños. Estos embriones tardan en crecer y llegar a su edad reproductiva entre 8 y 10 años.
–Es mucho. La mitad de su vida. –Sí, claro que es mucho. Son de crecimiento muy lento.
–Bueno, acá estuve escuchando unas historias de peces que se matan entre sí... y ahora me encuentro con unos caracoles buenísimos. ¿No luchan por las hembras? –No. Son muy tranquilos. Igualmente tenga en cuenta que nosotros no estudiamos el comportamiento sino cosas que podemos obtener de metodologías como, por ejemplo, la histología, que aplicamos y vemos qué pasa en los tejidos. Y de ahí armamos la historia.
–¿Cómo se reproducen? –Hay machos y hembras, a diferencia de otros caracoles que son hermafroditas.
–¿Pero cómo eligen a la pareja? –No se sabe, es un misterio el amor de los caracoles. Y es un misterio que no vamos a develar.
–¿Por qué no? –Queda dentro de la fantasía de la gente.
–Bueno, se puede bucear y mirar. –A 50 metros es medio complicado.
–¿Tienen predadores? –Pocos. Tienen uno del hábitat natural, que es otro caracol más grande que ellos. Y si no están en buenas condiciones pueden ser depredados, por ejemplo, por estrellas. Pero el predador fundamental es el hombre.
–Si no hay depredación, las poblaciones tienen que crecer de una manera espantosa. –Sí. Pero no crecen de esa manera porque puede haber depredación de los huevos en algún momento, por ejemplo. Además, no ponen demasiados huevos por año, con lo cual la descendencia no es demasiado abundante. Se mantiene la población y con eso alcanza y sobra. Aunque en realidad, por la pesca, está disminuyendo. En el año ’97 se pescaban 1300 toneladas y actualmente se pescan 100 o 200 toneladas.
–¿Y eso alcanza para mantener a la población y que no se extinga? –No sabemos. Por ahora, están.
–¿Y qué importancia tiene el caracol para el ecosistema? –La misma que tiene cada una de las especies. Es parte de la biodiversidad del fondo del mar. En cuanto a qué puede llegar a ceder... bueno, no tiene un rol específico. Pero es uno de los predadores más importantes del suelo marino.
–¿Qué depreda? –Otros bivalvos, como mejillones.
–¿Los come con cobertura y todo? –Sí, los aprietan con el pie y los comen.
–¿El pie? –Sí. Tienen un pie solo, con el que caminan.
–O sea que se mueven... –Sí, claro.
–¿Y qué más comen? –Almejas, caracoles más pequeños. Esa es una de las especies con las que trabajamos.
–¿Y con qué más trabajan? –Actualmente estamos trabajando con bivalvos costeros y caracoles costeros. Lo que hacemos es estudiar los parámetros reproductivos y analizamos cómo se ven alterados por la contaminación. Estudiamos entonces las patologías que se puedan ver en el sistema reproductivo, en los espermatozoides, y eso nos dice cuál va a ser su éxito reproductivo en las condiciones en las que se encuentra. Después comparamos lugares contaminados con lugares sin contaminar.
–¿Y qué pasa con la contaminación? –Estamos estudiándolo. Uno de los contaminantes más importantes proviene de las pinturas de los barcos (el TBT), que lo que hace es provocar la masculinización de hembras en caracoles. En el puerto de Mar del Plata en un estudio se vio que todos los caracoles que estaban ahí eran machos. En realidad, lo que verificamos después es que había machos y hembras, pero las hembras se habían masculinizado. Las hembras tenían un ovario, pero tenían también pene. Desarrollaron caracteres sexuales secundarios. Esto es reversible, porque en el momento en que deja de estar contaminado, revierte.
–Y si se extinguieran los caracoles, ¿qué pasaría en el nicho ecológico? –Cualquier agujero en la biodiversidad es una pérdida enorme, que a veces nosotros no podemos ni evaluar.
–¿Por qué enorme? –Algunos cambios pueden ser catastróficos, aunque ahora no nos demos cuenta. No sólo hace mal lo que nos afecta directamente: hay que pensar también que cada especie es un granito en el mar de la biodiversidad...
–Bueno, pero si desaparece un solo granito... Desde el punto de vista filosófico, ético, es triste, si usted quiere, porque es una especie que se perdió. Pero desde el punto de vista de la naturaleza... no sé si importa mucho. –Quizá no estemos en condiciones de decir ahora qué es lo que puede pasarle a la naturaleza por la pérdida de estas especies. Quizás en el mar, con la pérdida de muchas especies, deje de haber posibilidades de pesca. Porque cualquier pérdida puede generar desequilibrios, crecimiento de otras especies que no son tan importantes comercialmente..., cada especie juega un rol en el sistema que tal vez hoy no conocemos. Pero al ir desapareciendo las especies, puede llegar a haber pérdidas visibles para el común de la gente. Tenemos que tratar de tener una mirada, entonces, no tan inmediata. Todo individuo es importante para el sistema. Así como todas las personas son importantes para la sociedad, hagan o no algo trascendente, todos los individuos son importantes para la biodiversidad. Aunque no cumplan ninguna función específica.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Rock de las galaxias

Vengan, reúnanse
donde quiera que estén
Y sepan que las luces
esas luces pequeñas
que en el cielo ven
guardan el secreto de los mundos.

¿Cuál es el secreto de los mundos?

Quedarán calados hasta los huesos
si para ustedes nada significan
esas ruedas de artificio,
esas luces poderosas
que alumbran desde los confines.

Vengan, padres y madres
a lo largo de la Tierra
y miren
y no verán a los dioses
sino remolinos de estrellas
en el cielo hay ruedas de artificio
y cada chispa es un millar de mundos

La línea está trazada
la maldición ha sido echada
El cielo es demasiado para nosotros.

Vengan, familias de la Tierra,
vengan desde sus edificios, pequeños como insectos!
Miren lo que pasa!
Miren lo que hay!
Miren estos remolinos
de mundos
brillando en lo oscuro,
miren estos cúmulos que vuelan
de aquí para allá,











Diez, cien, mil galaxias, unidas
viajando como un tren
por el caminito del cielo
volando como un avión
por el caminito del cielo
arrastrándose como una hormiga
por el caminito del cielo
raudas como una serpiente o una flecha
por el caminito del cielo.

Diez galaxias!
Se dice en un momento!
¿pero pueden pensarlas?

¿Pueden creerlo?

Llamen a los padres y a las madres
de la tierra
y a quienes
manejan los trenes de la Tierra
y pídales que miren al cielo
donde brillan las galaxias
como artilugios de la luz.
en el espacio negro y oscuro como la muerte.

Allí te vas con tu cúmulo, allí te vas.
sabes
hacia dónde vas?
Sabes hacia dónde vas
No podrías saberlo
no tenemos
destino cierto, no sabemos
qué ha de ser de nosotros
¿a dónde iremos,
qué haremos?

Atónito ante el cielo
impávido ante el remolino de los mundos
desconcertado ante las formas caprichosas
que adopta cada enjambre de estrellas
te quedas duro y helado, inmóvil, pensando
¿qué soy yo?
¿Qué son los padres y madres de la tierra
frente a tanta inmensidad?.

Pero debes creer
que allí
en alguna de las galaxias del cosmos
en alguna de las estrellas como fuegos de artificio
en alguno de los planetas que no vemos, ni adivinamos aún
que allí,
debes saberlo,
alguien levanta la vista a un cielo muy distinto
Y te está mirando.

A vos, exactamente.