viernes, 31 de mayo de 2013

NUEVA ESTRELLA EN UN CIELO INMUTABLE

"Ya no apruebo la realidad de aquellas esferas cuya existencia había admitido antes apoyado en la autoridad de los antiguos. Actualmente estoy seguro de que no hay esferas sólidas en el cielo, independientemente de que se crea que hacen girar a las estrellas o son arrastradas por ellas"

Tycho Brahe (1546-1601)


Las opiniones del señor Tycho Brahe no son sólo risibles, absurdas, ridículas, improcedentes y estúpidas, sino que además son falsas. La solidez, y existencia de las esferas está absoluta y totalmente probada, como lo demuestra el hecho de que así se afirma en el artículo "esferas" (Vol III) de esta misma Encyclopedia.

Encyclopedia of Spurious Science, vol VIII, 1599

La curiosa noche del 11 de noviembre de 1572, un joven estudiante de astronomía, de nombre Tycho Brahe, que con los años llegaría a ser uno de los más grandes astrónomos de su época, volvía a su casa después de una noche de trabajo en el laboratorio de alquimia de su tío Steen Bille. Al echar una mirada al cielo, descubrió que algo había cambiado allí arriba: había una estrella nueva, más brillante que el planeta Venus, donde antes no había absolutamente nada.

La aparición de un fenómeno celeste de este tipo, en aquellas épocas de revolución y cambio en la astronomía, cuando la teoría de Copérnico andaba dando vueltas, era una cosa muy seria.

Uno de los pilares de la cosmología antigua y medieval, inspirada por Aristóteles y establecida por Hiparco y Tolomeo, consistía en la división del mundo celeste en dos regiones claramente diferenciadas: sublunar y supralunar.

La región sublunar estaba ocupada por la tierra (en el centro de universo), y era el escenario de los fenómenos de cambio: la materia se pudría y degradaba, los vientos soplaban, los rayos caían y los fenómenos atmosféricos (entre los cuales se incluía a los cometas) daban la sensación de sistemática y permanente transformación.

Pero más allá de la Luna, todo era muy distinto. Allí, en el mundo supralunar reinaba la etérea serenidad de las esferas, que arrastraban al sol, a la Luna, a los planetas, y a las estrellas. Según la doctrina aristotélica, en el mundo supralunar nada podía sufrir cambio alguno: era un lugar eternamente constante e igual a sí mismo, que giraba monótonamente (y para siempre, y desde siempre) en torno a este antro de corrupción donde habitamos nosotros. Nunca una estrella podía extinguirse. Si ahí estaba, ahí estaría siempre. De la misma manera, ninguna estrella podía aparecer.

La mayoría de los astrónomos y observadores consideraron, por lo tanto, que la nueva estrella no era sino un fenómeno sublunar, algún cometa particularmente brillante, o cualquier otra cosa por el estilo. Pero Tycho Brahe era obsesivo. Y aunque no copernicano, tenía sus dudas sobre el sistema aristotélico y una asombrosa capacidad de observación. Así, se dedicó a medir la posición de la estrella nueva a lo largo de una noche entera.


Ahora bien: como la tierra rota, si observamos un objeto al principio de la noche y al final, no lo estamos abservando desde el mismo lugar y su posición debe aparecer ligeramente variada: este fenómeno es conocido como "paralaje". Para los objetos muy cercanos, (más acá de la luna), el paralaje nocturno es bastante notable y perfectamente detectable con los instrumentos de Tycho, anteriores al telescopio.

Y ocurrió que después de una serie de observaciones nocturnas, Tycho llegó a la conclusión de que no existía paralaje alguno, y por lo tanto la nueva estrella estaba situada más allá de la esfera de la Luna.

Era un golpe mortal para la teoría aristotélica de la inmutabilidad de los cielos: en 1573, Tycho publicó un pequeño volumen titulado De Nova Stella, donde resumía sus observaciones. Para entonces, la nueva estrella, ya había desaparecido del cielo.

En realidad, lo que Tycho y sus contemporáneos habían visto era una supernova fenómeno estelar en el cual una estrella explota violentamente y multiplica miles de veces su luminosidad. Ni Tycho ni nadie podía sospechar semejante cosa, pero lo cierto es que la parición y desaparición de una estrella en un cielo teóricamente inmutable fue uno más de los golpes de gracia que ayudaron al triunfo del sistema copernicano. La furiosa afirmación de la Encyclopedia of Spurious Science estaba, pues, completamente justificada, ya que jamás se equivocó cuando se trataba de defender una causa perdida.





miércoles, 29 de mayo de 2013

Epidemiología del dengue en la ciudad

Si bien el dengue suele ser un tema del verano y no asociado en general a Buenos Aires, las poblaciones aparecen a partir de la primavera, pero se incuban durante el invierno. Los estudios epidemiológicos sugieren que el control debe empezar desde el invierno.
 
 
 
–Cuente qué es lo que hace aquí.
–Yo empecé en el año 2003 con una beca posdoctoral del Conicet, en la que decidí cambiar de tema: si hasta entonces me había dedicado a la química, quería hacer algo de biología y matemática aplicada. Empecé a dedicarme a la ecoepidemiología matemática. La idea era hacer modelos para dengue y fiebre amarilla teniendo en cuenta la dinámica poblacional de los vectores de esas enfermedades: el mosquito Aedes aegypti. Inicialmente, queríamos hacer modelos matemáticos que describieran las variaciones de mosquitos en la ciudad de Buenos Aires, como función de la temperatura, de la cantidad de criaderos. Después, la idea era ir aumentando la complejidad de los modelos e incorporar, por ejemplo, a la población humana y ver la interacción con los humanos. Si el mosquito está infectado puede contagiar a los humanos, si el mosquito está sano y pica a un humano infectado puede levantar el virus, desarrollarlo en su interior y transmitirlo. Así se va propagando la enfermedad. En una primera etapa, hicimos un modelo muy sencillo de cómo varía la población de mosquitos en la Ciudad a lo largo del tiempo. Como son de sangre fría, su actividad varía de acuerdo con la temperatura: en invierno desaparecen y en la primavera empiezan a eclosionar los huevos que quedaron del invierno, empiezan a aparecer las poblaciones adultas y luego en la época estival hay una alta población de adultos. Es allí donde empieza el riesgo de propagación de la enfermedad.
–¿Cuánto dura el ciclo de vida de un mosquito? –Una hembra adulta pone huevos; esos huevos pueden permanecer varios meses, de acuerdo con la temperatura: pueden sobrevivir a todo el invierno. Con la primavera, los huevos eclosionan, nacen larvas. Esas larvas maduran, pasan a otro estadio que se llama “pupa” y luego, de allí, emerge el adulto. La duración del ciclo depende de la temperatura. A temperaturas muy bajas, no hay ciclo porque no hay adulto. En general, dentro de los límites de temperatura de Buenos Aires, a mayor temperatura más cortos son los ciclos: si todo el ciclo del mosquito le lleva 20 días a 25 grados, a 30 grados le puede llevar seis. Los números que digo son inventados, téngalo en cuenta. Pero es la idea. Si hay temperaturas muy altas, el mosquito ni siquiera se va a desarrollar: se muere. En las temperaturas medias de Buenos Aires, al aumentar la temperatura se hacen más cortos los procesos.
–¿Hay grandes poblaciones acá en la Ciudad? –Sí. Nosotros trabajamos en colaboración con un grupo que investiga específicamente a los mosquitos, y ellos son los que hacen relevamientos de las poblaciones semana a semana en toda la Ciudad. No se puede contar cuántos mosquitos hay, en realidad, pero sí se puede contar cuántos huevos ponen. Lo que uno hace es poner trampas para huevos: uno supone que los mosquitos ponen huevos tanto en las áreas naturales como en las trampas y cuantos más mosquitos haya más huevos se van a encontrar en las trampas.
–¿Cuáles son los criaderos naturales? –Aegypti no es un mosquito que crezca en lagunas o charcos, sino que se acostumbró a crecer en lugares donde está solo como individuo. Por eso crece en tachitos, en recipientes, y por eso siempre en las campañas se dice que hay que eliminar pequeños recipientes. Todos esos lugares donde uno no encuentra gran diversidad de especies son aquellos en los que crece el mosquito. Si uno va a buscarlo en un charco, allí no está: tiene una forma de vida que hace que esté muy expuesto a predadores, y por eso crece solo. Esos ambientes son muy cercanos al hombre. Originalmente, en su hábitat natural, eran mosquitos que ponían huevos en los huecos de los árboles o en los pliegues de las hojas. Lo más parecido en el ambiente domiciliario son recipientes pequeños.
–¿Se puede dar una cifra de cuántos mosquitos hay? –No, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es cómo es el patrón espacio-temporal: las poblaciones aparecen a principios de la primavera en ciertas zonas de la Ciudad (que son la periferia: la zona sur y noroeste) y van avanzando hacia la zona del río. Por ejemplo, Palermo y Recoleta son los barrios que reciben la última oleada de mosquitos. Si uno detecta con esas trampas huevos de mosquito en Mataderos a principios de septiembre y recién los detecta en febrero en otros barrios como Recoleta, es evidente que la población es más alta desde más temprano en Mataderos. Uno lo que tiene son esas medidas, pero no hay forma de medir la cantidad de adultos. Se mide en forma indirecta, y usando modelos se puede obtener información. Lo que sí se conoce bien es el patrón espacio-temporal del mosquito.
–No hay demasiados casos de fiebre amarilla y de dengue en Capital. –En general, fiebre amarilla no se reporta. En el caso del dengue, se suelen reportar casos importados y si existe el mosquito en la Ciudad con gran actividad, con una población alta, y tenemos infectados provenientes de una zona endémica, nada impide que otro mosquito pique a un infectado, levante el virus, lo desarrolle en su interior y pique a otra persona transmitiéndoselo. Influyen muchos factores, entre los cuales está el azar. Nosotros lo que estudiamos es cuáles son los factores que pueden incidir en que estas epidemias ocurran o no. En el caso de que una epidemia ocurra, vemos qué tipo de medidas pueden tomarse para evitar que la epidemia prospere.
–¿Y cuáles son los factores que inciden y las medidas que hay que tomar si hay una epidemia? –Los factores que inciden son la temperatura y la cantidad de criaderos (disponibilidad de recipientes). Uno no puede controlar la temperatura ambiente, pero sí se puede bajar la disponibilidad de recipientes. Entonces, en general, lo que se recomienda en invierno es que se elimine todo el tacherío de los patios para evitar que el mosquito pueda desarrollarse. Según algunos estudios, el mosquito cuando tiene que poner huevos busca un nuevo lugar, es parte de la estrategia. Si uno en pleno verano le saca los sitios de cría, el mosquito no sabe dónde ponerlos, pero empieza a volar hasta encontrar nuevos lugares. Si uno en verano hace una campaña de eliminar tachos, lo que puede producir es que el mosquito vuele más de lo normal y llegue a zonas en las que no estaba. La estrategia de eliminar tachos es buena para utilizarla antes de que sea la fecha de alta actividad de adultos. Una vez que está la actividad de adultos, uno lo que puede hacer es controlar un poco la cantidad de recipientes; hay medidas que se suelen usar, que a los ecólogos no les gustan, como aplicar insecticidas (porque no solamente se mata al mosquito sino a otras especies) y se pueden tomar medidas de control. Una de las cosas que nosotros planteamos como medida de control es bloquear la transmisión del virus del mosquito al humano. En aquellas enfermedades que se transmiten de forma directa, como la gripe, uno sugiere que la gente se quede en la casa. El asunto es que si una persona tiene dengue, el mosquito que la pica puede entrar y salir y se infecta igual. Entonces con eso no alcanza: necesitamos otras medidas de aislamiento, como el uso de repelentes, el uso de insecticidas, de mosquiteros, de redes: cualquier cosa que impida el contacto entre el mosquito y el humano. Otra estrategia que estuvimos trabajando es la aplicación de insecticidas que maten a los adultos pero no de forma indiscriminada. No se trata de aplicar insecticidas en cualquier momento y en cualquier lugar: si yo sé que apareció dengue en cierta manzana, puedo suponer que los mosquitos infectados están en esa manzana y entonces dedico mi estrategia de fumigación allí y no pierdo el tiempo fumigando en un barrio en el que no pasa nada. Nosotros hicimos modelos y lo que vimos es que la combinación de ambas cosas (métodos de aislamiento y fumigación localizada) es la estrategia más adecuada. Tal vez así no logremos evitar una epidemia, pero sí que sea lo más chica posible.

domingo, 26 de mayo de 2013

París amaneció nublado


En el fondo de la materia, en lo oscuro,
donde no llega la luz, ni la mirada
en el lejano submundo
hay un fondo barroso e inestable.
Allí donde sólo reina el vacío,
los átomos se parten.


Arnold Mark: The radioactive Rabbit.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Buenos y malos pastos


DIALOGO CON MARIA VICTORIA NOVAS, DOCTORA EN BIOLOGIA


Diferentes especies de hongos, llamados endófitos, habitan en el interior de los pastos. Algunos, por las toxinas que producen, son letales para el ganado que se alimenta de las gramíneas. Otros tienen relaciones beneficiosas que dan, por el contrario, mejores pastos.


–Cuénteme lo que hace, por favor.
–Yo trabajo con endófitos de pasto. Los endófitos son hongos que forman asociaciones simbióticas con los pastos, es decir, viven en el interior de los pastos, pero no se ven a simple vista en el campo. Nosotros los detectamos porque recolectamos el pasto, lo procesamos, lo teñimos y al microscopio podemos detectar si en el interior del tejido de esta planta se encuentran los hongos viviendo o no.
–¿Y por qué nos interesa esto? –Más allá del interés básico, que es entender cómo funcionan las cosas en general...
–Desde ya... –Decía: más allá de eso, el interés del estudio de esta línea es que originalmente se veía que había ganado que, como se alimentaba de ciertos pastos, se enfermaba: gangrena, disminución de la fertilidad, se producían abortos, y no se sabía cuál era la causa. Más o menos en los ’80 se asoció que estos pastos de los que se alimentaba el ganado estaban colonizados por los endófitos. Y estos endófitos producen toxinas que enferman al ganado. Por ese lado era un problema: ¿Qué hacemos con este pasto? Eso, desde el lado “antropocéntrico”, por decirlo de alguna manera. Pero por otro lado, hay pastos que tienen estos endófitos, que no son tóxicos para el ganado, y que presentan un montón de características que son beneficiosas, por ejemplo, para el ganado mismo; o las plantas crecen mejor, o son más resistentes a la sequía, son más grandes, producen más semillas, presentan mayor competencia...
–¿Y por qué unos son beneficiosos y otros no? –Porque producen distintos tipos de sustancias: algunos endófitos producen algunas que son tóxicas para el ganado y otros producen otro tipo de sustancias que resultan tóxicas, por ejemplo, para los insectos.
–O sea que no son todos iguales. –En este caso, pertenecen al mismo género, no son todas las especies las mismas. Hay diferencias. De todas formas, en este estudio todavía queda bastante por hacer. Este fue el primer laboratorio en Argentina que empezó a trabajar con endófitos de pasto, a cargo del doctor Daniel Cabral; yo soy discípula de él y estoy continuando la línea. Nosotros hacemos un relevamiento extensivo en todo el país sobre las gramíneas nativas, tratando de determinar si están o no colonizadas por los endófitos y, si lo están, tratamos de determinar cuál es la biología. Hasta ahora detectamos solamente tres que son tóxicas para el ganado; el resto, no.
–¿Tres nada más? –Sí, tres gramíneas tóxicas para el ganado. Dos de la Patagonia y una del norte. El resto no es tóxica. Entonces hay seguramente algún beneficio que el hongo le está dando a la planta.
–¿Cómo es la interacción entre hongo y planta? –El hongo vive a expensas de la planta; no produce nada para alimentarse. El toma los hidratos de carbono que la planta produce por fotosíntesis. Está adentro de las hojitas, vive en la parte del vástago. Puede tomar del medio...
–¿Es multicelular? –Sí, es multicelular: son filamentos. El hongo, por lo menos los que están en Argentina, lo que hace es infectar la flor, crecer adentro de la semilla y así se va transmitiendo de línea materna. No se reproduce en forma independiente: vuelve a crecer en las nuevas plantas a través de las semillas.
–Bueno, es bastante “vivo”... –Sí, claro. Entonces lo que uno considera es que seguramente, para que la planta esté aguantando esta fuente que lo está comiendo (y que, por lo tanto, podría ser visto como un parásito), el hongo de alguna manera le está brindando algún tipo de beneficio. Pero algunos beneficios no son fáciles de medir.
–¿Por ejemplo? –Por ejemplo, a nivel agronómico uno lo que tiende a ver es si la planta es más grande, si tiene más masa, si produce mayor cantidad de semillas.
–Mayor cantidad de semillas es beneficioso, pero más grande no necesariamente. –Bueno, es cierto, depende del medio. Entre otros factores importantes (desde el punto de vista agronómico) nos preguntamos: ¿germinan antes?, ¿germinan después? Ese tipo de parámetros nos interesa. A veces encontramos (de hecho hemos encontrado en varias gramíneas) este tipo de asociación, trabajando en invernadero, cultivando las plantas con y sin endófito y sometiéndola a algún tipo de estrés.
–¿Qué es exactamente el estrés para la planta? –Estrés hídrico, por ejemplo. Y se ve que las plantas que tienen endófito rebrotan mejor, o crecen mejor...
–Bueno, ¿y por qué ocurre eso? –Se cree que producen hormonas o distintas sustancias que favorecen el desarrollo. Pero la verdad es que la parte fisiológica no es mi campo, no es lo que yo estudio más. Pero se cree que producen algún tipo de metabolito secundario que favorece de alguna manera el crecimiento de la planta. O pueden tener alguna toxina que hace que las plantas sean resistentes al ataque de insectos.
–¿Y qué se hace con los pastos infectados que son tóxicos? –Se trata de eliminarlos. Eso se ha hecho particularmente en Estados Unidos y en Europa; acá no hemos tenido ese problema. Pero lo que se trata de hacer es de conseguir variedades del mismo pasto que no tengan el endófito.
–¿Y se consigue? –Sí, pero a veces las semillas no son puras y vienen con alguna proporción de endófito. Lo que los agrónomos van viendo es que en los campos en que siembran las semillas teóricamente sin endófito empiezan a aparecer algunos pastos con endófito. Lo que hay que destacar es que en Argentina es muy bajo, relativamente, el porcentaje de pastos tóxicos. A nivel biotecnológico, lo que se trata de hacer ahora es ver si no se puede inocular el endófito en algunas plantas en las que se piensa que puede producir características beneficiosas desde el punto de vista agronómico. Pero se ha hecho muy poco hasta ahora: es como que hay una compatibilidad tal entre el endófito y el hospedante que esa relación no se puede exportar fácilmente a cualquier otra planta.
–¿Y cómo abordan todas estas cuestiones? –Y nosotros tratamos de abordar eso desde muchos aspectos: salimos al campo a procesar las plantas, las traemos al laboratorio, las miramos detalladamente, hacemos trabajos en vivero, químicos, fisiológicos. Un compañero de investigación está metiéndose en los aspectos moleculares y viendo qué relaciones hay entre los distintos endófitos que colonizan estas plantas, si estas plantas provienen del Hemisferio Norte, si ingresaron con el endófito y acá se diversificaron o si ya entraron líneas distintas...
–Es extraño el mundo de los hongos. –Sí, y es una investigación que nos produce muchas satisfacciones. Sobre todo, me resulta apasionante el mundo de las interacciones: sirve para ver que en el mundo las cosas no están aisladas sino que todo está conectado con otra cosa. Es interesante ver que dentro de la planta hay un universo de organismos que confluye para hacernos ver esa única cosa que nosotros vemos que es la planta. En realidad, esa planta que nosotros vemos y concebimos como una cosa aislada es producto de la interacción.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Antropología y universidad para la inclusión

DIALOGO CON RICARDO SLAVUTSKY, ANTROPOLOGO, DECANO DE HUMANIDADES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY


La provincia de Jujuy es un caso significativo en lo que se refiere a diversidad cultural y desigualdad social, producto de la estigmatización étnica. Desde la antropología social y las aulas de la universidad se busca balancear diversidad e integración.

–¿Quiere presentarse?
–Soy doctor en Antropología, egresado de la UBA. Desde 2010 soy decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy, investigador en los últimos años en proyectos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.
–¿Cuál es su tema de investigación? –Llevo veinte años viviendo en Jujuy, trabajando en investigaciones en antropología social, estudiando el proceso de la emergencia de los pueblos originarios desde una perspectiva diferente de la antropología clásica, que es vivir permanentemente en el lugar donde trabajamos en el campo. Esto es, con compromiso existencial en el sistema de relaciones sociales de la vida cotidiana. Esto produce no solamente transformaciones en la gente con la cual uno interactúa, sino en uno mismo.
–Y de lo que estuvo investigando, ¿qué averiguó, qué comprendió? –La indagación acerca de la diversidad, la diferencia cultural entre los pueblos o conformaciones sociales, nos fue llevando a las cuestiones de las denominadas “identidades en situaciones concretas”, que tienen que ver, hoy más que nunca, con las disputas territoriales, que ciertamente en el caso de la Argentina están consagradas legalmente, pero que en la práctica implican conflictos y fricciones sociales. En ese sentido, nuestras investigaciones fueron derivando hacia cuestiones sociales de base étnica.
– ¿Hay una distancia muy tajante entre el mundo de los pueblos originarios y el mundo occidental? –Yo creo que en el mundo contemporáneo no hay diferencias tajantes. Hay lugares de contacto muy fuerte: en América la integración fue inicialmente compulsiva, los pueblos indígenas fueron integrados como fuerza de trabajo, como esclavos, con lo cual comenzaron perteneciendo a un mismo sistema de relaciones sociales, ubicados en un lugar de subordinación y de explotación. Esto produjo la acumulación de situaciones de estigmatización, que en definitiva fueron generando lo que llamamos diferencias y desigualdades sociales, culturales y económicas, que se concentran territorialmente. El caso de la provincia de Jujuy es un caso especialmente significativo...
–¿Por qué? –Porque, a diferencia de otras provincias –Catamarca por ejemplo, donde antes de la invasión española había más población indígena–, en Jujuy el Marquesado de Yavi produjo una seudoprotección de quienes integraban la fuerza de trabajo al servicio de la hacienda. Y eso, más la inaccesibilidad, produjo las condiciones para que la población indígena se pudiese reproducir y mantener mucho más tiempo en condiciones de aislamiento y protección que en otros lugares del territorio argentino. En ese sentido, se produjo una reproducción cultural más sustantiva, que hace a lo que vemos hoy como tradicionalidad, tan vigente en el nordeste argentino.
–En los últimos 50 años, con la llegada de la televisión, la electricidad, agua corriente, Internet, ¿no se produce una globalización? –Los instrumentos tecnológicos del mundo contemporáneo no llegan a todos lados. En la Puna, salvo zonas específicas, no hay Internet, teléfono, señal de celular ni televisión. No es así de sencillo. Pero que no llegue no quiere decir que no sean conocidos.
–¿Cuál es el proceso? ¿La desruralización, el despoblamiento? –La migración de los jóvenes es un proceso muy previo a la globalización comunicacional. Si tomamos la década del ’90, esos territorios fueron territorios de refugio, hubo lo que se denomina migración de retorno, porque las condiciones de frustración de los migrantes a los centros urbanos sin trabajo implicó también la vuelta de parte de esta gente a sus lugares de origen. Eso dio como resultado algunos procesos interesantes. Mucha gente que volvió de experiencias urbanas, inclusive de movimientos sociales, produjo una renovación de la dirigencia, dirigentes jóvenes, más activos, con otras perspectivas.
–¿Qué pasa con la medicina en las comunidades originarias? –Hay una medicina tradicional. En realidad la gente diferencia lo que ellos llaman enfermedades para la medicina occidental y lo que son otras enfermedades que pueden ser curadas por métodos tradicionales. Sin dudas, ésa es una de las cuestiones que se vienen revisando desde los programas de salud rural, con el aporte de nuestros egresados de la carrera de Educación para la Salud. Jujuy y Neuquén fueron las dos primeras provincias que aplicaron el programa de atención primaria de la salud. Frente a la enfermedad, lo que demanda la gente es la máxima tecnología, para lo otro, aquello que está dentro del saber popular, existe la medicina tradicional.
–¿Y hoy en qué punto estamos? ¿Hay que hacer un proceso de integración, o hay que hacer un proceso de afirmación de la diferencia? –Estos procesos son etnopolíticos, esto quiere decir que es una disputa política con base étnica de las propias identidades originarias, que, en realidad, tampoco son originarias en el sentido de que son las mismas que antes de la invasión española, sino que se fueron reconfigurando. Y los puntos de disputa, de conflicto, son concretos, tienen que ver básicamente con las condiciones materiales de vida. La cuestión cultural está solapada a esto, pero lo que se disputa es territorio, a quién pertenece y cuáles son las formas concretas de reglar la vida en un territorio determinado. Es una lucha emancipatoria. Esto implica también la puesta en juego de grandes masas de dinero. Hay pueblos en Africa, por ejemplo, que son dueños de minas de diamante, que comparten con grandes empresas explotadoras de diamantes; hay pueblos que son ricos, como los maoríes, en Nueva Zelanda; pueblos en los EE.UU., como los navajos, que han hecho con las reservas grandes negocios. Otros, como los pueblos originarios de Argentina, que continúan viviendo en la exclusión y con un proceso creciente de organización y presencia. Y otros, como en muchos países latinoamericanos, que han consolidado su presencia política y organizativa. Existe en el mundo contemporáneo un proceso creciente de diferenciación, de reconocimiento de las diversidades, y allí se enmarca el proceso de renacimiento, aunque nunca estuvieron muertos, de los pueblos indígenas. Fundamentalmente, el proceso de integración o de diferenciación no tiene que ver con una condición étnica sino que se relaciona con un proceso más global. Existe una economía mundial que se globaliza. De hecho, el proceso de globalización implica el reconocimiento de nichos diversos del mercado. La integración se da por la misma diversidad. No podemos separar esas cosas, no existe una dicotomía entre diversidad e integración, sino que son procesos complejos que se dan simultánea y contradictoriamente, y donde fundamentalmente se disputa poder.
–Me queda claro. Usted es además decano de la Facultad de Humanidades, de la UNJU... –Sí, la facultad más grande de la Universidad de Jujuy. Tenemos varias carreras. Las más antiguas son Antropología y Ciencias de la Educación. Desde el punto de vista académico, la carrera de Antropología es una carrera importante, con muchos profesores doctores, es una carrera sólida, y más recientemente se han creado las carreras de Comunicación Social, Educación para la Salud, Letras y un ciclo de articulación en Filosofía y otro en Trabajo Social. Una de las cuestiones centrales que nos proponemos en la facultad tiene que ver básicamente con el hecho de que la Universidad de Jujuy es una universidad a la que acceden los sectores medios y bajos de la sociedad jujeña. En muchos casos, los chicos que vienen a la Universidad de Jujuy son los primeros en la historia familiar en pisar una universidad. Es una universidad pluricultural. Y eso hace que la gestión en la Universidad de Jujuy implique necesariamente un fuerte compromiso social. A los chicos, acceder a otro nivel de información les produce una apertura del mundo contemporáneo, cierta problematización de su vida cotidiana que en un proceso largo hace al mejoramiento, a la reflexión sobre la realidad social y cultural de los pueblos.
–¿Los jóvenes descendientes de los pueblos originarios van a la universidad? –Algunos sí. No sé los porcentajes. Los datos cuantitativos de los pueblos originarios que mide el Indec indican que en el país casi un millón de personas se reconoce como integrante de algún pueblo originario. Hace 50 años nadie se iba a autorreconocer como indígena, porque había un fuerte estigma. Esta cuestión está cambiando, es un cambio positivo de autoafirmación. Y estos porcentajes van creciendo. El 80 o 90 por ciento de la población de Jujuy tiene ascendientes pertenecientes a los pueblos originarios, lo reconozcan o no, pero tiene una raigambre cultural, un modo de socializarse que tiene que ver con ciertas tradiciones que provienen de allí.
–¿Por ejemplo? –La creencia en Pachamama, el consumo de coca, los gustos alimentarios. Aunque se trata de una socialización interceptada por las imposiciones occidentales, una parte se mantiene. El mismo hecho de Pachamama, que en realidad es una deidad doméstica, sobrevive a la conquista y colonización porque no es visible a los procesos de extirpación de idolatría.
–¿Por qué? –Porque se hace en el interior de las casas, por eso llega hasta hoy como la creencia más fuerte. No era así originariamente. El culto al sol, Inti, era más fuerte. Eso se mezcla con una fuerte influencia del catolicismo, que lleva a una disputa y complementariedad simultánea entre Pachamama y la Virgen María. Todo esto está presente en la vida cotidiana y en la conformación de la subjetividad.

lunes, 13 de mayo de 2013

EL HOMBRE QUE MOVIO EL MUNDO


Dadme un punto de apoyo y moveré al mundo.
Arquímedes (287-212 a. de C.)


Quién es ese canónigo polaco
que sostiene que la tierra es un trompo
cuando todos sabemos que ha sido
colocada por Dios en el centro del mundo.
Quien es ese canónigo polaco?
Que se alimente de sus propias heces
y gire él: que deje a la Tierra en paz.


Johann Hohenmüller,1583


La teoría de que la Tierra se mueve alrededor del Sol, formulada por un sacerdote polaco, de nombre Copérnico o Koppernig, carece por completo de sentido. Si la tierra se moviera, todas nuestras ideas se vendrían abajo. Por lo tanto, no se mueve.

Encyclopedia of Spurious Science, Vol XXIII, 1599.


Puesto que la novedad de las hipótesis de esta obra es cosa que ya se ha difundido ampliamente,no abrigo dudas de que algunos hombres ilustrados se sientan seriamente ofendidos porque el libro declara que la Tierra se mueve y que el sol se halla quieto en el centro del universo.(...) Estas hipótesis no son por fuerza verdaderas y ni siquiera probables () si ofrecen . un cálculo que esté de acuerdo con las observaciones,eso basta.() No se las expone para convencer a nadie de que sean verdaderas,sino tan solo para facilitar el cálculo

Prefacio anonimo intercalado en la primera edición del libro de Copérnico por el canonigo Osiander,sin permiso de Copérnico.


El sistema de Copérnico es un tesoro inagotable de comprensión, verdaderamente divina, del maravilloso orden del mundo y de todos los cuerpos en él contenidos.

Johannes Kepler (1571-1630)


Hubo una vez un hombre que movió al mundo: tomó a la Tierra entre sus manos, le dio un empujón y la hizo rodar por el espacio. Y no fue un héroe mitológico, ni un súperman dotado de una fuerza especial. Nada de eso. Era un viejo insoportable y amarrete que vivía en una torre medieval, que observaba el cielo (cuando lo observaba) con instrumentos de la época de las cavernas, que en pleno renacimiento parecía un monje oscurantista, que daba mil vueltas para las cosas más simples y que tardó más de treinta años en dar a conocer sus teorías en un libro ilegible e insoportablemente aburrido. Sin embargo, así y todo, agarró a la Tierra, al planeta entero, y lo movió, iniciando una revolución científica que cambió por completo la vida de la humanidad. Se llamaba Nicolás Copérnico.

La idea de un universo centrado en el Sol no era nueva. En la antigüedad, había sido propuesta por Aristarco de Samos (320-250 a. de C. ), y la habían sugerido figuras tan ilustres como Nicolás de Cusa (1401-1464). En el siglo XVI, la necesidad de una reforma radical de la astronomía flotaba en el ambiente. El viejo modelo de Tolomeo (siglo II), centrado en una tierra inmóvil y con sus ruedas dentro de ruedas y esferas de cristal, ya no daba más.

Sin embargo, el modelo de universo que Copérnico presentó en Las Revoluciones de las Esferas Celestes, publicado en 1543 (el mismo año de su muerte) era altamente sospechoso. Por empezar, estaba basado en datos antiguos y muchas veces erróneos. Y como si esto fuera poco, Copérnico estaba aferrado al dogma de la circularidad: si todo tiene que moverse en círculos, el arreglo es imposible (porque los planetas no se mueven en círculos, sino sobre elipses). Al tratar de hacer encajar los movimientos planetarios en círculos alrededor del sol, Copérnico echó mano de las herramientas tradicionales: más círculos, atiborrándose de la misma y mala medicina que se proponía combatir y que había paralizado la astronomía durante dos milenios. El resultado fue un disparate: el sistema de Copérnico, centrado en el Sol, era tanto o más complicado que el de Tolomeo, estaba repleto de ruedas al más viejo estilo, y sobre todo, no tenía una física que lo sustentara (y que explicara, por ejemplo por qué si la Tierra se movía los objetos sobre ella no salían disparados por el aire). Era inaceptable. Y Copérnico lo sabía (aunque no podía adivinar qué es lo que no andaba). Probablemente por eso tardó tanto en publicarlo. Fue, seguramente, su infierno personal.

Y sin embargo, fue Copérnico quien lo hizo. El nuevo sistema estaba mal hecho, era defectuoso, complicado hasta lo ininteligible, pero allí estaba. Aunque se lo ignorara, permanecía ahí, como un forúnculo en el pensamiento de la época y aunque no se lo leía mucho, se hablaba mucho de él. En 1551 apareció un nuevo conjunto de tablas astronómicas calculadas según las concepciones de Copérnico, y esas tablas pronto se hicieron indispensables. En 1576, Thomas Digges contribuyó a difundir las ideas de copérnico fuera de la astronomía. Aquí y allá, en las universidades se empezaba a explicarlo como una hipótesis alternativa a la de Tolomeo. Jóvenes e imaginativos astrónomos se entusiasmaban con ella, y tal vez, haciendo un gran esfuerzo se internaban en las abstrusidades escritas por el canónigo polaco. Uno de estos nuevos astrónomos fue Johannes Kepler, que puso orden en el sistema copernicano, le dio viabilidad y junto a Galileo despejó el camino para que interviniera Isaac Newton, hacedor de universos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Leer y comprender

DIALOGO CON VALERIA ABUSAMRA, DOCTORA EN LETRAS, PSICOLINGüISTA


La capacidad de comprender un texto es una habilidad compleja que requiere no sólo saber leer, sino también factores extralingüísticos. Una rama de la psicolingüística se encarga de ver cuáles son todos los procesos necesarios para llevar a cabo la actividad de comprenderlo.


–Usted es doctora en Letras y profesora de la UBA.
–Sí
–¿Cuál es su investigación? –Además de la UBA, trabajo en el Hospital Eva Perón del partido de San Martín. Y fundamentalmente me interesa la comprensión de textos. En los últimos años y como parte de la preocupación por comprender mejor los procesos que subyacen a la comprensión lectora, desa-rrollamos una propuesta de evaluación y mejoramiento de la habilidad de comprensión: el Test Leer para Comprender y el Programa Leer para Comprender, publicados por la editorial Paidós. Es decir, me especialicé en todo aquello que tiene que ver con la psicolingüística y la neurolingüística.
–Bueno, ¿y qué son la psicolingüística y la neurolingüística? –La psicolingüística fundamentalmente se focaliza en los procesos de adquisición, producción y comprensión del lenguaje. Es decir, cómo procesa el cerebro el lenguaje: qué cosas pasan cuando comprendemos lenguaje, cuando producimos lenguaje y cuando un nenito adquiere o desarrolla el lenguaje. La neurolingüística sería la rama de la lingüística que se ocupa de las alteraciones del lenguaje. Qué pasa cuando una lesión cerebral de pronto afecta alguna de esas funciones que la psicolingüística aborda. Entonces, son complementarias.
–¿Cómo son esos procesos del lenguaje? –Bueno, hablar del lenguaje es bastante complejo. En verdad, a mí me parece que quienes trabajamos en lenguaje tenemos una gran ventaja y una gran desventaja. El lenguaje es ubicuo y está en la vida de todos los seres humanos y entonces todo el mundo tiene una opinión formada acerca de lo que implica el lenguaje, opiniones que no siempre coinciden. Y eso hace que se generen una serie de neuromitos o psicomitos acerca de lo que implica o lo que es el funcionamiento real del lenguaje.
–Cuénteme alguno de los neuromitos o psicomitos. –Por ejemplo, desde el punto de vista lingüístico surgen mitos, que están relacionados con lo que yo hago ahora, que es esto de que la gente ahora habla mal, de que la gente no comprende textos, los chicos no comprenden textos. Para quienes sostienen una teoría innatista del lenguaje, por ejemplo, todos somos iguales y tenemos la misma capacidad potencial de desarrollar el lenguaje. La diferencia es que estar expuesto a un contexto más rico te hace tener un vocabulario más rico.
–Bueno, pero eso es obvio. –Claro que sí, eso es obvio. Pero lo que se suele decir es que hablamos mal, no hablamos como se habla en España, no se habla como se hablaba antes. Y lo mismo estamos viendo nosotros en las investigaciones que estamos haciendo a nivel de la comprensión de texto. Uno atraviesa cualquier ámbito, en especial los ámbitos educativos, y nos suelen decir “se comprende mal, los chicos de hoy no comprenden textos”. Yo creo que estamos en otro contexto, hay un cambio en los paradigmas de procesamiento de la información, y entonces es obvio que se comprende diferente, pero no peor o mejor. Pero a esto se le suma otro factor que es muy importante y que tiene que ver con lo que implica la comprensión de textos.
–A ver, ¿qué implica? Porque además yo creo que no hay un lenguaje, sino varios. Es lógico que un chico de una villa no comprenda determinadas cosas que hablan los chicos de Recoleta, y viceversa. Seguramente el chico de Recoleta no entendería lo que le dice un pibe que habla en el lunfardo actual. –Completamente. Por eso no funciona un manual, o un libro de textos, hecho en Buenos Aires para un chico de una comunidad wichí. Porque justamente es tan importante la información de superficie que aporta el texto, es decir, lo que dice el texto, como el conocimiento del mundo que cada uno trae. Entonces no va a ser igual mi conocimiento del mundo, ni siquiera el de usted, y menos aún frente a instancias más importantes y diferencias culturales más marcadas. Y eso es fundamental. Hace varios años atrás, Labov, un sociolingüista norteamericano, hizo un estudio sobre cómo funcionaba el inglés negro vernáculo, el inglés de Harlem, porque lo que le solían decir es que la gente que habla el inglés de Harlem habla mal. La conclusión de Labov es que es tan rico el lenguaje de Harlem como el lenguaje de una persona formada.
–Bueno, ¿y entonces? –Y entonces hay que tener en cuenta que estamos hablando de habilidades culturales. Es decir, leer, escribir, producir un texto y comprender un texto son habilidades meramente culturales. Yo no nazco sabiendo escribir, me tienen que enseñar. Lo mismo pasa con la comprensión de textos. Para poder decir que este chico comprende mal, o que este adulto comprende mal, yo tengo que estar segura de que hice lo posible para que comprenda bien. Es decir, a diferencia del lenguaje oral, que uno desarrolla espontáneamente, en este caso es importante que sea enseñado. Parece algo muy obvio. Pero cuando uno va a las escuelas está muy consensuado cómo se enseña a escribir y cómo se enseña a leer, pero no está muy consensuada la forma en la que se enseña a comprender textos. En general, se piensa que la comprensión de textos se desarrolla naturalmente, no como la lectura, en la que se puede aplicar un sistema u otro pero se enseña. Los maestros manejan muy bien las reglas de enseñanza de la lectoescritura. Pero no está establecido cómo se enseña a comprender un texto. Hoy en día existen muchos instrumentos que permiten medir la habilidad que antes no existían, muchos modelos teóricos que abordan de qué estamos hablando cuando hablamos de la comprensión de textos.
–¿Por ejemplo? –Bueno, yo trabajo con procesos mentales, qué pasa en la mente/cerebro cuando uno procesa lenguaje, cuando uno comprende o produce.
–¿Qué pasa? –Pasan muchísimas cosas. El lenguaje está dividido en muchos niveles y es bastante complejo. Pero cuando uno comprende un texto tiene que, por un lado, como es obvio, poder decodificar, es decir, saber leer. Pero además necesita un buen diccionario mental, es decir, la capacidad de vocabulario necesario; cuanto mayor es el vocabulario, mayor es la comprensión de texto. Y el vocabulario es algo que obviamente se puede mejorar. Nosotros nacemos con un léxico mental cero. A los dos o tres años se puede llegar a tener unas tres mil palabras, y se estima que una persona adulta, con alta escolaridad, maneja aproximadamente unas sesenta mil palabras.
–¿Las sesenta mil incluyen todas las conjugaciones de un mismo verbo o se cuenta como uno? –Bueno, eso tiene que ver con cómo está almacenada la información en el léxico mental. En realidad, se supone que de un verbo, lo que cuenta, es la raíz. Porque muchos teóricos plantean que los tenemos almacenados de manera descompuesta. Pero sólo con el vocabulario no alcanza. Para comprender hay que entender estructuras sintácticas, hay que poder interpretarlas, hay que poder asignar roles a cada uno de los participantes que aparecen en las oraciones. Pero además de todo, es fundamental aplicar el conocimiento del mundo, generar inferencias sobre la base de tu conocimiento del mundo. Es fundamental también construir representaciones mentales y monitorear la información. Para la comprensión de textos es necesaria una gran capacidad de la memoria de trabajo, una gran capacidad de memoria semántica donde uno almacena la información. Es decir, es una actividad completamente costosa desde el punto de vista cognitivo. Lo que hacemos desde la psicolingüística es precisamente ver cuáles son todos los procesos necesarios para llevar a cabo en este caso la actividad de comprender un texto. Comprender un texto es una habilidad compleja. Requiere de factores lingüísticos y de factores extralingüísticos. Hay tesis enteras dedicadas sólo al vocabulario y a cómo, si se mejora el vocabulario, se mejora la comprensión de textos.
–Pero es obvio eso. –En el medio escolar no les parece tan obvio. Le doy un ejemplo diferente. La decodificación es un proceso necesario previo a la comprensión, hay que saber leer para poder comprender visualmente. Ahora, si uno se pone a hacer un entrenamiento sólo en decodificación, es decir, en la lectura, uno no mejora la comprensión de texto. Se automatiza la lectura, pero los procesos son diferentes. De hecho puede haber chicos muy buenos lectores que comprenden muy mal y malos lectores que comprenden relativamente bien... Se encontraron todos los patrones contrarios. Y eso es interesante porque implica que los procesos son diferentes y, en la medida en que son diferentes, las estrategias de enseñanza también tienen que ser diferentes.

viernes, 3 de mayo de 2013

Una división liberadora


Atomos estables,
átomos inestables, átomos que se desintegran
sutil transformación de lo invisible
átomos que se alivian con chorros de radiación
en el núcleo atómico hay movimiento y cambio.

Cuando un núcleo no tiene una combinación óptima de protones
y neutrones,
cuando tiene un exceso de energía,
se libra del excedente
y se modifica
tantas veces como sea necesario
hasta alcanzar la estabilidad.

Y cada vez que lo hace
pierde energía
y en consecuencia y en consecuencia se estabiliza.

Pero a veces
se parte.
Y entonces
las cosas son muy distintas.

De Aventuras nucleares, de Arturo Gordon Pym

jueves, 2 de mayo de 2013

Suelos eran los de antes

DIALOGO CON MARIA JULIA ORGEIRA, DOCTORA EN GEOLOGIA, INVESTIGADORA DEL CONICET


Los paleosuelos son el resultado de un clima que se hizo más lluvioso, benigno y cálido durante el período interglaciar. Estudiando los minerales que contienen hierro, muy susceptible a los cambios climáticos, se analizan los cambios que dieron por resultado los paleosuelos.

–Usted se dedica a la geofísica.
–Sí. Dentro de la geofísica, estudio las propiedades magnéticas de sedimentos con dos objetivos fundamentales. Uno es determinar las variaciones del clima en el pasado reciente, en el cuaternario, y el otro (no ya como método de investigación, sino como monitoreo o servicio a la sociedad) es el estudio de la contaminación. Yo me ocupo de la parte geofísica.
–¿Es paleomagnetismo lo que hace? –No. El paleomagnetismo es una técnica que yo usaba en el pasado y con otros fines. Ahora lo que uso son propiedades magnéticas no direccionales; se llama “magnetismo ambiental”. El principio en que se fundamenta es que todos los minerales ferromagnéticos que constituyen un sedimento son susceptibles de tener cambios por variaciones en las condiciones del ambiente. O sea, estos minerales se alteran. Cuando cambian las condiciones del medio ambiente, la mineralogía magnética varía.
–¿Por razones químicas? –Varía porque se alteran, mutan, cambian. El hierro puede pasar a otro estado de oxidación...
–Es gracioso, porque desde hace muchísimo tiempo, antes de que existiera la geología, los alquimistas creían que los minerales crecían y evolucionaban dentro de la tierra, que pasaban desde el plomo hasta el oro. Lo que trataban de hacer era catalizar esa transformación. Ahora, de alguna manera, volvemos a entender que los minerales cambian. –Claro, ciertos elementos sí. De todos modos, obviamente es algo distinto: no se trata de una mutación como la que pensaban los alquimistas. Sobre la base del estudio de esos agregados, yo puedo inferir los cambios que ocurrieron en el pasado, por ejemplo los climáticos.
–Perfecto. Cuénteme entonces qué quiere averiguar. –Mi gran curiosidad es saber qué ocurrió en latitudes medias de la Argentina durante el estadio isotópico 5.
–¿Qué es eso? –El último interglaciar antes del presente. Desde 125 mil hasta 110 mil años atrás.
–La última glaciación terminó hace 12 mil años, ¿no? –Algo así.
–Pero estamos hablando de hace alrededor de 120 mil años, entre 120 y 110. ¿Y qué queremos saber? –Quiero saber cómo se sintió acá. ¿Llovió más, por ejemplo?
–¿Cómo se averigua eso? –Tengo que ver cuáles son los indicadores paleoclimáticos que hay, por ejemplo, en los suelos. Entonces veo qué tipo de minerales paleomagnéticos se formaron en esos paleosuelos.
–¿Por qué deben ser paleomagnéticos? –Porque son los que yo puedo detectar. Yo uso, como le decía, el magnetismo ambiental, que me permite distinguir qué tipo de variaciones se sucedieron en la mineralogía magnética. Se trata de minerales que tienen hierro, un mineral muy susceptible a cambiar conforme cambian las condiciones ambientales.
–¿Y cómo puede variar? –Por ejemplo, puede hacer que se formen distintos óxidos de hierro, de manera tal que puedo discriminar qué minerales son. Yo puedo saber qué minerales están presentes y en qué dirección. Puedo saber si hay magnetitas... Eventualmente, si trabajamos en lagos, si hay sulfuros, etc. Y también vemos en qué proporción están. Entonces trabajando con eso y conociendo las condiciones previas (que las inferimos del sedimento que está por debajo del paleosuelo), podemos saber cómo cambió el clima cuando se formó ese paleosuelo. El hecho de que exista un paleosuelo significa que el clima se benignizó: se hizo más lluvioso, más cálido.
–¿Qué es un paleosuelo? –El suelo se forma cuando hay condiciones climáticas estables. No se depositan sedimentos (si no se taparía) y no hay erosión (si no se volaría). Hace falta agua (tiene que llover).
–¿Qué hay ahí? –Sedimentos. En particular, en los casos en que trabajamos nosotros, se trata de suelos o paleosuelos desarrollados sobre un sedimento fino de origen eólico. Si usted tiene agua, va a tener la posibilidad de que ese material se vegete, empiece a ser habitado. Se mueren luego los vegetales, se van degradando, generan ácidos húmicos y todo eso conlleva una serie de procesos (de meteorización, de degradación de la mineralogía preexistente y de formación de nuevos minerales). Algunos se destruyen y otros se forman. De acuerdo con cómo sea el clima, a la temperatura y a la cantidad de agua que caiga, se van a formar distintos materiales y en distinta cantidad. Luego, ese período benigno pasa y vuelvo a tener sedimentación. Entonces si yo estudio con una serie de proxys...
–¿Qué son los “proxys”? –Cualquier dato que me permita determinar el clima del pasado. El proxy por excelencia son los isótopos estables. Nosotros trabajamos con otro proxy: el mío es el magnetic-proxy. Conociendo la mineralogía magnética, entonces, puedo inferir cómo era el clima en el pasado.
–¿Y qué terminamos sabiendo? –Justamente cómo es el clima en el pasado. Yo trabajo en dos períodos, con dos compañeras diferentes de trabajo (Rita Tofalo y Cecilia Laprida), en el marco del Grupo de registro paleoclimático y cambio ambiental. Con cada una de ellas me ocupo de un período distinto de tiempo: con una trabajo en el estadio 5 y con la otra, en el holoceno. Además, son distintos ambientes.
–Uno piensa que lo geológico, al tener una escala tan alejada de la vida humana (incluso a veces de la historia humana), no nos afecta de manera directa. Poca gente piensa en lo histórico en general, pero mucha menos piensa en la historia geológica. La geología nos cuenta una historia larguísima. ¿Qué nos dice esa historia? ¿Qué nos dice cuando caminamos por la calle? ¿O cuando nos detenemos a contemplar un paisaje? –Bueno, cuando nos detenemos a contemplar un paisaje, yo pienso más en geomorfología, que no es la disciplina que hago yo. Como yo trabajo todo en subterráneo, no sé cómo podría aplicarlo a la visión del paisaje. Tengo la visión puntual de un perfil. No lo puedo llevar al paisaje.
–Pero sí a la actualidad. Por ejemplo, lo que decía antes de que estamos en un período interglaciar y que la temperatura va a bajar. –Depende en qué rango. Si usted mide en un rango corto, con una resolución corta, la temperatura sube. Depende del registro que esté mirando. Si usted mira desde 1880 al presente es una cosa; si mira algo que tiene una longitud más amplia es otra. Yo en lo personal no me animo a hacer una generalización. Nosotros miramos ondas más largas. Al mirar ondas más largas, vemos que el clima en el pasado ha estado más cálido que en el presente (ya sea en el estadio isotópico 5 o en el 11, donde la configuración planetaria era igual a la actual: hace 400 mil años). Si uno mira períodos más largos, se ve que por condiciones naturales estuvo más caliente que hoy, siempre y cuando los continentes estuvieran en la misma configuración que hoy. Si usted me restringe de 1880 a la actualidad, yo no puedo decir nada, porque no es un rango de investigación mío.
–Pero algo pensará... –Mi respuesta es que no sé, tengo que seguir investigando. Ese es el rango de los meteorólogos. Yo, con mi registro, puedo mirar otra cosa, algo que los meteorólogos no pueden ver.